[*FP}– Del baúl de los recuerdos: También yo tuve mi aventura con una perforista

31-10-2011

Carlos M. Padrón

Al leer lo que en estos dos posts,

  1. Del baúl de los recuerdos de IBM: Perfovericadoras (máquinas y mujeres) – Rel. 1 / L. Masina, M. A. Gutiérrez, y A. Lalaguna

  2. Del baúl de los recuerdos de IBM: Perfovericadoras (máquinas y clientes) – Rel. 2 / Alberto López, y Leonardo Masina

lo que acerca de las máquinas perfoverificadoras y de las damas que las operaban —comúnmente llamadas perforistas— han escrito para este «baúl» varios exIBMistas, me ha venido a la memoria la «aventura» que viví junto a una perforista.

En 1971, mi primer año en ventas en IBM de Venezuela, a los vendedores nos asignaron cuota de data center, lo cual era un verdadero dolor de cabeza, por decir lo menos, no sólo por lo difícil de vender sino por lo difícil de conseguir que el Data Center, que operaba en el Edf. Mene Grande (o Edf. 360) y cuyo gerente era Adolfo Fuenmayor, cumpliera con las fechas de entrega de los trabajos.

Yo confiaba en hacer mi cuota con un contrato de servicio que le había vendido al Banco de los Trabajadores de Venezuela (BTV), que para entonces estaba en el centro de Caracas, cerca de la catedral.

Pero entre las demoras del Banco en entregar los datos, la inconsistencia de éstos y los retrasos del Data Center, la relación BTV-IBM era cada vez peor, y yo veía cada vez más lejos mis posibilidades de hacer la cuota.

Así las cosas, en una reunión que con un tal Sr. Huizi, del BTV, sostuvimos Agustín Mogollón (q.e.p.d.) y yo, el Sr. Huizi, que se negaba a reconocer culpa alguna por parte del Banco, nos emplazó a entregar para el día siguiente un cierto trabajo y, si no lo hacíamos, cancelaría el contrato.

Mogollón aceptó y me dejó el muerto a mí.

Terminada la reunión salí en carrera al Mene Grande a hablar con Adolfo Fuenmayor.

Le conté los detalles del caso, y él se comprometió a hacer todo lo posible para sacar el trabajo para el día siguiente, pero a condición de que las cuatro damas perforistas que para eso se necesitaban se quedaran a trabajar esa noche.

Conseguí la autorización de sobretiempo y se la llevé a Mene Grande como a las 4:00 pm.

Cuando se la entregué a Fuenmayor, éste me dio la mala noticia de que el trabajo no saldría a tiempo porque una de las perforistas que había dicho que sí se quedaría, no podría hacerlo porque la persona con quien ella contaba para que viniera a buscarla en la noche, no podría venir.

Ante esto, salí de asomado y dije que yo la llevaría, así que, cuando terminé esa tarde en IBM-Capriles me fui para Mene Grande y me fajé a trabajar ordenando los documentos que las perforistas debían transcribir, y supervisando y revisando todo, pues allí sólo estábamos ellas, Adolfo Fuenmayor y yo.

El trabajo de perforación terminó a las 02:30 de la madrugada, así que a esa hora me dispuse a llevar a su casa a la dama perforista, según lo prometido.

Ya los dos en mi carro —un Ford Fairlane 1966— le pregunté dónde vivía. Me miró de una forma bastante rara y me dijo:

—Si le explico, seguro que usted no va a saber, pero tome hacia la Av. San Martín que yo lo guío.

Así que tomé ese rumbo, que me venía bien porque yo vivía en Vista Alegre, también al oeste de la ciudad.

Cuando llegamos como a mitad de la Av. San Martín, la muchacha me dijo que doblara a la derecha, y comenzamos una subida serpenteante que cada vez era más pronunciada y más estrecha.

Después de ‘n’ curvas yo ya no sabía dónde estaba, pero sí reparé en que la ciudad iba quedando cada vez más abajo, y cada vez se divisaba más y más de ella.

Como la noche estaba despejada, la vista era impresionante, pero mi ánimo no estaba para esos deleites porque, a medida que subíamos como por una trocha bastante estrecha e irregular, nos íbamos acercando, en un silencio total, a una especie de barrio de sólo ranchos, y, apenas entrar a él, de la nada salieron dos tipos blandiendo machetes y se pararon delante de mi carro.

Frené en seco y pensé: “¡Bueno, hasta aquí me trajo el río! ¡¿Qué será de mi hija de cuatro años?!”.

La reacción de la muchacha fue inmediata. Sacando la cabeza por la ventanilla gritó un nombre que no recuerdo: “Fulano, ¡soy yo!”.

Mientras uno de los tipos se quedó en todo el centro de la vía, frente a mi carro y con el machete en ristre, el otro, el «Fulano», se acercó a la muchacha.

Ella le explicó lo que había pasado, y que yo le estaba haciendo el favor de darle la cola, y le pidió que “avisara” para cuando siguiéramos subiendo los dos, y para cuando luego bajara yo solo.

Al escuchar eso de la bajada solo, un escalofrío me recorrió la espalda.

El tipo metió la cabeza dentro del carro y me dedicó una mirada que a las claras fue para ver de cerca al loco que hacía lo que yo estaba haciendo.

