[El Paso}– Don Pedro Castillo, hijo ilustre de El Paso / Antero Simón

En un recorte de la revista Canarias Gráfica, no sé de qué fecha, que encontré entre mis papeles, aparece este escrito de don Antero Simón en homenaje a la memoria de Don Pedro Martín Hernández y Castillo. No es raro que conservara yo tal escrito porque don Pedro fue mi tío-abuelo, y don Antero primo tercero mío.

Según información dada por, o validada con, Roberto Pérez Simón —primo hermano de Antero y también primo tercero mío— desde muy joven, Antero asombró al pueblo de El Paso con su avanzada inteligencia.


Antero Simón. Julio/1955

Terminada la primaria en la escuela de don Pedro, hizo el bachillerato con la ayuda y guía de doña Carmenchu, dama varios años mayor que él, nacida en Valcarlos, en el Pirineo Navarro (España), que vino a El Paso como maestra nacional, y aunque su especialidad no era impartir clases de bachillerato, ayudó a Antero en esos estudios, y terminó siendo su esposa y madre de sus hijos.


Carmenchu. Julio/1955

Concluido el bachillerato, Antero pasó luego a la universidad donde estudió Filosofía y Letras, obtuvo el doctorado en esta materia y dictó clases de ella en la misma universidad donde la estudió, en la de San Fernando (La Laguna, Tenerife, Canarias).

Mientras ejercía como profesor de Filosofía y Letras estudió, en la misma universidad, la carrera de Derecho, que pasó luego a ejercer. Por la honestidad y rectitud que siempre mostró en ese ejercicio se ganó en Canarias el epíteto de “El abogado de la honradez”, lo cual es mucho decir para un abogado.

Durante cinco años fue director del Instituto de Cultura Hispánica de la Universidad de Río (Brasil), de la que recibió la distinción de Doctor Honoris Causa.

Hablaba español (su lengua materna), francés, inglés, alemán, italiano y portugués, y fue nombrado Hijo Predilecto de la Ciudad de El Paso.

Al final del mencionado recorte, y bajo el título “Una petición al Ayuntamiento de El Paso”, leo un fragmento en que Canarias Gráfica, basándose en el siguiente escrito de don Antero Simón, solicita que el Ayuntamiento de El Paso dé el nombre de Pedro Martín Hernández a una de las calles del pueblo. No si por ésta u otras peticiones similares, hay en El Paso una calle que recibió, desde hace años, el citado nombre.

Carlos M. Padrón

***

A la memoria de mi maestro, don Pedro Martín Hernández y Castillo

Antero Simón


Foto publicada en este artículo de Canarias Gráfica.

No todos los pueblos cuentan, en la galería de sus hijos, con figuras venerables, con nombres casi simbólicos; pero El Paso sí. Los que fuimos niños hace ya cierto tiempo tuvimos la suerte, no ya de tratar sino de salir de las manos de una de esas figuras: Don Pero, cuyo nombre evoco con la emoción y la ternura de quien, bajo su guía, entró a los caminos del conocimiento y de la vida.

Maestro

Cuando aprender era heroico, don Pedro se formó a sí mismo; cuando enseñar no era fácil, don Pedro enseñó y educó a los demás. Su labor tuvo dimensiones excepcionales porque no se ocupó sólo de la formación elemental de sus alumnos sino que fue muchísimo más lejos: a lo artístico, a lo literario, a lo moral.

El Paso tuvo entonces grupos artísticos, actividades literarias, vocaciones y realizaciones que, en época posterior, y con más medios, decayeron o acabaron perdiéndose. Y la preocupación constante de don Pedro fue la formación integral de sus alumnos, el modelado de sus carreras. Por eso, sin duda, nos sentimos con respecto a él discípulos y no alumnos.

Su acción educativa se salió del recinto de la Escuela. Para los demás fue siempre el consejero fiel y honrado, el padre espiritual que jamás dejó de buscar y encontrar, en beneficio de los otros, la solución adecuada para el problema con que la vida nos sorprende cada día.

Todo los de El Paso le estamos en deuda, según pienso. Yo, por lo menos, me reconozco uno de sus deudores.

Patriota

Eminentemente familiar, enamorado de una esposa y de unos hijos no menos ejemplares, don Pedro amó entrañablemente a su patria grande y a su patria chica, a las que cantó, sin regateos, en todo momento y en todo lugar. España y El Paso estuvieron en el centro de sus devociones más íntimas, y siempre presentes en sus clases, en sus charlas, en sus poemas.

Creyente

No es el rasgo menos importante, pues se nos antoja el fundamento y la explicación de los demás. Hombre de fe meridiana y luminosa, su vida fue, en todos los aspectos, la realización viviente de esa fe. Lo cristiano fue carne y sangre de su comportamiento, móvil permanente de su conducta, clave de sus actos y suprema esperanza de su vida. El título (“Todo por Dios”) de su última obra, inédita, es el resumen de una vida que fue, en efecto, toda por Dios y para Dios.

