20/07/2013
Lanzarote forma parte del archipiélago Canario, que está localizado en el Atlántico, y es la Comunidad Autónoma más alejada de la Península.
Cuenta con rincones naturales impensables, y una mezcla de colores única: el azul del mar, el verde de sus palmeras y el negro de su tierra.
He aquí una lista de lo más destacado en esta isla.
Los Jameos del Agua
Los Jameos del Agua impactan al visitante. Se trata de un lugar especial porque se ha convertido en una obra de arte natural y también artística.
En su momento, supuso la primera intervención en Lanzarote del reconocido artista Canario César Manrique.
Los Jameos del Agua, forman parte de un gigantesco tubo volcánico que se adentra en el Atlántico y, además, son el mejor punto de partida para conocer la costa norte de la isla de Lanzarote.
En el mismo punto kilométrico de la carretera LZ-1 en dirección norte, hay una indicación que señala: a la derecha, los Jameos del Agua, y a la izquierda, la Cueva de los Verdes. ¿Qué hacer?
Las dos cuevas merecen una visita, pero los Jameos deben ser la primera opción. Aquí fue donde el artista César Manrique inició su estrecha relación con la naturaleza de la isla.
Un jameo es la parte de un tubo volcánico cuyo techo se ha derrumbado. De esta forma, se abre un gran orificio sobre el terreno. El origen de los Jameos del Agua está en el cercano Monte Corona.
Hace 5.000 años era un volcán que estalló y el río de lava que originó se precipitó hacia el Atlántico. Un tramo de sus casi siete kilómetros es la Cueva de los Verdes, y otro son los Jameos. Incluso hay un tercero, el Túnel de la Atlántida, que penetra más de un kilómetro en el mar.
El Mirador del Río
El famoso y reconocido artista César Manrique ha sido quien mejor ha sabido respetar la esencia de Lanzarote y conjugarla con el arte y la estética. En el Mirador del Río, mezcló como nunca el binomio arte y naturaleza.
Esta obra ofrece actualmente una vista privilegiada sobre la isla de La Graciosa y todo el archipiélago Chinijo, permitiendo que el visitante se integre con el paisaje. Pero, además, el propio mirador es en sí mismo una pequeña obra de arte natural.
En esta ocasión, el río no es tal, sino que se trata del brazo del océano Atlántico que separa Lanzarote del archipiélago Chinijo. Es un parque natural formado por las islas de La Graciosa (la única habitada), Alegranza, Montaña Clara, Roque del Este y Roque del Oeste.
No hay mejor panorámica sobre Chinijo que el Mirador del Río. Se encuentra ubicado en lo más alto del Risco de Famara, a 400 metros sobre el océano, que se extiende a sus pies. Esta estratégica ubicación no es casualidad: el mirador ocupa lo que en su día fue el emplazamiento de una batería de artillería levantada en 1898, durante la guerra de Cuba y Filipinas, por miedo a un hipotético ataque de la Marina de Estados Unidos.
El Mirador del Río se inauguró en 1973 como uno de los primeros reclamos de turismo sostenible en Lanzarote. César Manrique, con la ayuda de Eduardo Cáceres y Jesús Soto, optó por excavar la zona, que había sido de uso militar, construir el nuevo edificio y, después, taparlo todo de nuevo con un manto de piedra volcánica.
Las mejores playas
En el extremo sur de la isla, Playa del Papagayo es quizás la preferida por los lanzaroteños. Son siete kilómetros de calas situadas entre roquedales y peñascos. Después, se puede completar el viaje con una visita a otra maravilla de la naturaleza: el Parque Nacional de Timanfaya.
Playa Grande, en el animado Puerto del Carmen se ha convertido, con el paso de los años, en una de las zonas turísticas más importantes de Lanzarote. Para muchos viajeros, Puerto del Carmen y sus playas, entre las que destaca Playa Grande, son el primer contacto con la isla. Ésta es una opción ideal para aquéllos que gusten disfrutar de unos días de sol y mar, rodeados de servicios y comodidades.