Se retiró, le dijo algo al que estaba parado frente al carro, que arrancó a correr hacia arriba, y, echándose a un lado, me hizo señas de que continuara.

Todavía no entiendo cómo conservé la calma, porque por dentro estaba que reventaba.

Sin decir palabra seguí subiendo en continuo zigzag hasta que llegamos como al punto más alto de una colina desde donde vi una Caracas que jamás he vuelto a ver.

La muchacha me dijo que la dejara allí y que avanzara un poco más para que pudiera dar la vuelta, que ella me esperaría.

Así lo hice, la saludé con la mano al pasar, me gritó las gracias, y comencé a descender,… absolutamente agarrotado de miedo y preguntándome si yo podría llegar con vida a la Av. San Martín, y por qué vía, pues no estaba seguro de no perderme.

Dado lo estrecho de la trocha tenía que ir a paso de entierro, rogando que no viniera un carro en sentido contrario, y cuidando de no rozar siquiera alguno de los ranchos, porque, de hacerlo, seguro que le causaría daño y los dueños o inquilinos me lincharían.

La poca velocidad me permitió darme cuenta de que casi cada 50 metros había un tipo escondido en algún callejoncito transversal, pero ninguno se movió ni hizo amago sospechoso alguno.

A medida que yo bajaba había menos ranchos y la vía era menos estrecha, hasta que, de pronto, después de una eternidad y al doblar una curva, vi abajo la Av. San Martín.

Aunque sentí ganas de pisar el acelerador, me contuve porque había muchos huecos en la vía y corría el riesgo de quedarme accidentado si caía en uno de ellos, así que, poco a poco, con el corazón que se me salía por la boca, alcancé la bendita avenida.

Nunca, ni antes ni después, me ha parecido tan bella la Av. San Martín. Apenas entrar en ella y doblar a la derecha, pisé a fondo el acelerador y llegué a mi casa en tiempo récord.

La sensación de alivio que me invadió cuando cerré tras de mí la puerta de mi apartamento es de las que tampoco se olvidan.

Por años traté de no revivir ese mal trago, hasta que la curiosidad pudo más, y un domingo, acompañado por un amigo, decidí averiguar dónde había estado yo aquella memorable noche.

No lo conseguí, pues o no logré dar con la entrada donde se originaba la subida al cerro, o ya ésta había sido totalmente cambiada o clausurada. Y claro, para esa fecha ya nadie sabía de la perforista, pues ella sí habría podido dar detalles.

Sólo sé que, acompañando a una mujer que yo no conocía y que nunca más volví a ver, estuve a las 3:00 de la madrugada al norte de la Av. San Martín, en la parte más alta de un cerro lleno de ranchos, y con mi vida a merced de unos tipos armados con machetes.

Como dije en un relato anterior, éste es uno de esos casos de personas que se cruzan fugazmente en la vida de uno y pueden cambiarla.

Esta perforista se cruzó en mi vida y estuvo a punto de hacérmela perder.

[*Opino}– Con motivo de Halloween, nada mejor que «La negra historia de ‘Raska-yú’, una canción de difuntos»

Carlos M. Padrón

Hacía años de años que no recordaba yo esta canción que tan popular fue en las fiestas de Carnaval que se celebraron en El Paso en los años ’50s.

Tampoco sabía que su título se escribe Raska-yú; aunque nunca lo vi escrito, supuse que se escribiría Rascayú.

Lo que acerca de ella se cuenta en el artículo que sigue me resulta interesante, y es casi paradójico que nadie de los que entonces la cantábamos sospechara lo bizarro de sus orígenes.

Me extraña que fuera prohibida por el régimen franquista, pues, repito, en mi pueblo se cantaba abiertamente, y en lugares públicos,…. a menos que la letra que allá teníamos no fuera la que motivó la prohibición.

Si sé que al cura no le gustaba porque, decía él, la canción era irreverente con la sacrosanta muerte y tenía tintes de superchería.

Y sé también que fueron muchas las veces que el grupo de muchachos y muchachas —adolescentes que nos íbamos al espacio que había detrás del telón de fondo que en el escenario del Teatro Monterrey enmarcaba el área destinada a la orquesta— nos ocultamos en aquel estrecho pasillo, para estar a salvo de la vista de las «brujas» que se apostaban en los palcos a chismorrear y vigilar, y bailamos a placer el Rascayú mientras cantábamos su letra, de la cual sólo recuerdo el estribillo y una de las estrofas:

Rascayú, cuando mueras, ¿qué harás tú?
Tú serás un cadáver nada más.

Todas las noches iba al cementerio
a visitar la tumba de su hermosa,
y la gente se decía en el misterio
«Es un muerto escapado de la fosa».

Rascayú, cuando mueras, ¿qué harás tú?
Tú serás un cadáver nada más.

Tiempos, tiempos,…

***

31-10-11

David Bizarro

En 1943 Bonet de San Pedro cosechó un notable éxito en España con un polémico fox-trot titulado Raska-Yú.

Prohibido por la censura del Régimen por supuestas alusiones al Caudillo, su letra abordaba la necrofilia con insólitas dosis de humor negro en una época poco dada a semejantes irreverencias.

 

Una cancioncilla aparentemente banal y de cuestionable buen gusto que resultará entrañablemente familiar a varias generaciones de españoles, desconocedores de su auténtico significado. Porque, a pasar de que se recuerde como un chascarrillo recurrente para el Día de Difuntos, detrás de sus macabros versos se esconde una historia trágica y siniestra.