Valgan estas líneas como recuerdo agradecido de quien se honra en proclamarse su discípulo.

***

En el mismo mencionado recorte, y a la derecha de este artículo de don Antero Simón, Canarias Gráfica escribió:

“Reproducimos con gran satisfacción este bello poema, inédito, del ilustre palmero don Pedro Martín Hernández y Castillo, de gran aprecio y valía”.

El Paso

Es centro de La Palma la ubérrima ciudad
de nítidos paisajes, de histórica grandeza,
do encuentran los artistas sublime amenidad,
encantos que difunde la acción de la Belleza.

En él está el vetusto, famoso y milenario,
acaso el más gigante que tienen las Canarias,
que da sombra a los seres que llegan al santuario
a honrar a la Princesa con férvidas plegarias.

“El Pino de la Virgen” lo llaman los mortales
porque él guardó en su trono la imagen de María,
a aquélla a quien los fieles en cánticos triunfales
le dieron nuevo templo, tributo a su valía.

Es pueblo en que se encuentra la célebre Caldera
que admiran los turistas que buscan lo grandioso.
Después de contemplarla pregonan por doquiera
que tienen los pasenses el cráter más famoso.

Es pueblo en que está el monte, lugar de la campaña
en que el Adelantado su empresa consumó
logrando en el combate que fuera para España
la perla del Atlántico que entonces conquistó.

Y desde aquella fecha, La Palma, ya española,
levanta en todas partes el signo de la Cruz,
izando la bandera, de ibérica aureola,
orlada de trofeos, de glorias y de luz.

Mansión de los almendros, ubérrima ciudad
de prados y vergeles, de histórica grandeza:
en ti halla el artista sublime amenidad,
encantos que difunde la acción de la Belleza.

[*Otros}– Tenerife recuerda a las 583 víctimas de Los Rodeos 30 años después del siniestro aéreo

27/03/2007

Un total de 583 personas fallecieron en el choque de dos ‘Jumbos’, uno de KLM y otro de Pan Am. Los aviones habían sido desviados a Tenerife por una alerta de bomba en Gran Canaria.

El avión holandés comenzó la maniobra de despegue sin permiso de la torre de control. Una densa niebla cubría las instalaciones del aeropuerto tinerfeño

Desde la Mesa Mota, un pequeño monte ubicado en el municipio norteño de La Laguna, en Tenerife, hay unas vistas espectaculares del aeropuerto de Los Rodeos. Hasta allí ascendieron cientos de tinerfeños el 27 de marzo de 1977, hace ahora 30 años, para ver con sus propios ojos los efectos del mayor accidente en la historia de la aviación comercial de todos los tiempos.

Esta tarde, en ese mismo lugar, se inaugura un monumento en homenaje a las 583 víctimas de la tragedia. ‘La escalera de caracol’, una escultura de acero de 18 metros del artista holandés Rudi van de Wint, se erige, en perpetua memoria de los fallecidos, con la presencia de algunos de sus familiares llegados desde Holanda y Estados Unidos, y de representantes de los Gobiernos de España y los dos países originarios de los aviones siniestrados.

La Asociación en Memoria de las Víctimas ‘Tenerife Memorial’ es la impulsora del acto y la entidad que ha donado la escultura al Cabildo de Tenerife. Horas antes, sobre mediodía, y por primera vez desde el accidente, un acto internacional conmemorativo del evento tendrá lugar en la capital tinerfeña.

Un cúmulo de coincidencias

El 27 de marzo de 1977 la mala suerte se cebó con los ocupantes de sendos Boeing-747 de las compañías KLM (Holanda) y Pan Am (EEUU).

Ese día, ninguno de los dos debería haber estado en Tenerife. Los 373 pasajeros del avión estadounidense, y los 234 del holandés tenían como lugar de destino el vecino aeropuerto de Gran Canaria. Sin embargo, la explosión de una bomba en ese aeródromo y el anuncio de una segunda deflagración obligaron a las autoridades aéreas a desviar los vuelos al aeropuerto de Los Rodeos.

En el aeropuerto de Los Rodeos —también conocido hoy como Tenerife Norte— llovía, la visibilidad era escasa. No obstante, los aterrizajes y despegues se desarrollaban con normalidad hasta que, como consecuencia de la llegada de los vuelos desviados, pronto se saturaron las zonas de aparcamiento y los aviones tuvieron que ser aparcados en las calles de rodadura.

Fue eso lo que sucedió con los dos ‘Jumbos’ siniestrados. Con los accesos a la zona de despegue bloqueados por otras aeronaves, se vieron obligados a utilizar la pista principal para ubicarse en la posición idónea para el despegue una vez que el tráfico con Gran Canaria fue restablecido.

Esta circunstancia, sin ser del todo irregular, resultó siniestramente determinante para que se produjera el accidente. Con baja visibilidad a causa de la bruma, ni las tripulaciones de los dos aviones ni los controladores aéreos pudieron confirmar a tiempo que uno de los dos había comenzado su carrera de despegue mientras el otro aún invadía la pista de vuelos.