A los pies de montañas de fuego
La isla canaria de Lanzarote conjuga naturaleza y ocio, modernos equipamientos y arquitectura tradicional.
César Manrique, el artista más universal de la isla, imprimió su huella imperecedera en los espacios de gran belleza y espectacularidad, esculpiendo la abrupta naturaleza de un paisaje eminentemente volcánico.
Ésta, la isla más oriental de Las Canarias, tiene la autosuficiencia de saberse, más que especial, única. Sus impresionantes paisajes volcánicos, a veces emulando la cara oculta de la luna, otras como lenguas de fuego congeladas en movimiento, convierten la ínsula en un prodigio de la naturaleza sin parangón.
César Manrique, el artista de Lanzarote
La isla de Lanzarote aún llora la pérdida de su más fiel amante. Se han cumplido ya quince años desde que el artista César Manrique posó su mirada por última vez en la tranquila belleza de esta isla Canaria.
César se mantiene vivo, no sólo en el recuerdo de quienes tuvieron la fortuna de tratarle, sino en las numerosas obras en la ínsula, como un inconmensurable legado.
«Muchas veces la pintura se me queda limitada a medidas establecidas por limitados espacios. Por esta razón, la aplicación de toda la imaginación-arte la traslado a la monumentalidad en contacto con la Naturaleza»,
son palabras del célebre César Manrique, artista que, en su búsqueda de la libertad creadora, encontró en su Lanzarote natal inspiración y aliada.
Sus creaciones, en dispares parajes, comparten la energía y belleza de los paisajes a los que se suma.
El Parque Nacional de Timanfaya
Lanzarote es una de las islas más antiguas del archipiélago Canario, y resume el paisaje volcánico como ninguna de las otras.
Hay un lugar en Las Canarias en el que uno puede disfrutar de lo más parecido a un paseo por la superficie lunar que pueda imaginarse. Hay que dejarse hechizar por sus abruptos parajes volcánicos y experimentar una visita de fantasía que uno querrá repetir una y otra vez.
Esta apariencia lunar, con abundancia de cráteres, barrancos y valles de lava solidificada, tiene su máxima expresión al oeste de la isla, en el Parque Nacional de Timanfaya, más de 5.000 hectáreas de ancestral tierra de volcanes. Todo un muestrario que concentra el ecosistema de una isla declarada Reserva de la Biosfera.
El vino de Lanzarote
Los exploradores europeos de los siglos XVIII y XIX que llegaban a Lanzarote se quedaban boquiabiertos al entrar en camello por el paraje de La Geria.
Hoy, tres siglos después, el que visita este paisaje agrario siente la misma sensación de asombro que los antiguos trotamundos.
El barón Alexander von Humboldt (1769-1859), el naturalista más importante que ha visitado Canarias, hablaba de espectáculo imponente.
La creación del sistema de cultivo para la vid con la arena volcánica —lapilli— que ha dado lugar a este paisaje antrópico tan original, es una muestra de ello.
La puerta de entrada por el pueblo de Uga, al sur de la isla, por donde se inicia la ruta es, sin duda, la más impresionante, con un marco incomparable al fondo, el Parque Nacional de Timanfaya y el Parque Natural de Los Volcanes.
El sereno de la noche, conocido en Lanzarote como la tarosa, hace brillar la arena negra volcánica, y se aprecia la irregular geometría que forman los miles de arcos de piedra que configuran los cortavientos individualizados para cada planta.
Siguiendo por la LZ-30, que cruza La Geria, se encuentran higueras y árboles frutales, asociados también al cultivo de la vid. En el paseo por la zona se aprecia cómo las vides están plantadas en el fondo de agujeros amplios de hasta 5 metros de diámetro y una profundidad de 1 a 2 metros. Las raíces de la vid penetran en las capas donde encuentran alguna humedad.
Hoy, el paisaje de La Geria está siendo transformado para permitir el uso de medios mecánicos, pues la tradicional forma semicircular de la vendimia sólo era posible mediante un proceso manual.
Fuente: ABC