[*Otros}– Los Canarios en América / José Antonio Pérez Carrión: D. José Curbelo y Ayala

Este distinguido ciudadano y estimado compatriota nació en 1836 en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, y el año 1854 llegó a la ciudad de Matanzas (Cuba), donde su hermano, D. Bernardo, se hallaba establecido.

Con la influencia de éste entró de meritorio en la acreditada casa impor­tadora de los Sres. Jenkes & Ximeno, pasando a los dos años a la de los Sres. C. S. Ponjand y Cia hasta el 31 de diciembre de 1860, cuando liquidó esta casa.

En febrero de ese año compró la imprenta periódico Aurora del Yumuri, en unión del inspirado poeta D. Rafael Otero, pero en el año 1864 quedó como único dueño y director de aquella acreditada pu­blicación que rayó entonces a la altura de los mejores de la Isla.

Hombre de gran actividad y de clara inteligencia, concibió la idea —y la llevó a cabo con extraordinaria habilidad y aplauso de todos, y muy especialmente de sus numerosos compatriotas— de las grandes fiestas del dos de febrero de 1872 que, establecida como una exposición agrícola-industrial, la primera en su clase en la ciudad de Matanzas, fue un verdadero certamen de ideas con el fin de unir bajo un solo y general pensamiento a todos los regionalistas, y llegar, más tarde y por ese medio armónico, al triunfo de la paz en Cuba, que ardía en desastrosa guerra intestina de hermanos contra hermanos y de padres contra hijos.

En ese mismo año de 1872 inició y logró realizar, en unión de otros comprovincianos de buena voluntad, la creación de is «Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola» en La Habana, con cuyo motivo el digno patricio y entendido estadista D. Pablo Pérez Zamora, primer presidente de la benemérita institución, conocedor de la idea y de las grandes ventajas que el pensamiento había de proporcionar en su día al país en el desarrollo de su agricultura y fomento de poblaciones industriales y comerciales, consignó en su primera memoria —1873— con motivo de haber sido nombrado el señor Curbelo agente general de la asociación, lo siguiente:

«Que el importante cargo de agente general de esas asociación, cuyas atribuciones se ven detalladas en el artículo 32 de los Estatutos, hacía comprender que dependió de las condiciones de dicho agente el resultado de la institución en cuanto al segundo de sus fines era indispensable que ese cargo estuviera suficientemente remunerado, por lo mismo que para él se necesitaba una persona de circunstancias especiales».

Estas circunstancias, como dice muy bien el Sr. Pérez Zamora, las reunía sin duda el Sr. Curbelo, a cuyo entusiasmo se debe principalmente la creación de la Sociedad, y dispuesto estaba a aceptar aquel encargo si sus negocios particulares no le hubiesen obligado a regresar a su país.

Sin embargo, bastante hizo en los días inmediatos a su salida de la Isla, trasladándose a las cinco Villas con el carácter de agente interino de la corporación, preparando allí a la opinión pública para la creación de las Juntas auxiliares, que probablemente habrían dado buen resultado si hubiese continuado la acción entusiasta de una persona exclusivamente dedicada al adelanto de esa asociación.

Pero con la ausencia del Sr. Curbelo y la falta de recursos bastantes para reemplazarle con una persona que reuniera las circunstancias adecuadas de entusiasmo, inteligencia y creatividad, la asociación quedó casi limitada al primer fin de su institución, o sea, a la benevolencia.

Al regresar nuevamente a Cuba, el Sr. Curbelo emprendió con iguales bríos y fuerza de voluntad las tareas literarias, escribiendo muchos y notables artículos sobre inmigración y colonización agrícola que merecieron la atención de las personas doctas en tan importantísima materia.

Escribió un folleto en el que desarrolla, de una manera magistral y matemática, todas sus teorías y el medio de ponerlas en práctica para el más pronto y eficacísimo progreso de las colonial agrícolas.

Pasado este pequeño periodo de tiempo, fue nombrado administrador, y después director, del periódico titulado La Voz de Cuba, destino que desempeñó por tres años hasta que, suprimida la publicación por interés del partido político que la sostenía, salió a la luz el que lleva por nombre Unión Constitucional, pasando a desempeñar el cargo de administrador de este diario, en cuyo puesto estuvo cinco años.

En 1896 es el Sr. Curbelo propietario, director y administrador del periódico denominado Diario de la Familia, que goza de gran reputación en todo el país y fuera de él.

Es además, en una palabra, nuestro comprovinciano, jefe honorario superior de administración, y pertenece a varias corporaciones literarias y de beneficencia.

Mucho nos place felicitar al Sr. Curbelo por su actividad intelectual, porque, por este medio, felicitamos a la patria por contar en su seno con ciudadanos que saben honrarla, y colocar su nombre entre los pueblos que hoy marchan a la vanguardia del progreso.

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