Como también fue determinante el fallo en las comunicaciones entre la torre de control y los pilotos de ambos aviones. Según los investigadores del accidente, es más que probable que una de las órdenes emitidas desde el centro de control no fuera convenientemente interpretada en ambas cabinas de mandos.

Muchas otras hipótesis, como el cansancio de las tripulaciones, se han barajado en los informes sobre las causas. Pero lo único absolutamente cierto es que a las 17.06 horas el cielo de La Laguna, el municipio que acoge las instalaciones aeroportuarias, se tiñó de rojo y así permaneció hasta las tres y media de la madrugada del día siguiente.

Los 55.500 litros de combustible del avión de KLM, que aprovechó la espera para repostar el queroseno necesario para volver a Holanda, fueron determinantes en el alcance de la tragedia: ni un sólo superviviente entre los que se encontraban en esa aeronave. Los bomberos no conseguían acercarse al lugar de las llamas a causa de las elevadas temperaturas, sólo podían mirar desde la distancia lo que sucedía.

El avión holandés, en plena carrera de despegue sin contar con la autorización pertinente, chocó primero contra el ala del de Pan Am y luego, en un intento desesperado, consiguió levantar el vuelo apenas unos metros y arrasó la cubierta superior del otro avión, desplomándose entonces y provocando la muerte a 321 ocupantes del avión estadounidense.

En total, 583 fallecidos. Poco después del suceso, Tenerife puso en marcha su segundo aeropuerto, el Reina Sofía, en el sur de la isla, reservando Los Rodeos para los vuelos interinsulares.

En la actualidad, y con notables mejoras en las ayudas a la navegación aérea, Tenerife Norte, o Los Rodeos, vuelve a estar abierto al tráfico nacional e internacional, y se consolida como una de las apuestas más decisivas para el turismo en la zona.

El Mundo.

[*MiIT}– FortiClient recibe el premio 100% Award de Virus Bulletin (VB)

Definitivamente, hay que desconfiar de los informes de este corte. He revisado los resultados de Virus Bulletin, y el record de Fortinet es que de un total de 40 testeos, no se presentó en 28, y de los 12 a los que sí se presentó falló 6 y aprobó 6. ¡Pues vaya record “sensacional e incomparable”!. Nada que ver con los de Esst (NOD32), Sophos, y Kaspersky, por nombrar algunos.

Además, su producto FortiClient™ es —como Norton, McAfee y otros— del tipo “todo en uno” pues, según se deduce del artículo que sigue, incluye antivirus, firewall, limpieza y antispyware, o sea, que es de los que merecen la sentencia inglesa “Those who try to be a jack of all trades, end up being a master of none”, que traducido a lenguaje de mi pueblo sería “Quien mucho abarca poco abraca”.

Carlos M. Padrón

***

24/03/2007

Fortinet ha anunciado que su software de seguridad FortiClient™ ha recibido por quinta vez consecutiva el galardón 100% Award de la revista Virus Bulletin (VB).

En este análisis relacionado con los productos de antivirus que trabajan en Microsoft Vista™, FortiClient obtuvo las mejores marcas en todos los premios de esa categoría.

Los premios 100% Awards de Virus Bulletin (VB), de gran prestigio en la industria, se conceden a los productos probados por expertos independientes que demuestran su capacidad para detectar con precisión el 100% de los virus conocidos como “in the wild» (lista oficial en la que se enumeran mensualmente los virus que más incidencias han ocasionado, los más extendidos), y que constituyen los virus reales en la actualidad.

El grupo de expertos de Virus Bulletin realizó pruebas a FortiClient 3.0 y otros 15 productos de antivirus para comprobar las tasas de detección, existencia de falsos positivos y velocidad de escaneo. El último premio VB 100% Award se suma al sensacional e incomparable portafolio de certificaciones y distinciones de Fortinet, entre las que se incluyen cinco VB 100% Award, dos certificaciones NSS (IPS, UTM) y ocho certificaciones ICSA (firewall, antivirus, IPSec, SSL, IDS, detección de antivirus en cliente, limpieza y antispyware).

“Es imprescindible que los proveedores de seguridad sean capaces de proteger a sus usuario contra los ataques que se aprovechan de los agujeros de seguridad de Microsoft Vista. El recibir este reconocimiento en el análisis para Windows Vista realizado por Virus Bulletin 100% enfatiza nuestra capacidad para anticipar las necesidades de nuestros clientes y proporciona la protección requerida contra el malware», afirmó Michael Xie, fundador, CTO y vicepresidente de ingeniería de Fortinet.

El software de seguridad integral FortiClient de Fortinet, que actualmente soporta tanto las versiones de 32 bit como las de 64 bit de Microsoft Vista, satisface la necesidad de acceso seguro y protección integral para teletrabajadores, personal móvil, sitios remotos y partners. FortiClient, la solución de software VPN IPSec de uso sencillo, presenta capacidades antivirus, anti-spyware, un cortafuegos personal y monitorización de registros. FortiClient funciona en los principales sistemas operativos de Microsoft Windows e incluye Traducción de Dirección de Red (NAT) trasversal, gestión centralizada de políticas, soporte de múltiples políticas de acceso a múltiples dispositivos, encriptación potente y una completa gama de herramientas para solucionar problemas.

