05-01-11
Carlos M. Padrón
Para cuando comencé a tener lo que llaman «uso de razón», ya estaba entronizado el franquismo, de forma que en mi niñez y adolescencia casi que no escuché hablar de política.
Sin embargo, sí se contaban algunas anécdotas de cuando esa actividad despertaba pasiones en muchos pasenses, entre los cuales no estaba mi padre que siempre fue refractario a ella y tal parece que, por suerte, me contagió ese rechazo.
De tales anécdotas sólo recuerdo la protagonizada por un pasense de apellido Galeno, hombre ya muy viejo cuando lo conocí, que, como los más de los campesinos del pueblo, era pragmático, contundente y parco en sus expresiones, y tal vez por la primera de estas características no quería saber nada de comunismo, ideología que tuvo cierta efervescencia en La Palma antes de 1936, cuando eran frecuentes los mítines en todos o al menos en algunos pueblos de la Isla.
En uno de tales mítines en el que participaron oradores de diferentes partidos, luego de que por el bando comunista hicieran uso de la palabra varios de sus líderes, Galeno, hastiado de lo que éstos dijeron, tomó su turno en el estrado y, sin otros preámbulos y en voz bien alta para que todos lo oyeran, redujo su discurso a esta sabia expresión:
«Comunistas, ¡sois cabras y ovejas sueltas en el campo de la poca vergüenza!»
Una metáfora que, tal vez por lo acertada, aún se recuerda —y lo demuestra este escrito— después de 75 años.

Tiene Galeno otra anécdota —y, como no, relacionada con la política también— que ocurrió en S/C de La Palma donde acudió a alguna gestión y observó a un grupo de gente entorno a un niño que se había tragado una moneda que nadie le podía sacar.
Galeno lo cogió por los pies, lo puso boca abajo y le dio en la espalda un oportuno golpe que hizo que la moneda saltara.
Al preguntarle que dónde había aprendido a hacer eso, respondió: «En el Ayuntamiento de El Paso, donde la sacan más «jondas» todavía».
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Muchas gracias, Carlos, por recordarme a nuestro caballero de la triste figura, el prosopopéyico sabio «de secano», siempre en su caballo blanco, del que no se apeaba, ya que le servía de tribuna para mantener sus discursos y alocuciones en los corros que, a veces, se formaban a la sombra de un árbol o a la sombra de algunas casas.
En mi infancia yo no entendía bien las cosas que decía, pero su buena voz, potente, y su modo de hablar, parsimonioso, con su abundante pelo blanco, me atraían y estaba atento hasta que doblaba la cabeza de su caballo en señal de retirada.
Su lógica y sentido común eran aplastantes, hasta cuando ejercía de médico (también de secano). Por lo que dices deduzco que no conoces la anécdota de la era.
En uno de sus paseos, en busca de auditorio, llegó a una era en día de trilla, en la que encontró un grupo de gente arremolinada en torno a un niño pequeño que se estaba asfixiando a causa de una moneda atragantada. Esta vez, don Manuel Galeno, sí se bajó de su caballo y, sin pérdida de tiempo ni titubeos, con una mano cogió al crío por las piernas (era un hombre fuerte) para colgarlo con la cabeza hacia abajo, y con la otra le asestó un par de «cogotazos»,… y la moneda cayó al suelo, con albricias y aplausos de todos.
Cuando le preguntaron cómo había aprendido él eso, contestó, con parsimonia y sin inmutarse, que en la «alcancía» (hucha) del Ayuntamiento de El Paso.
Breve, lógica y sabia explicación. Como la de ese breve discurso.
En ocasiones recuerdo que recitaba una poesía que resumía el alzamiento nacional de Franco. Esa poesía sé que está escrita en El Paso y alguien la tiene. Algunos la recitaban también de memoria. Yo haré gestiones, pero puede que algún lector de este blog la pueda facilitar.
También recuerdo algún fragmento de ella, como cuando dice «Pudo ‘garrar un avión e dirigirse a Tetuán…». «Negrín, siendo tan guerrero / también tuvo que ‘avacuar’ / pa’ no tener que cargar / la muerte de Calvu Sutelo»….
