05-01-11
Algunas personas quizá hayan leído artículos anteriores sobre la ciudad elegida, y se habrán hecho preguntas que nunca llegaron a ser conocidas por mí; una de ellas tal vez sea «¿Va a ocurrir algo en Caracas? Si es así, ¿cuándo?».
La verdad es que para no someterles a una angustiosa espera les diré que lo más importante sobre la ciudad elegida, y para lo cual fue elegida, ya ocurrió. Eso fue un plan quizá elaborado antes del Diluvio, ya preparada la tierra ésta para los que iban a llegar hasta acá entre los descendiente de Noé para hacer de todas aquellas razas una sola, de tres naciones una nueva, sana de toda enfermedad, libre de contaminación de ideas falsas, y capaz de buscar la justicia y alcanzarla.
Sin embargo, las cosas tienen su tiempo, y el hombre no estuvo preparado para migrar sino después de muchas tribulaciones, y los de acá no estaban preparados para recibirles pues, en su aislamiento de otras culturas, habrían de acostumbrarse a soportarse unos a otros como hermanos, a la fuerza, sin conciencia de libertad, pues eran siervos unos de otros, así como los del otro lado del rio de la fraternidad, también lo eran.
Por alguna razón, siendo tres grupos étnicos separados por algo que no tiene visos de veracidad, pues no aparece mayor diferencia en el genoma, llegaron a repudiarse de tal manera que se vieron enfrentados en guerras contantes, y el cambio climático los forzaba a reunirse y a mezclarse, pero ellos siempre quisieron ser tres y se avergonzaban de los que por casualidad saltaban la talanquera y formaban parte del cuarto grupo: los bastardos.
Algo les dijo desde siempre «¡Hacia occidente!», y hacia occidente siempre fueron, dejando atrás los volcanes del cinturón de fuego, las zonas donde antes tuvieron sus templos y sus pastizales y ganados, y se fueron hasta encontrar el Rhin y sus hijos.
Se tomaron su tiempo, y tomaron sus hijas y se mezclaron, pero no mucho, sólo lo suficiente para tener siervos y siervas, pues eso creían ellos. Avanzaron, y en oleadas llegaron al despeñadero, la Spania de los romanos, el final según las leyendas, desde donde no podían continuar, pues las Columnas de Hércules era lo último, más allá de lo cual sólo se podía encontrar la muerte.
Las Columnas de Hércules no eran otra cosa que esos dos archipiélagos, Las Azores y Las Canarias, en medio del camino de los valientes, los atrevidos y audaces de los cuales debe de haber habido muchos que aprovechando los vientos de verano no se detuvieron ante el temor de NON PLUS ULTRA, sino que se tiraron al agua y dejaron a los demás godos detrás.
Pasado el tiempo y en llegando el señalado, uno de tantos atrevidos, quizás genovés, siguió el mismo camino, y después de distraerse en el mar del centro de la Tierra, siguió, como todos los que deseaban mejores pastos, aguas y vientos, y se lanzó en su búsqueda.
Alternó entre lusitanos e hispanos, y con todo lo que logró conseguir se tiró a buscar su destino no sin antes detenerse en las Columnas de Hércules quizá para coger aire, tomar agua y alimentos, aparte de para elevar sus oraciones al altísimo que hasta allí le había traído.
Sé que este lugar es el destino de todas las razas, y a este lugar han de venir a buscar aquello que les fue dado, y quizás tengan que detenerse en las Azores o en las Canarias como antes sus padres lo hicieron en la península, pero no se regresan sin terminar de cruzar el rio EÚFRATES y tomar lo suyo, aunque después vuelvan a su terruño.
A los que desde el tiempo no conocido fueron elegidos para habitar en estas tierras y ya están aquí; a los que han de venir a formar parte del mismo grupo; a los que deben de permanecer en su terruño, aunque periódicamente deban de venir a buscar su alimento a tiempo, les adjunto una gráfica satelital que quizá les ayude a entender lo importante que son su movimientos.
Al igual que las Columnas de Hércules no son el destino final, tampoco Caracas lo es, pero al igual que las Columnas de Hércules son la puerta de entrada a la Tierra de Gracia, o a la Galilea de los Gentiles, Caracas es la primera de la puertas abiertas para entrar en la Gran Ciudad de Jerusalén, donde se posará la futura ciudad santa.
¿Y de dónde viene esto, de la Galilea de los gentiles o de la Ciudad Santa? ¿Y qué tienen que ver en ello Las Azores y las Islas Canarias, o, más aún, la misma Spania?
Las respuestas tenemos que buscarlas 1.500 años atrás, antes de que se abriera el paso hacia las nuevas tierras, como aparece en el escudo de los Reyes Católicos —el que tiene las columnas que dicen PLUS ULTRA— o en el escudo del águila vidriera.
Cuando pasados tres años del reinado de Claudio un preso del César, de nombre Pablo, era llevado desde Jerusalén hasta Roma, la nave donde viajaban encalló en la isla de Malta.
Después de algún tiempo, los que iban en esa nave subieron hasta Roma donde Pablo permaneció dos años, y probablemente se entrevistó con Claudio, pues a él había apelado.
El caso es que, en una carta anterior de Pablo escrita a los romanos, les decía que le gustaría pasar por Roma, y que así esperaba hacerlo para que lo encaminaran hacia Spania. O sea, su objetivo no era permanecer en Roma, para entonces el lugar más importante del mundo conocido, sino ir a Spania. Pero ya sabemos que, para todos los que se movían hacia occidente, Spania era como un “Culo de botella” por las trabas que a los migrantes les ponían las famosas columnas.
Por aquellos días, y según las tradiciones, Santiago estuvo también en Spania, y a eso se refieren las peregrinaciones del Camino de Santiago que se detienen en Santiago de Compostela. Pero no era ése el destino de los creyentes en la doctrina de El Camino hacia la Galilea, de los gentiles, sino que el destino era PLUS ULTRA: las Columnas de Hércules.
Es el norte de España el origen de los migrantes que tienen por destino la esquina norte de la gran ciudad, y que a su paso dejan atrás la columna de la derecha, o sea, las Azores. Y es el sur de España el origen de los migrantes que, pasando por las Canarias, tienen por destino la esquina Este de la gran ciudad, entre cuyos lados media una distancia exacta de 12.000 estadios, que vienen a ser 1.200 millas.
Ahora bien, como si fuese la obra de un gran arquitecto, obra que requiere un fundamento y una orientación, así quien diseño esta Gran Ciudad tomó como piedra angular un lugar de los Altos Mirandinos —conocido por Google Earth como Los Dolores, con coordenadas 10º 20’ Norte y 66º 56’ Oeste—, alineado con el Camino de Santiago y con el sur de Caracas, que fue la ciudad escogida como piedra angular, de la misma manera que Las Canarias y Las Azores fueron escogidas como puerta de entrada, y como España fue escogida como puerto de partida.
Bienaventurados los migrantes que hayan recorrido el Camino que fue indicado por Jesús y Pablo a sus seguidores. Para ellos no hay indulgencias humanas sino el merecido galardón por la obediencia a los que, sin saberlo, optaron por seguir el Camino de los escogidos de dios.
Vicencio Díaz