La última versión de FortiClient también da soporte de 64 bit tanto a Microsoft Windows XP™ como a Windows 2003 Server. Diseñado para ampliar la protección en tiempo real a los usuarios de sobremesa y móviles, FortiClient elimina automáticamente virus, spyware, gusanos y otras amenazas de red al escanear y limpiar los mensajes entrantes y salientes.

Diario Ti:

[*ElPaso}– Tres de La Salina

22-03-2007

Carlos M. Padrón

La Salina, vecina y coetánea de mi madre, era famosa en el barrio por su “altruismo”, sus “profundas” reflexiones y la ligereza con que las expresaba.

Contaba mi madre que un día en que varias mujeres estaban reunidas, bordando, en casa de La Salina, cada una sentada en su respectivo taburete, la Salina hizo un mal movimiento y cayó hacia atrás, con tan mala suerte que en la caída abrió las piernas de par en par y, al alzarlas así abiertas, la falda le llegó a la cabeza.

En cuanto pudo recobrar su compostura, y aún en el suelo, exclamó lloriqueando:

—¿Se me vio algo? ¡Ay, Dios mío, y yo que suelo ponerme bragas todos los días, no me las puse hoy!

(Bragas = pantaletas).

~~~

En aquellos tiempos los proveedores de pescado eran unas mujeres, llamadas genéricamente “barqueras” y vecinas de El Puerto (Tazacorte), que si bien a veces llegaban en guagua (bus) a El Paso, otras veces, cargando en su cabeza una cesta llena de pescado, subían caminando desde El Puerto —por lo menos unos 11 k y en pendiente pronunciada— para ver de vender su mercancía en El Paso, lo cual no siempre lograban totalmente. Y en particular no lo lograba una de ellas, llamada Manuela y famosa por sus malas pulgas, a quien apodaron “La guagua de las dos” porque llegaba a El Paso en la guagua de las 2 de la tarde, y a esa hora le era ya difícil vender su pescado porque sus competidoras, Celia y Gabriela, habían llegado antes y cubierto la demanda.

La Salina sabía de estos fracasos de gestión comercial de “La guagua de las dos”, y se apostaba pacientemente en la entrada de su casa esperando que Manuela bajara con mercancía sobrante.

Un día en que se dio esta condición, La Salina le propuso a Manuela canjearle pescado por tunos, fruta ésta que se daba por montones en El Paso pero que para la fecha no se conseguía en Tazacorte.

Como la propuesta, más que leonina, era de uno por uno —o sea, tantos pescados como tunos— “La guaga de las dos” montó en cólera, pero sabiendo que si no transigía tendría que llevarse de regreso su pescado, aceptó, y, para colmo, cuando ya se iba cuesta abajo echando maldiciones, La Salina le gritó:

—Manueeela, ¡no te olvides de traerme mañana las cascaritas, que las quiero pa’l cochino!.

(Las cáscaras de tunos —fotos de ellos aquí—, una vez secadas al sol, eran buen alimento para esos animales).

~~~

Con ocasión de la muerte de un vecino próximo, La Salina se sintió obligada a ir al correspondiente velorio, que tenía lugar en la casa del difunto porque entonces no había funeraria en El Paso. Al llegar al sitio, se sentó junto a María, esposa del difunto, y no sabiendo qué decir para expresar sus condolencias, emitió un profundo suspiro y exclamó:

—Pues sí, María, todos tenemos por qué sufrir: ¡hoy la gallina me movió un huevito!

(Se llamaba “huevo movido” el que, por falta de calcio, tenía la cáscara tan delgada y delicada, casi como papel de fumar, que las más de las veces se rompía cuando se quería recogerlo del nido).

[*FP}– Neblina (7/7): El ‘mea culpa’ de Hyatt

Carlos M. Padrón

El mea culpa de Hyatt

Unas dos semanas después de haber llegado de mi último viaje a Australia recibí de la oficina del CEO de Hyatt, y firmada por él, una carta llena de disculpas pues —decía— había pedido verificación de los hechos por mí descritos y habían resultado ciertos, ante lo cual me rogaba que la próxima vez que yo fuera a USA se lo hiciera saber con la debida anticipación. ¡Eso, exactamente eso, era lo que yo buscaba cuando le envié al CEO mi carta!.

En mayo de 1992, un mes antes de salir en mi asignación para España, decidí, usando mis millas, ir a Palo Alto con mi hija Elena —mi otra hija, Alicia, seguía aún en Palo Alto— y con las que para entonces eran todavía mi mujer y mi suegra. Con la debida anticipación avisé al CEO de Hyatt, y en el Hyatt Rickeys de Palo Alto —el mismo donde me habían enviado cuando no me dejaron quedar en el otro Hyatt de Palo Alto, y que esta vez sí pude examinar en detalle y comprobar que era muy buen hotel— me dio, GRATIS, una suite con dos habitaciones, cuatro camas king, dos baños, salón, dos televisores —uno tamaño “heroico”—, etc.