Ya con la mosca detrás de la oreja, el curioso hallazgo de un antiguo cortometraje animado de Betty Boop pone sobre la mesa la hipótesis del plagio. Se trata de «I’ll be glad when you’re dead, Rascal you» dirigido por Dave Fleischer en 1932, una de las primeras apariciones cinematográficas de Louis Amstrong.

Estereotipos racistas aparte, la cinta posee un encanto indudable y ofrece la oportunidad de disfrutar con la rudimentaria mezcla de imagen real y animada en el momento en que el gran Satchmo persigue a dos de los protagonistas (Bimbo y Koko) mientras interpreta el tema titular.

El innegable paralelismo instrumental no es la única prueba que confirma el conocimiento previo de Bonet del original de Amstrong: el propio título, Raska-Yú, se revela como una transcripción fonética del Rascal you al que hacía referencia el genio de Nueva Orleans.

Resulta paradójico que sea precisamente Bonet, uno de los fundadores de la SGAE, quien incurra en un delito contra la propiedad intelectual; así que concedamos el beneficio de la duda: ¿Es una flagrante copia o un velado homenaje?

Rastreando otros posibles antecedentes apócrifos, los pasos de Raska-Yú llevan a Cuba, patria natal del maestro Alberto Villalón, a quien se atribuye la autoría de Boda Negra.

Popularizado por Julio Jaramillo, Ana Gabriel, el Trío Los Condes, Óscar Chávez y Lydia Mendoza entre otros, la letra del viejo bolero guarda un parecido, más allá de toda duda razonable, con la versión de Bonet.

Las pesquisas toman nuevamente un rumbo inesperado al constatarse que el propio Villarón tomó como punto de partida un poema homónimo sobre el que todavía se cierne la controversia.

Incluido en una recopilación póstuma del poeta colombiano Julio Flórez, hay quien se remonta a finales del siglo XIX para otorgarle el mérito del mismo al sacerdote venezolano Carlos Borges. Pero si en algo coinciden los estudiosos de la materia, es en la naturaleza supuestamente verídica de los acontecimientos.

Para dar fe de ello, hay que remontarse a los albores del siglo XX en La Habana, en el preciso instante en que Francisco Caamaño de Cárdenas —un joven aspirante a poeta y colaborador ocasional de prensa de la época— sufrió la pérdida de su prometida (Irene Gay, de apenas 18 años) víctima de la tuberculosis.

Respetando la última voluntad de la muchacha, es enterrada con su traje de novia y cubierta bajo un manto de flores blancas en el llamado «tramo de los pobres» de la Necrópolis de Colón.

Sus restos serían exhumados a los tres años para pasar a engrosar el osario común del camposanto, una práctica común entre las familias más humildes, incapacitadas para sufragar las cuantiosas tarifas funerarias.

Francisco intentó en vano recaudar fondos para cubrir las cuotas. En un último y desesperado intento por preservar el descanso eterno de su amada, recurrió a un amigo cirujano para reclamar el esqueleto de Irene, alegando que sería donado para un supuesto estudio anatómico.

Sin embargo, cuando Francisco se presentó ante los sepultureros éstos le comunicaron que el permiso del médico no tenía validez ya que, al ser la causa de la muerte una enfermedad infecciosa, los despojos no podían salir del recinto para evitar contagios.

Aún así, Francisco consiguió finalmente eludir los obstáculos burocráticos mediante el soborno. Una vez en su casa, decidió poner a buen recaudo los restos de Irene; de ese modo, llegado el momento de su muerte, los dos podrían al fin descansar juntos.

Es en este punto donde la realidad difiere de la ficción: Francisco, lejos de «celebrar sus bodas con la muerta», conservó lo que quedaba de ella con auténtica devoción e infinito respeto.

Por desgracia, los rumores de su pasión necrófila comenzaron a circular por la villa. El miedo de sus vecinos a un posible brote tuberculoso y el temor ante las posibles represalias policiales, obligaron al joven a poner tierra de por medio.

Para cuando Francisco regresó a La Habana varios años después, el bolero de Villalón ya corría de boca en boca. Al visitar la barbería del barrio, regentada por su amigo Guillermo Muñiz, éste le confesó a Francisco que fue él quien relató los hechos al mismísimo Julio Flórez; y que fue allí mismo, en el propio sillón de la barbería, donde el colombiano escribió de un tirón el poema.

Al empeñarnos en seguir el hilo, corremos el riesgo de perdernos en la madeja. Tal vez por eso, al final de nuestro recorrido el Raska-Yú de Bonet de San Pedro adquiere las dimensiones de un Pierre Menard posmoderno, prestándose a cuestionar el papel del autor y los límites de la propia obra.

Como todo en la vida, es una simple cuestión de perspectiva. Elijan ustedes.

Fuente: El País

[*ElPaso}– «Espejo de la Vida» / Poesías de Pedro Martín Hernández y Castillo: Parte 2-IX

IX

Empezando a escribir
de mi pecho el sentir,
a la imprenta de un pueblo conocido
un escrito entregué,
el cual me devolvieron corregido
sin saber el por qué;
pues que más tarde, en culta capital,
un diario lo insertó,
idéntico al primer original.
¿Allí también me conocían? ¡No!

