[*Col}– Relatos cortos: El gato estrellado / Eugenio Quirantes Sánchez

Por Eugenio Quirantes Sánchez

Era un gato negro realmente grotesco, pues más bien parecía una mutación de felino pero quizás hacia algo más peligroso, puede que entre lince y marsopa, tal vez; habría que decidir si se puede catalogar a la marsopa entre cánido o félido.

Bueno, lo cierto es que este gato negro, con un rabo extremadamente largo y más largo que cualquier gato hijo de vecino —de aquí lo de marsopa— andaba entre azotea y azotea, aterrando con su fuerza de gato exagerado a todos los otros gatos del vecindario. Se podían escuchar los gritos furiosos de estos animales, peleando con rabia por la noche. El minino amenazador se comía las pitanzas que los amos depositaban al anochecer para sus gatos, llamándolos con el típico bis- bis.

Los niños, los primeros en verlo, no dudaron en tirarle piedras. Y las viejas septuagenarias empezaron a maldecirlo, pues se colaba en las alcobas cuando los bebés dormían en sus cunitas.

Lo cierto del caso es que se empezó a poner inquieta la población cuando ya los papás, nerviosos por los acontecimientos que acaecían —accidentes de automóvil, por el gato; caídas trágicas, por el gato; niños arañados, por el gato; perros que había que atender en la veterinaria, por el gato; algo realmente insólito— pues decidieron denunciarlo a las autoridades. Sólo que no se encontró al susodicho animal, aunque un reguero de tragedias dejó tras de sí en el barrio cuando, como por cosa de magia, desapareció.

Al cabo de unos días de verdadera normalidad en la manzana llegaron noticias de un gato feo que aterraba a los vecinos en la cerca de la otra jurisdicción. Se decía de accidentes de automóviles, caídas trágicas, etc. Al parecer se supo, sólo que no se pudo dar caza al gato deslucido.

Al par de semanas de esto se informó a la población, a nivel nacional, de la realidad de una crisis económica, junto con la ruptura de la tregua en el conflicto de Oriente Medio, guerra en un país caribeño, varios accidentes de aviación, pandemia, etc.

Una viejecita, toda vestida de negro, encendió una velita a su santa en el altar pidiendo por los animalitos perdidos que nada tienen que comer.

Guamasa, Tenerife, 15/09/2009

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