Una comprobación de que no hay mal que por bien no venga.

***

En beneficio de quienes no tuvieron la “dicha” de viajar con Neblina, creo conveniente narrar la anécdota que, en mi opinión, mejor define la forma de actuar de este personaje.

Un día en que, habiéndome ya cambiado de la agencia de Neblina a la manejada por las dos chicas guapas, bajé al sótano a tramitar algo con las tales chicas, encontré que en la agencia de Neblina, que estaba frente por frente a la de las chicas, había un tremendo lío. Un par de IBMistas que habían viajado juntos a no sé dónde le reclamaban de mala manera a Neblina el no haberles hecho reservas de hotel, de carro, de etc., en fin, lo de siempre.

Neblina, sentado tras su escritorio y practicando su tic nervioso de hacer emerger su cabeza y halar hacia arriba las mangas de su camisa, se defendía con los argumentos más peregrinos que uno pudiera imaginar, lo cual exacerbaba más el ánimo de sus víctimas.

Recostado en actitud indolente contra el marco de la puerta de la oficina de Neblina, y con una sonrisa sarcástica dibujada en su rostro, estaba, callado, Julián L., uno de nuestros “filósofos” maestro de la ironía. En todo el tiempo que estuve haciendo mi trámite en la agencia de las dos chicas, el lío aumentó en intensidad —para deleite de éstas—, así que cuando terminé con mi trámite me acerqué a la puerta de la oficina de Neblina, y como nadie, excepto Julián, reparó en mí, a él le pregunté qué pasaba. Con voz bastante alta para que lo escucharan los otros tres, me dijo:

―Lo que pasa es que la gente de esta compañía no entiende a Neblina.

Los dos IBMistas detuvieron en seco sus airadas protestas y, al igual que Neblina, se quedaron mirando asombrados a Julián —persona por demás respetada en IBM—, quien aprovechó el silencio para, dirigiéndose luego a ellos, hacer su exposición.

―Ustedes argumentan que Neblina nunca le haría a Salvador (a la sazón presidente de IBM de Venezuela) las cosas que les ha hecho a ustedes. Pero deben saber que si Salvador le pidiera a Neblina que fuera al CCCT [1] a hacerle una diligencia, para Neblina no tendría eso ningún aliciente si tuviera que ir y venir por la amplia y segura pasarela para peatones. No, para él tendría aliciente si tuviera que pasar entre IBM y el CCCT, ida y vuelta, por sobre un cable tendido entre los dos edificios, sin pértiga, de espaldas, de noche y lloviendo. Cuando ustedes entiendan eso, entenderán por qué Neblina hace lo que hace.

Los dos tipos y yo rompimos en carcajadas, y Neblina se puso rojo como un tomate. Acto seguido, Julián dio media vuelta y, sin decir nada más, se fue.

Efectivamente, lo correcto y predecible no tenían atractivo para Neblina, pero además —y creo que Julián se dejó esto en el tintero—, aparte de la indudable cuota de improvisación, incompetencia y falta de responsabilidad, ciertamente parecía detestar lo sencillo, rutinario y carente de emoción, pero, mucho más aún, lo legal, correcto, diáfano, transparente y a prueba de auditoría. Tanto detestaba todo esto que parecía padecer de algún extraño tipo de sadismo compulsivo que, tal vez por saberse protegido, le llevaba por la ruta de los enredos y tracalerías, para luego disfrutar de los inconvenientes y arrecheras que así causaba en sus víctimas.

Creo que fue en 1992 cuando la agencia que él representaba fue reemplazada por otra, también con dos lindas chicas para gestionarla, y, por fin, Neblina dejó IBM.

Si estoy acertado en mis cálculos de tiempo, fueron 18 años los que disfrutó poniendo a parir a muchos IBMistas que deben guardar de él muy “gratos” recuerdos. A mí —aparte de los recuerdos, igualmente “gratos”, que ya he contado— me dejó la duda, que ya mencioné al principio de esta crónica, de por qué lo mantuvieron tanto tiempo en IBM.

Tal vez algunos IBMista que lean esta crónica y que in illo tempore disfrutaran de las “delicias” de viajar con Neblina se animen a escribir las experiencias que éste les hizo vivir, y si me envían por e-mail tales escritos veré de publicarlos en Padronel como contribución a la difusión de la “magna obra” del inigualable Neblina.

***

En 1996, de regreso ya de mi asignación en España y estando yo en la recepción de IBM, entró Tacoa y, muerto de risa, se me acercó y me dijo, como lo ha hecho todas las veces que me ha visto desde diciembre de 1991:

—¡Fray Junípero quiere que vayas a Australia otra vez!.