[*Opino}– España: Más del 70% de los jóvenes prefieren un ingreso fijo a crear su empresa

Carlos M. Padrón

Creo que lo que denuncia este artículo, que copio más abajo, tiene mucho que ver con lo que ya dije acerca del funcionariato y de la aversión al trabajo.

Me llama mucho la atención, sin embargo, que de los españoles que he conocido en Venezuela, un porcentaje mucho más alto que el 5.1% son emprendedores, o sea, tienen negocio propio. ¿Será porque, en su mayoría, salieron de España durante la dictadura de franquista?

El origen de la tendencia actual apunta al bendito «estado de bienestar» o a la «cultura del maná«.

***

28/10/2011

Almudena Martínez-Fornés

Los españoles no han sido educados para emprender

Además, si un emprendedor fracasa en un primer intento, se le estigmatiza, y si a pesar de todo persiste y tiene éxito, no se le valora más que a un funcionario, pues los que de verdad están reconocidos en nuestro país son los profesionales independientes, los científicos y los artistas.

Esto es lo que se desprende del Libro Blanco de la Iniciativa Emprendedora en España, un trabajo que la Fundación Príncipe de Girona encargó en mayo de 2010 a expertos de Esade y que sus autores entregaron ayer en persona a los Príncipes de Asturias.

Con este panorama, no es de extrañar que sólo el 5,1% de los españoles sean emprendedores, en comparación con el 8,5% de los noruegos o el 8% de los estadounidenses. Además, la crisis está haciendo que la cifra disminuya.

El libro, que recoge una encuesta en la que han participado más de 7.000 jóvenes españoles, hace una radiografía del emprendimiento en nuestro país, cuyos resultados dejan bastante que desear.

Sobre todo, si tenemos en cuenta que los principales partidos políticos haciendo énfasis por la emprendeduría para ayudar a salir de la crisis.

Una juventud «acomodada»

Uno de los datos más inquietantes es que los jóvenes españoles no emprenden porque están «acomodados» y prefieren la estabilidad (77%) y los ingresos fijos (70%) del trabajo asalariado, antes que crear su propia empresa.

El otro dato inquietante del Libro Blanco indica que el 10,9% de los jóvenes españoles que tienen entre 15 y 19 años son «ni-ni», es decir, que ni estudian ni trabajan. Esta cifra sitúa a España a la cabeza de otros países europeos y de Estados Unidos, incluso por delante de Portugal, en porcentaje de jóvenes ociosos.

Además, la situación no se corrige a medida que van cumpliendo años, sino todo lo contrario, pues los «ni-ni» aumentan al 17,2% entre los jóvenes de 20 a 24 años, tramo de edad en el que sólo nos supera Italia, con el 22,6%.

Pero el Libro Blanco no se limita a describir la lamentable situación de la iniciativa emprendedora en España, sino que también aporta recomendaciones para ayudarla a despegar.

Entre otras, afirma que la iniciativa emprendedora puede aprenderse en la escuela y debería potenciarse para que los jóvenes desarrollen competencias, como la autonomía, la confianza en uno mismo y la toma de decisiones en entornos de riesgo.

También recomienda mejorar la financiación de los nuevos proyectos empresariales, especialmente en forma de capital riesgo en sus primeras etapas.

Fuente: ABC

[*Otros}– La Palma: El vino malvasía dulce, el sabor que distingue a la Isla

Octubre 28, 2011

David Sanz | Fuencaliente

Se la conoce como la reina de las parras, el rey de los vinos, una ambrosía, o la joya de la corona, pero “la definición que más me gusta de este vino es el de malvasía dulce de La Palma”.

Tan sencilla como profunda, esta denominación con la que el prestigioso bodeguero de Fuencaliente, Antonio Eliseo Carballo, distingue a este vino, es símbolo de máxima calidad.

Hace unas semanas acabó la vendimia, y en bodegas Carballo, que mantiene todo el sabor de la tradición, han realizado la pisa de la uva que le dará “todo ese calor humano” al vino que marca la diferencia de los caldos palmeros y Canarios.

 

El apellido Carballo está íntimamente ligado a este vino; de hecho, sus antepasados plantaron viñedos en Los Llanos Negros (Fuencaliente), alrededor del año 1700.

Antonio Carballo sitúa el origen de la parra del malvasía de La Palma, “casi con toda seguridad, en Madeira, de donde vendría sobre 1500”. Originaria de Creta, recorrió el Mediterráneo para saltar luego al Atlántico y llegó a Madeira. “Esta parra es la malvasía blanca fina, que la han bautizado recientemente como malvasía aromática”.

Una de las grandes singularidades de este viñedo es que prácticamente sólo se da en un lugar determinado de la isla de La Palma: en la zona conocida como Los Llanos Negros, en Fuencaliente, donde se concentra más del 80% de la producción de la uva malvasía.

Vuelto hacia el suroeste, en este espacio se forma un microclima propicio para esta uva. Además se cultiva en un terreno que antaño era “enormemente fértil” y sobre el que la erupción del volcán San Antonio, en 1677, “depositó como dos metros de granzón”, una capa que actúa “como una gran esponja, que se recarga de agua en la estación de lluvias y la va suministrando lentamente en la medida que la planta la necesita”.