La pronunciación la escribo tal como la recuerdo (ej. ‘avacuar’ por ‘evacuar’). En su nivel cultural pronunciaba mal algunas palabras, pero lo decía con tanta autoridad y vehemencia que parecía de la Real Academia de la Lengua, y su contenido era totalmente lógico, coherente y bien pensado. Por eso sería bueno su rescate y difusión.
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Gracias, Roberto. Ésta, que yo no sabía, me muestra que Galeno era más prolífico de lo que me habían contado.
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Como verás, hay distintas versiones, aunque, en esencia, lo fundamental permanece. Es el inconveniente de la transmisión oral.
Cuando yo la conté aún no había salido la de Roberto, a quién aprovecho para saludar.
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Gracias, Roberto.
Tu relato me causa cierta preocupación porque veo que, aún siendo tú más joven que yo, recuerdas del tal Galeno cosas que yo nunca escuché. En otro comentario, nuestro común amigo Juan Antonio Pino, apenas un año y algo mayor que yo, da acerca de Galeno no sólo su nombre (Manuel) sino una serie de detalles que revelan que Juan Antonio lo recuerda bien, pero yo, como ya dije, sólo recuerdo la nécdota que conté pero no al personaje.
También es curioso comprobar cómo los relatos cambian, poco o mucho, a través del tiempo y del paso de boca en boca, pues mientras tú sitúas en Santa Cruz de La Palma la anécdota del niño que se atragantó con una moneda, Juan Antonio la sitúa en una era de El Paso.
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Gracias, Juan Antonio.
Como ya contesté a Roberto González, veo que ustedes, uno menor y otro mayor que yo, recuerdan de don Manuel Galeno detalles que yo nunca escuhé o nunca vi.
Sería muy bueno poder conseguir algo más de él, como esa poesía sobe el alzamiento de Franco, aunque no sea de su autoría. Por lo que cuentas veo que era un personaje muy prolífico en eso de producir anécdotas muy útiles para conservar la meoria de nuestro pueblo.
Si das con algo de eso, envíamelo, por favor.
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Así es Juan Antonio: el paso de boca a boca deforma el relato. Pero, como dices, en este caso su esencia es la misma.
Lo de que el comentario de Roberto no había salido cuando pusiste el tuyo es relativo, pues los comentarios no aparecen en el blog hasta que yo les doy el visto bueno. Cuando esta mañana encendí mi PC encontré, por orden cronológico, seis en espera de revisión. Los revisé y publiqué sigiendo el mismo orden.
De nuevo doy gracias a Roberto y a ti por haber contribuido a la ampliación del artículo sobre don Manuel Galeno, de quien espero que me den más material publicable y algunos datos biográficos como, por ejemplo, de qué barrio era. Creo que de Tacande, pero no estoy seguro.
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Respecto a la situación del niño atragantado, tenía idea, o me pareció haber oído, que fue en La Breña, pero no estaba seguro. Creo que los de la «suidá» no trillaban; da igual para lo fundamental.
Eras había en todos los pueblos, y por eso no dije dónde estaba la era. Igual algún pasense que tenga el gusto de leernos, lo sabe.
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Juan Antonio, de acuerdo contigo en que en la «suidá» no había eras, en que a efectos de la anécdota da lo mismo donde ésta estuviera, y también comparto tu esperanza de que algún pasense nos de´más datos al respecto de esta anécdota o informa sobre otras del mismo pérsonaje.
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Tiene otra buena anécdota con el político palmero Dn Alonso Pérez Díaz, pero lamento no recordarla bien.
Dado tu interés lo intentaré.
Un saludo, Juan Antonio.
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Manuel Galeno vivía en El Abrigado, en la casa que —creo— sigue habiendo por debajo de donde Pepe Chamejo tenía la venta, en el cruce en que, bajando, la vía de la izquierda va al Camino Viejo y la continuación va a El Morrito y al Tanque de los Pasajeros.
Aquella zona era para mí como la cuesta de la Cruz Grande para Carlos.
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Si entendí bien, Juan Antonio, recuerdo muy bien esa casa que, al menos en el verano de 2009. estaba en ese sitio todavía.
También recuerdo que en ella vivía una familia de apellido Galeno, y que cuando yo regresaba de dejar vaca y caballo en la relva de la Hoya del Rayo, adrede hacía tiempo para conseguir pasar frente a esa casa cuando, frente a ella, estaba barriendo el camino una muchacha rubia que a mí me gustaba. Nunca supe cómo se llamaba.
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