***

[1]: CCCT = Centro Comercial Ciudad Tamanaco, que está justo enfrente al Edf. IBM.

[*MisCan}– «Muchacha de ojazos negros»

Ésta es una de las “y otras”; o sea, que de mí tiene sólo mi voz.

Como siempre me gustó esta canción venezolana, aunque nunca tuve especial predilección por los ojos negros, cuando comencé con mi hobby de grabar música me puse a buscar un instrumental de «Muchacha de ojazos negros», hasta que di con uno, creo que de los Torrealba, al que más o menos podía llegarle con mi voz. Y la grabé sin propósito alguno; tanto es así que no anoté los datos de su ficha técnica.

Pero durante los últimos años he sido cautivado por unos ojos negros, y hoy, 19 de marzo, esta canción tiene un propósito: dedicársela públicamente, en el día de su cumpleaños, a Chepina,

la extraordinaria compañera que la vida me dio, mi “muchacha de ojazos negros”.

Para bajar/escuchar la canción,

[*ElPaso}– Valores humanos de mi pueblo: Doña Petronila González Guélmez / Ismael González G.

A pesar del cariño y agradecimiento que le profesé a tía Nila —pues, según me contaron, con el arrojo y decisión que le eran característico me salvó la vida cuando apenas tenía yo 16 meses de edad —, después del panegírico que sigue me pregunto a qué vocabulario habría recurrido don Ismael González si hubiera tenido que escribir uno referido a Leonardo Da Vinci o Miguel Ángel Buonarroti.

Tal vez por eso que tía Nila hizo conmigo; por el cariño que desde entonces me tomó; porque durante mi infancia pasé mucho tiempo en su casa, para llegar a la cual sólo tenía yo que caminar 20 metros desde la mía; porque la escuela a la que primero asistí fue la de tío Pedro, también al lado de mi casa; por otros motivos que, dada mi corta edad, escaparon a mi memoria consciente; por el tiempo que pasé con ella y con un ya muy deteriorado tío Pedro, cuando iba yo en verano a presentar en Santa Cruz de Tenerife exámenes de bachillerato y me dejaban quedar allí un mes, en casa de tío Pedro y tía Nila, si los aprobaba. Tal vez por la gran influencia que por todo eso tuvieron ellos en mi formación, dos esotéricos que de mi vida nada sabían, y que estaban en países diferentes, me dijeron, también en momentos diferentes, que yo tenía unos segundos padres.


Tía Nila, tío Pedro y Carlos Padrón. Foto de mi colección tomada frente a la iglesia de San Agustín, en La Laguna (Tenerife).

Como no creo en casualidades, sólo puedo pensar que se referían a tío Pedro y tía Nila, con quienes mantuve estrecho contacto durante los primeros 22 años de mi vida.

Carlos M. Padrón

***

Ismael González G.
(Artículo publicado en el Diario de Las Palmas, Canarias, el 25/03/1972, con esta foto:

La personalidad de doña Petronila González Guélmez constituye una institución en su decidida aportación a la influencia vocacional artística —pintura, dibujo, y labores decorativas del hogar—, manifestada con la presencia que su auge esplendoroso tuvo en la juventud del sexo femenino pasense, exactamente en el período de enseñanza de doña Nila, como familiarmente se la llamaba.

Ni antes ni después se ha conseguido en El Paso aunar en la juventud un deseo de expresión artística, tan natural, imaginativo y acentuado como cuando se conjugaba el verbo enseñar en el colego “El Paso”, de don Pedro Martín Hernández y Castillo (don Pedro Castillo) y su señora esposa, doña Petronila González Guélmez (doña Nila). Verbos conjugados, repito, en una extensa gama de actividades ilustrativas.

Importa mucho decir que, para los años de nuestra mujeres de más de 50, no es aventurado pensar que colgado en la sala de un elevadísimo número de hogares del pueblo hubiera un lienzo en óleo, o una cartulina en carbón o acuarela, salido del estudio pictórico, abierto a sus discípulos a quienes doña Nila iniciaba, y supervisaba después, en esa ocupación liberal donde se expresan en colorido las facultades imaginativas o naturales captaciones del artista.


Doña Nila (la cuarta, de izquierda a derecha, de las que aparecen detrás de la mesa) con algunas de sus alumnas,… que no sé quiénes son.
Foto tomada de la portada del programa de la exposición artística hecha en El Paso con motivo de las fiestas de la Virgen de El Pino durante agosto y septiembre de 1997.

La calidad artística de doña Petronila González Guélmez es interesantísima, por compleja, en el desempeño de sus funciones como productora y profesora. Su instrucción autodidacta, que adquirió en su pueblo de El Paso, la lleva a una posición de superior categoría dentro del escaso número de individuos privilegiados en captar, por intuición, los particulares fenómenos naturales, y en plasmarlos fielmente para recreación de los profanos e inspirados en una amplitud de ideas perceptibles en una mente fiebrosa de agitadas convulsiones artísticas, revelarlas, y exteriorizarlas sensiblemente comprensibles a nosotros, los ignorantes.