De hecho, según recuerda Carballo, hubo en La Palma grandes sequías, como la ocurrida a comienzos del siglo XIX, que duró quince años, “en la que se perdieron casi todos los viñedos, salvo los de Los Llanos Negros”, gracias precisamente a esa reserva de humedad que ofrece el terreno.

Valor añadido

Carlos Lozano, el enólogo de Bodegas Teneguía, donde también se produce un malvasía de gran calidad, explicó que “el terruño es fundamental para este vino, haciéndolo completamente diferente al resto del mundo. El suelo, la geología, el viticultor, el clima, son una serie de valores añadidos que hay que respetar”.

Esto causa que se produzca un vino que, a su juicio, “es la variedad y el vino que identifica a Canarias”.

Carballo cita, como ejemplo de una zona con las mismas características, a Los Llanos Negros, Las Machuqueras, incluso con el mismo origen volcánico, y que, sin embargo, al estar orientada al sudeste no es posible que alcance las temperaturas de sobremaduración que requiere la uva. La otra subzona donde también se cultiva malvasía es en el Hoyo de Mazo.

Carballo explicó además que, según la tradición oral, llegó a La Palma “una segunda oleada de parras que procedían de la isla de Lípari. Puede ser verdad porque es el malvasía que más se aproxima al de La Palma, aunque nunca alcanza el grado de finura de nuestro vino”.

Otra tradición oral, que tampoco está documentada, habla de que, cuando se firmó el acta de Independencia de los Estados Unidos, “uno de los vinos que estuvo presente fue un malvasía dulce de La Palma”, junto con un Oporto y un Madeira.

El malvasía de La Palma se exportaba sobre todo a América, aunque también iba a Inglaterra. En bodegas Carballo conservan una pipa de 1893 que en uno de sus fondos tiene inscrito el nombre de hotel Telégrafo de La Habana.

“Barcos de vela tan conocidos como La Fama o La Verdad, partían de La Palma a La Habana con malvasía dulce y regresaban con ron”. En el recorrido también pasaban por el puerto de Everglades, en Florida, “donde recogían además madera de roble americano, conocido en Canarias como Virginia, por alusión a la zona geográfica de Estados Unidos de donde procede”.

Elías Carballo, el padre de Antonio Eliseo Carballo, fue quien hizo el último envío de vino de Fuencaliente a Cuba, en el año 1957.

Características

Lozano subraya que el malvasía de La Palma “es el único vino de Canarias que admite una guarda de 15 y 20 años”. Y es que se trata de un vino que “se conserva muy bien en botella y mejora con el tiempo”, explicó el enólogo de Teneguía, quien señaló que “hay clientes que lo adquieren como inversión”. “Lo compran como vino joven por 35 euros, y lo venden en Alemania, pasados los años, por más de 200 euros”.

Carballo, por su parte, también subrayó que “está entre los pocos vinos del mundo que después de la fermentación conserva los sabores primarios. Si olemos un racimo de malvasía y luego el vino, el aroma prácticamente se conserva”.

Para este erudito de todo el universo del vino, otra característica que lo distingue es la larga persistencia en boca. “El retrogusto, que permanece en la boca un minuto” pocos vinos en el mundo lo alcanzan.

Lozano señala también que los catadores destacan de este vino que “en boca es muy complejo, donde aparece el dulce, pero su buena acidez permite que no sea nada empalagoso. Un vino que dura mucho en la boca, perdurando sus recuerdos de pasas, miel, higos secos e, incluso, de piel de naranja. Es, en definitiva, un abanico tan grande de sabores y de aromas que lo hacen muy placentero”.

Para hacerlo dulce es necesario la sobremaduración de la uva de una forma natural. “Esto hace que el vino malvasía esté encuadrado en los naturalmente dulces que lo alcanzan muy pocos en la Unión Europea”, destacó Carballo.

“El malvasía es parte de la pequeña gran historia de La Palma, que tanto nos diferencia en nuestras producciones. Es un vino que no sólo tuvo un pasado, sino que tiene presente y le espera un futuro importante porque la tendencia del consumo va hacia los productos naturales, y este es un vino naturalmente dulce, sin emplear procedimientos artificiosos”, remató el propietario de bodegas Carballo.

Producción

Eva Hernández, gerente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Vinos de La Palma, explicó que la producción media al año de uva de malvasía se sitúa sobre los 12.000 kilos, lo que vendría a traducirse en unos 6.000 litros de vino.

La vendimia se realiza de varias veces y el viticultor recibe unos cinco euros por kilo, lo que pone de manifiesto el alto valor de esta uva de la que sale este dulce natural.

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Antonio Eliseo Carballo, un erudito de todo el universo del vino. | DA

La tradicional pisa de la uva da “un calor especial al malvasía”

Bodegas Carballo sigue manteniéndose fiel a la elaboración artesanal del vino. Hace pocas semanas se llevó a cabo la tradicional pisa de la uva de malvasía en el lagar de tea del siglo XIX que conservan en las instalaciones de esta bodega familiar.

“Los lagares de tea que tenemos en La Palma, son modelo de lagar romano”, explicó Carballo, quien señaló que esta maquinaria está realizada, en la mayor parte, con madera de tea, si bien se emplean otras como el palo blanco, moral, etc.

En total intervienen en el lagar de La Palma “unas seis maderas diferentes y dos o tres arbustos”, ensambladas las distintas partes sin que sea necesario el uso de metales. “Es una máquina que funciona por inercia, una de las primeras máquinas en la que el hombre introdujo el cálculo matemático”, comentó.

En cuanto a la labor de pisar la uva, no lo puede realizar cualquier persona, y hay que conocer la técnica que encierra este proceso artesanal. “Nadie que no sepa pisar se puede meter a hacer este trabajo. Es una labor dura y profesional, donde los pies se mueven a unos ritmos diferentes, que queremos conservar”, explicó Carballo.

Este arte de pisar la uva se desarrolla de una forma “rítmica y pausada” y está clasificado en tres movimientos básicos, según explica Carballo, “patullar, calcar y remoler”. Previamente a la pisa, los dos hombres que realizan este trabajo “se someten al rito del lavado de los pies”.

“El calor humano, el pie del hombre y el recipiente de madera, todo esto le trasmite un calor especial al malvasía. Con máquina también sale bien, pero creemos que ese calor humano que tiene el vino lo da la pisa”, asegura Carballo.

Entre las peculiaridades que se pueden aprender en esta especie de museo vivo del vino que es bodegas Carballo, se encuentra el tapón del lagar, por donde sale el mosto, que está hecho de tabaiba y que suplía al corcho dada la inexistencia en Canarias de alcornoques.

Según recuerda Carballo, en La Palma existía “una pequeña industria para hacer los tapones que se empleaban en los lagares, las pipas, garrafones y botellas”. El método de elaboración encerraba un profundo conocimiento de la naturaleza, dado que “la tabaiba había que cortarla en cuarto menguante y con la marea vacía, porque, al parecer, es cuando las partes aéreas de la planta tiene la menor cantidad de savia retenida y está depositada la mayor parte en las raíces”.

Luego se dejaba secar a la sombra, se le quitaba la corteza y, para terminar, se sumergía en el agua del mar para evitar que los insectos la picaran.

Fuente: Diario de Avisos

Cortesía de Juan Carlos Hernández

[*IBM}– Del baúl de los recuerdos: Perfovericadoras (máquinas y clientes) – Rel. 2 / Alberto López, y Leonardo Masina

Carlos M. Padrón

Lo que sigue son e-mails cruzados el año 2003 entre exIBMistas, uno de los cuales fue el amigo Alberto López Tabares quien murió en Madrid el 28/05/2010. Q.e.p.d.

***oOo***

25-09-2003

Alberto López Tabares

Allá en el año 1966, cuando uno terminaba el curso básico era asignado a técnicos veteranos con el objetivo de aplicar supuestamente los conocimientos que habíamos adquirido en el curso y recibir lo que se llamaba el entrenamiento en el campo.

En realidad, los veteranos también se aprovechaban de uno como novato para que hiciéramos los mantenimientos mensuales preventivos que ellos no habían realizado en su debido momento y así cumplir mejor ellos con el trabajo asignado.

En aquel entonces fui asignado a José Ángel Pirona quien siempre me llevaba a la CREOLE donde había unas 300 máquinas con contrato de mantenimiento. Prácticamente todo el entrenamiento de campo lo hice en ese cliente.

Una mañana, Pirona me dijo que fuera a un piso determinado donde había un pool secretarial como de unas 25 máquinas que había generado dos llamadas, y que aprovechara para hacerle mantenimiento a las otras.

Eso sí, me comentó que tuviera mucho cuidado ya que casi todas las secretarias eran unas «jodedoras» y que, por supuesto, se darían cuenta de que yo era un novato; o sea, que estuviera «mosca», como dirían ahora, y que no les diera mucha confianza.

Bueno, me dirigí al bendito pool, y cuando iba caminando por aquel pasillo largo y siempre pulido con bastante cera, como era la costumbre en aquel edificio, para mi desgracia llevaba yo puestos unos zapatos de aquella época, que tenían casquillos para no desgastar los tacones, y me he dado un resbalón de tal magnitud que el maletín se me escapó de la mano, empezó a deslizarse por aquel pasillo, se detuvo justo en toda la puerta del pool,.. ¡y detrás de él aterricé yo!

Por supuesto, todas aquellas cuaimas se levantaron de sus sillas a ver lo que había sucedido.

Yo, como pude, me levanté todo sonrojado, les di las buenas tardes y les informé que yo era el técnico de IBM.

Desde ese día me conocieron como “el técnico que primero suelta el maletín y después aterriza en el pasillo”.

Nunca pude quitarme esa mamadera de gallo porque, por supuesto, se lo contaron a Pirona y se enteró todo el Departamento Técnico de IBM.

Pero no sólo nosotros, los técnicos, éramos los bromistas, pues también los clientes se prestaban a ello.

Recuerdo que una vez Antonio Varela, un técnico muy capacitado y no sólo reconocido en el Dpto. Técnico OP sino también en los clientes, solicitó la asistencia del especialista ya que un cliente de su zona (un bufete de abogados ubicado en el Pasaje Zing) tenía aproximadamente dos semanas reportando que, en una de las máquinas, de vez en cuando no funcionaba correctamente la barra espaciadora.

Fui asignado para asistirlo y ver cuál era el problema y solucionarlo.

Nos dirigimos al cliente, y en el camino Varela me fue explicando lo que reportaba el cliente y todos los pasos que él había dado para detectar la falla «que en ningún momento se le había presentado a él», y destacó que todos los ajustes de la máquina estaban dentro de los parámetros requeridos para un buen funcionamiento.