El que doña Nila fuera una matrona ejemplar como madre —y raíz de una dinastía de artistas sensitivos, principalmente en el campo de la música— no fue en ella óbice para que se entregara, con una dedicación entrañable, al gran influjo de su pasión educativa. En sus manos hacendosas en los quehaceres domésticos, que nunca desdeñó, se operaba un sortilegio enigmático cuando la mente le dictaba ideas que iban tomando formas de flores o paisajes bajo la sabia disposición de rasgos y manchas impregnados en el lienzo por el sutil pincel que producía una pintura grácil, emotiva y sentimental.

Doña Petronila González Guélmez ha dejado en El Paso una honda huella en la incursión de su polifacético quehacer artístico. La profundidad imaginativa en sus creaciones de dibujos, pinturas, bordados en telas, etc., no ha podido ser marginada por este avasallador esnobismo que estamos padeciendo en todos los órdenes comunes a nuestro vivir contemplativo actual.

Tenía doña Nila la peculiar semblanza de una mujer pensadora y observadora que se manifestaba en una mirada fúlgida y relampagueante, humanizada por las múltiples circunstancias a las que se debía en su condición de esposa, madre, y de artista de amplias concepciones para ejecutar y suministrar enseñaza a los demás.

Si los pueblos se deben en cultura a sus hijos preclaros, El Paso es un caso de significativa deuda con doña Nila y don Pedro, su esposo, amantísimos educadores, y ejemplares guías de sus hijos y de los hijos de tantos y tantos padres pasenses.

De doña Petronila dijo su esposo, en un sentimental poema dedicado a ella:

Mujer, por tu pasión
latir siento en mi pecho
en ansias ya desecho
mi ardiente corazón.

Esto nos hace comprender la sólida armonía conyugal existente en dos seres afines, ejemplares, y la apreciación delicada, sentida, que don Pedro, en su calidad de hombre dimensional, remansaba en su corazón, con rescoldo tibio, hacia su esposa. Rescoldo, calor y aliento correlacionados hasta la plenitud en unas facultades exquisitas, por la esposa amante, por la mujer sensitiva y la artista genial que era doña Petronila González Guélmez.

También yo, en mis calenturientos soliloquios, en arrebatos histéricos de un pensar vacilante, he dicho de doña Nila:

¡Qué profunda sensación
de grandeza en la mirada!
¡Qué sublime emanación
de su fértil pensamiento!

¡Qué tangible se nos muestra
sobre su frente nimbada
esa gran clarividencia
de mujer privilegiada!

¡Qué pena sea marginado
su prodigioso talento!

Es nuestro deseo —o mi deseo— que este simple escrito sirva para despertar el letargo operante en alguno de mis documentados paisanos, y éste se apreste a una tarea reivindicadora en méritos a personalidades tan egregias como doña Petronila González Guélmez, una más de los Valores Humanos de mi pueblo.

[*ElPaso}– Petronila González Guélmez, mi tía Nila

15-03-2007

Carlos M. Padrón

A pesar del cariño y agradecimiento que le profesé a tía Nila —pues, según me contaron, con el arrojo y decisión que le eran característico me salvó la vida cuando apenas tenía yo 16 meses de edad —, después del panegírico que sigue me pregunto a qué vocabulario habría recurrido don Ismael González si hubiera tenido que escribir uno referido a Leonardo Da Vinci o Miguel Ángel Buonarroti.

Tal vez por eso que tía Nila hizo conmigo; por el cariño que desde entonces me tomó; porque durante mi infancia pasé mucho tiempo en su casa, para llegar a la cual sólo tenía yo que caminar 20 metros desde la mía; porque la escuela a la que primero asistí fue la de mi tío-abuelo Pedro (Tío Pedro, como todos lo llamábamos en casa), también al lado de mi casa; por otros motivos que, dada mi corta edad, escaparon a mi memoria consciente; por el tiempo que pasé con ella y con un ya muy deteriorado tío Pedro, cuando iba yo en verano a presentar en Santa Cruz de Tenerife exámenes de bachillerato y me dejaban quedar allí un mes, en casa de tío Pedro y tía Nila, si los aprobaba.

Tal vez por la gran influencia que por todo eso tuvieron ellos en mi formación, dos esotéricos que de mi vida nada sabían, y que estaban en países diferentes, me dijeron, también en momentos diferentes, que yo tenía unos segundos padres.


Tía Nila, tío Pedro y Carlos M. Padrón. Foto de mi colección tomada frente a la iglesia de San Agustín, en La Laguna (Tenerife), en abril de 1958

Como no creo en casualidades, sólo puedo pensar que se referían a tío Pedro y tía Nila, con quienes mantuve estrecho contacto durante los primeros 22 años de mi vida.

~~~

(Artículo publicado en el Diario de Las Palmas, Canarias, el 25/03/1972)

Ismael González G.

Valores humanos de mi pueblo: Doña Petronila González Guélmez

La personalidad de doña Petronila González Guélmez constituye una institución en su decidida aportación a la influencia vocacional artística —pintura, dibujo, y labores decorativas del hogar—, manifestada con la presencia que su auge esplendoroso tuvo en la juventud del sexo femenino pasense, exactamente en el período de enseñanza de doña Nila, como familiarmente se la llamaba.

Ni antes ni después se ha conseguido en El Paso aunar en la juventud un deseo de expresión artística, tan natural, imaginativo y acentuado como cuando se conjugaba el verbo enseñar en el colego “El Paso”, de don Pedro Martín Hernández y Castillo (don Pedro Castillo) y su señora esposa, doña Petronila González Guélmez (doña Nila). Verbos conjugados, repito, en una extensa gama de actividades ilustrativas.

Importa mucho decir que, para los años de nuestra mujeres de más de 50, no es aventurado pensar que colgado en la sala de un elevadísimo número de hogares del pueblo hubiera un lienzo en óleo, o una cartulina en carbón o acuarela, salido del estudio pictórico, abierto a sus discípulos a quienes doña Nila iniciaba, y supervisaba después, en esa ocupación liberal donde se expresan en colorido las facultades imaginativas o naturales captaciones del artista.


Doña Nila (la cuarta, de izquierda a derecha, de las que aparecen detrás de la mesa) con algunas de sus alumnas,… que no sé quiénes son.
Foto tomada de la portada del programa de la exposición artística hecha en El Paso con motivo de las fiestas de la Virgen de El Pino durante agosto y septiembre de 1997.

La calidad artística de doña Petronila González Guélmez es interesantísima, por compleja, en el desempeño de sus funciones como productora y profesora. Su instrucción autodidacta, que adquirió en su pueblo de El Paso, la lleva a una posición de superior categoría dentro del escaso número de individuos privilegiados en captar, por intuición, los particulares fenómenos naturales, y en plasmarlos fielmente para recreación de los profanos e inspirados en una amplitud de ideas perceptibles en una mente fiebrosa de agitadas convulsiones artísticas, revelarlas, y exteriorizarlas sensiblemente comprensibles a nosotros, los ignorantes.

El que doña Nila fuera una matrona ejemplar como madre —y raíz de una dinastía de artistas sensitivos, principalmente en el campo de la música— no fue en ella óbice para que se entregara, con una dedicación entrañable, al gran influjo de su pasión educativa. En sus manos hacendosas en los quehaceres domésticos, que nunca desdeñó, se operaba un sortilegio enigmático cuando la mente le dictaba ideas que iban tomando formas de flores o paisajes bajo la sabia disposición de rasgos y manchas impregnados en el lienzo por el sutil pincel que producía una pintura grácil, emotiva y sentimental.

Doña Petronila González Guélmez ha dejado en El Paso una honda huella en la incursión de su polifacético quehacer artístico. La profundidad imaginativa en sus creaciones de dibujos, pinturas, bordados en telas, etc., no ha podido ser marginada por este avasallador esnobismo que estamos padeciendo en todos los órdenes comunes a nuestro vivir contemplativo actual.

Tenía doña Nila la peculiar semblanza de una mujer pensadora y observadora que se manifestaba en una mirada fúlgida y relampagueante, humanizada por las múltiples circunstancias a las que se debía en su condición de esposa, madre, y de artista de amplias concepciones para ejecutar y suministrar enseñaza a los demás.

Si los pueblos se deben en cultura a sus hijos preclaros, El Paso es un caso de significativa deuda con doña Nila y don Pedro, su esposo, amantísimos educadores, y ejemplares guías de sus hijos y de los hijos de tantos y tantos padres pasenses.

De doña Petronila dijo su esposo, en un sentimental poema dedicado a ella:

Mujer, por tu pasión
latir siento en mi pecho
en ansias ya desecho
mi ardiente corazón.

Esto nos hace comprender la sólida armonía conyugal existente en dos seres afines, ejemplares, y la apreciación delicada, sentida, que don Pedro, en su calidad de hombre dimensional, remansaba en su corazón, con rescoldo tibio, hacia su esposa. Rescoldo, calor y aliento correlacionados hasta la plenitud en unas facultades exquisitas, por la esposa amante, por la mujer sensitiva y la artista genial que era doña Petronila González Guélmez.

También yo, en mis calenturientos soliloquios, en arrebatos histéricos de un pensar vacilante, he dicho de doña Nila:

¡Qué profunda sensación
de grandeza en la mirada!
¡Qué sublime emanación
de su fértil pensamiento!

¡Qué tangible se nos muestra
sobre su frente nimbada
esa gran clarividencia
de mujer privilegiada!

¡Qué pena sea marginado
su prodigioso talento!

Es nuestro deseo —o mi deseo— que este simple escrito sirva para despertar el letargo operante en alguno de mis documentados paisanos, y éste se apreste a una tarea reivindicadora en méritos a personalidades tan egregias como doña Petronila González Guélmez, una más de los Valores Humanos de mi pueblo.