Llegamos al cliente y comencé la revisión de la máquina para tratar de detectar cuál era la falla.

Después de casi una hora y media de revisiones y pruebas llegué a la conclusión de que todo estaba perfecto, pero siempre había ese “pero” que a uno le quedaba de que el cliente decía la verdad y que, por supuesto, la maquina debía tener algo y por eso fallaba.

Ante esto, tomamos la decisión de enviarla a los talleres en La California para poder revisarla más a fondo y solucionar la bendita falla.

Así que al abogado que nos había atendido, y que estaba pendiente de nuestra actuación, le informamos la decisión que habíamos tomado de enviar la máquina al taller,… ¡Y ahí empezó el calvario!

El hombre comenzó a tartamudear y a no saber qué decir, lo cual me indicó que allí pasaba algo raro y que, en realidad, la máquina no fallaba.

El hombre se fue para otra oficina a consultar con un colega abogado, y tardó como cinco minutos en salir con ese otro abogado quien, con una voz muy ronca, dijo:

“Dr. Aníbal González, hemos llegado a la conclusión de que la máquina falla sólo cuando usted la utiliza,… ya que a usted le falta el dedo gordo de su mano derecha”.

A Antonio Varela se le puso la cara roja por no poder decir nada en ese momento, y por darse cuenta de que le habían estado mamando gallo todo ese tiempo,

Yo tiré un capotazo mejor de los que daba Manolete y empecé a reírme y a reírme de la ocurrencia de los jodedores del bufete y, por supuesto, todos empezaron a reírse de la broma hecha, tanto al técnico como al Dr. González.

Inmediatamente nos pidieron disculpas y preguntaron si había necesidad de informar del caso a nuestros superiores, ya que pensaron en ese momento que podrían haber estado perjudicando a Antonio Varela por las constantes llamadas reportando una falla que no existía.

Por eso digo que todos en su momento se involucraban en estar jodiendo la paciencia al prójimo.

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28-09-2003

Leonardo Masina

Visitando clientes ha tenido uno la oportunidad de asombrarse viendo reliquias IBM: piezas del pasado expuestas casi en forma de museo.

Pero donde mi asombro con esto llegó al colmo fue en Santo Domingo.

Una vez que reemplacé a Ramón López en eso de ir a dar soporte, ya era una rutina normal para los dominicanos llamarme cada 2 ó 3 meses para que yo fuera a resolverles problemas.

No sé si se acuerdan de cuando en Venezuela el hipódromo instaló las lectoras ópticas 1287 para automatizar el escrutinio de los formularios del «5 y 6». Pues bien, en Santo Domingo eso de las apuestas tipo «5 y 6» lo habían implementado mucho antes utilizando tarjetas perforadas IBM de 80 columnas, pero el real descubrimiento fue la forma cómo lo hicieron.

El formulario para la apuesta eran tres de esas tarjetas superpuestas, o sea, que el espesor del conjunto era, por supuesto, mayor que el de una sola tarjeta.

El exceso de espesor lo resolvieron utilizando tarjetas menos gruesas, pero, de todas formas, el grosor de las tres tarjetas de ellos era equivalente al de dos tarjetas normales.

De esas tarjetas delgadas, una se la quedaba el apostador, otra la utilizaban para leerla, y la tercera era guardada por seguridad.

Antes de las carreras, todas las tarjetas eran leídas por una 2501, y su contenido almacenado en un disco.

La 1130 que tenía instalada el hipódromo de allá es la única 1130 que conocí que tenía dos 2501 como lectoras.

Siendo las tarjetas más delgadas y menos resistentes, las lectoras tenían que trabajar con la precisión de un buen reloj para evitar errores de lectura o estropear las tarjetas.

La forma de sellado era muy original.

Se sabe que a comienzos de los años ’70s Santo Domingo no era lo que se pueda decir un país desarrollado —pues, por ejemplo, faltaba la corriente eléctrica prácticamente en el 80% del territorio—, pero lo de las apuestas a los caballos estaba muy difundido, e inclusive se jugaba dos veces por semana.

Para perforar los formularios (o sea, las tres tarjetas superpuestas) se rebuscaron por medio mundo las prehistóricas perforadoras IBM modelo 010 y 011, y tuvieron que modificarlas para que manejaran el espesor de las tres tarjetas.

La modelo 010 era manual, o sea, el punzón perforaba por presión directa del dedo; pero a la 011, que era eléctrica, al no tener su bobina la suficiente fuerza para traspasar el grosor de las tres tarjetas y perforarlas, tuvieron que modificarla para aumentarle la fuerza de perforación. Por supuesto, la máquina se quemaba cada dos por tres.

El sellador de las apuestas era el dueño de la perforadora, y la cuidaba como una joya ya que, si se le estropeaba, ese día no tendría apuestas, lo cual era para él un problema muy grave.

En IBM Santo Domingo vi cómo las reparaban y les hacían mantenimiento.   

Otro engendro raro que nunca supe para qué servía era una máquina de escribir, de las antiguas pero no la Selectric, conectada a una perforadora del tipo 024, si no más antigua, mediante una interfaz que estaba en un cajón bastante grande lleno de tubos.

En uno de los viajes me pusieron a arreglar también una de esas interfaces que presentaba un problema intermitente. Y no sé cómo lo hice, pero la arreglé.

La causa del problema estaba en un par de tubos, y no lo resolví por lógica sino que, apagando las luces, me di cuenta de que esos dos tubos despedían mucha menos luz que los otros; al cambiarlos, la máquina empezó a funcionar bien.

¿Milagros de la ciencia o leche que tiene uno?

[*Opino}– Con lo de coma antes de la ‘y’, ¡gané una!

Carlos M. Padrón

Sí, gané una por anticipación. lo de anticipación es porque parte de lo que argumenté en el artículo La vieja regla de que no se pone coma antes de ‘y’ , y que ahora ratifica Fundéu, fue todo de mi cosecha, aunque también «cosechó» varias discrepancias.

Es de celebrar que la RAE imponga la lógica, sobre todo en beneficio de evitarle al lector confusiones innecesarias.

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27/10/2011

En las enumeraciones de elementos separados por comas no es correcto escribir una coma delante de la ‘y’ que precede al último de ellos, según recoge el Diccionario Panhispánico de Dudas.

A menudo, en textos de diversa índole, se escribe coma delante de la ‘y’ que introduce el último elemento de una enumeración: «En la época republicana trabajó en los ferrocarriles, se convirtió en líder sindical, y viajó por Centroamérica».

El empleo en español de esta coma no es apropiado porque la ‘y‘ sustituye precisamente a la coma del último elemento de la enumeración.

De este modo, en el ejemplo anterior lo adecuado hubiera sido: «En la época republicana trabajó en los ferrocarriles, se convirtió en líder sindical y viajó por Centroamérica».

Sin embargo, sí se escribe coma delante de la ‘y’ en otros casos, como:

  • Cuando la enumeración tiene elementos complejos que deben separarse por punto y coma: «Agradezco su ayuda a Enrique, biólogo; a Pedro, botánico; a Luis, zoólogo, y a Martín, fotógrafo».
  • Cuando la ‘y‘ introduce un elemento que no pertenece a la enumeración anterior: «García Márquez retiene una voz admirable, vital, clara, y la pluma de un ángel».
  • Cuando la ‘y‘ sirve de unión con el predicado anterior, no con el último elemento de la enumeración: «Bebió dos tazas de café negro, amargo, espeso, y encendió un cigarro enorme».
  • Cuando la ‘y‘ equivale a pero: «Le dije que te llamara, y no se acordó».
  • Cuando la ‘y‘ va detrás de un inciso: «El presidente de Francia, Nikolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, se volvieron a reunir ayer».

Asimismo, se recuerda que debe escribirse coma delante o detrás de ‘y‘ si va antes o después de un inciso (que siempre se ponen entre comas): «Los inspectores se desmarcan del escándalo de las indemnizaciones millonarias y, en este sentido, sugieren que …», y no: «Los inspectores se desmarcan del escándalo de las indemnizaciones millonarias, y en este sentido, sugieren que …».

Puede encontrarse más información AQUÍ, en (apartado 2.).

Fuente: Fundéu

[*Opino}– Los españoles son los europeos que más recurren a los servicios de las prostitutas

Carlos M. Padrón

Esta vez seré breve.

El artículo que copio más abajo me hace pensar que lo que en él se dice acerca de los españoles tiene algo que ver con lo dije yo AQUÍ.

Eso tendría más fundamentado si una mayoría de los españoles de los que trata el artículo se casaron antes de 1993 o pocos años después.

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26/10/2011

Valerio Merino

Los españoles son los europeos que más recurren a los servicios de las prostitutas

El 39% de los españoles han contratado alguna vez los servicios de meretrices, lo que sitúa a España como el país que encabeza la lista de los países de la UE consumidores de prostitución, por delante de estados como Suiza (19%) o Austria (15%), según datos de Naciones Unidas.

Son datos que recoge la guía elaborada por la Asociación para la Reinserción de Mujeres Prostituidas (APRAMP) sobre la trata con fines de explotación sexual, y que ha sido presentada este miércoles por la presidenta de esta formación, Rocío Nieto, y por la secretaría de Estado de Igualdad, Laura Seara.

La guía, que tiene 122 páginas, incluye un diccionario de conceptos básicos (que distingue, por ejemplo, entre tráfico y trata), describe el perfil de los traficantes de mujeres (tratantes) y, además de incluir datos y estadísticas sobre esta «esclavitud del siglo XXI», da «claves» sobre cómo reconocer a estas mujeres y poder ayudarlas.

Nieto ha afirmado que la trata con fines de explotación «siempre tiene cara de mujer y de niña», y que es «lo peor» que existe en el Estado del bienestar porque estas víctimas son «totalmente despreciadas, son utilizadas y además son esclavizadas», por lo que ha instado a la sociedad a sensibilizarse con este problema.

Un millón de prostitutas en Europa

Si los datos se extrapolan al conjunto de la UE, según APRAMP habría cerca de un millón de mujeres prostituidas y, basándose en datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), señala que, cada año, alrededor de medio millón de mujeres son sometidas en condición de trata en los mercados de prostitución de locales europeos.

Aunque en la problemática de la trata aún queda mucho por hacer, Nieto ha asegurado que en los últimos tres años se ha avanzado mucho, tras lo que la secretaria de Estado de Igualdad, Laura Seara, ha anunciado que «en los próximos días» se firmará el protocolo de atención a estas víctimas.

Fuente: ABC