[LE}– Origen de dichos y expresiones: Estar en Babia

19/08/2014

Estar en Babia

Según el Diccionario de la RAE, esta expresión significa «estar distraído y como ajeno a aquello de que se trata».

La mayoría de los expertos coinciden en que hace referencia a la comarca leonesa de Babia. Cercana al límite con Asturias, era normal que al preguntar por el paradero de los reyes de León, se contestara que se encontraban en este lugar, ya que debido a su abundante fauna era su lugar de caza preferido.

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[LE}– Frases hechas y por hacer: tener manga ancha, luna de miel,…

2014-11-06

Amando de Miguel

La labor arqueológica de rescatar palabras olvidadas debe incluir también la recuperación de algunas frases hechas, troqueladas por el uso.

En ellas se advierte todavía mejor el influjo de la cultura que nos envuelve. Será útil averiguar su origen, significado y posibles aplicaciones actuales. Van sin ningún orden, salvo el magnífico del azar.

Tener manga ancha

No se entiende muy bien en un mundo secularizado como el nuestro, pero tiene su gracia y su utilidad. Alude a la especial tolerancia o incluso la permisividad que demostraban los dominicos (con un hábito de mangas anchas) en la confesión o la dirección espiritual.

Contrastaba con la estricta disciplina y exigencia de los austeros jesuitas. Se podría aplicar, por ejemplo, para la conducta de Hacienda respecto de los contribuyentes del montón.

Luna de miel

Se refiere al corto periodo idílico que sigue al matrimonio, idealmente un viaje exótico. Resulta fundamental para que la pareja se integre, aunque ahora haya convivido antes de la ceremonia.

La relamida expresión alude a la antigua tradición de los desposados de beber vino con miel, acaso como afrodisiaco. Aunque la interpretación más sencilla sea que tanto «luna» como «miel» expresan alegorías de algo romántico y dulce.

Echar su cuarto a espadas

Significa el deseo o la intención de participar en un debate, una discusión. Nada tiene que ver con las cartas de la baraja, con el palo de espadas. Es el recuerdo de una época en la que los maestros de esgrima se trasladaban de un lugar a otro para dar lecciones de su oficio o su arte. Para lo cual colocaban una bandeja en sitio visible.

Las personas que deseaban tomar lecciones de esgrima depositaban su «cuarto» (moneda) en la bandeja y así quedan inscritas en el curso. Las actuales redes sociales nos han acostumbrado a que cualquiera puede esgrimir sus opiniones sin pagar nada por aprender a dialogar. No estaría mal que volviéramos a la costumbre tradicional de depositar un simbólico «cuarto» para poder participar en los debates y discusiones mil.

Tener mucha correa

Significa la capacidad para soportar con paciencia bromas y chanzas. La «correa» era el signo de los hábitos de los agustinos, un recuerdo de la que ceñía la túnica de San Agustín. De ahí que la expresión original sea la de «tener más correa que San Agustín».

Recoge la tradición dialéctica del santo de Hipona y después de los frailes agustinos, armados de paciencia para soportar largos debates.

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[LE}– Origen de dichos y expresiones: Camarada

16-09-14

Su origen viene de cuando los tercios tenían que prolongar su estancia en algún lugar, pues entonces se reunían en grupos de ocho o diez para hacer camarada o camareta.

Así lo explica un documento de la época: «Hacen la camarada, esto es, se unen ocho o diez para vivir juntos dándose entre ellos la fe (juramento) de sustentarse en la necesidad y en la enfermedad como hermanos».

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[LE}– Origen de dichos y expresiones: Bicoca

16-09-14

Algo sumamente fácil, o de escaso valor.

Se relaciona con la batalla librada el 27 de abril de 1522 en la localidad de La Bicocca, población cercana a Monza, en el antiguo condado de Milán, donde el ejército francohelvético fue diezmado sin que hubiera casi ninguna baja entre los españoles.

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[LE}– Origen de dichos y expresiones: Santa Rita, rita, rita, lo que se da no se quita

20/10/2014

M. Arrizabalaga 

¿Quién no ha usado de niño esta expresión cuando alguien reclamaba algo que anteriormente había regalado, sin saber que con este conjuro infantil invocaba a la «patrona de lo imposible»?

Por este apelativo se conoce a Santa Rita de Casia, una piadosa italiana que se ganó pronto el cariño popular por haber pasado por las penas y vicisitudes de una mujer de su tiempo.

Margarita Lotti, como en realidad se llamaba la santa, nació en la pequeña localidad italiana de Rocca Porena en 1381. Hija única, pronto quiso ingresar en un convento, pero sus padres la obligaron a casarse, con apenas 12 años, con Paolo di Ferdinando di Mancino, un hombre cruel y violento que constantemente la maltrataba y humillaba, según algunas crónicas. 

Durante 18 años soportó Rita este terrible matrimonio, rogando a Dios que convirtiera a su esposo, hasta que éste fue asesinado un día de vuelta a su casa.

Un año después, la epidemia de peste se llevó a sus dos hijos, Feltrinelli y Paolo Maria, por los que también rezaba, pues habían salido al padre. Cuentan que sus oraciones dieron fruto y que, poco antes de morir Paolo, los tres habían cambiado a mejor.

Viuda y sin hijos, intentó repetidamente entrar en un convento, «pero las comunidades de monjas le respondían que ellas solamente recibían a muchachas solteras», según señala la agencia católica Aciprensa. Al final fue admitida en el convento agustino de Cascia, donde fue «ejemplo para todos en términos de sus mortificaciones, y es muy reconocida por la eficiencia de sus plegarias», señala la Enciclopedia Católica.

Cuentan que a los 61 años, en 1428, recibió el estigma de una espina de madera que se le clavó en la frente, y así es como aparece representada esta santa a la que se le relaciona con las abejas y con las rosas por su famoso milagro.

Al parecer, a una prima suya que le visitó, Rita le pidió una rosa del jardín del convento y, en pleno invierno, ésta la encontró, mostrando cómo nada es imposible de conseguir si algo se pide con fe. De ahí que desde entonces se la considere patrona de lo imposible.

A Santa Rita, que fue canonizada en 1900, debió invocar una doncella poco agraciada para encontrar un novio que la quisiera. Según reza la leyenda que recoge Gregorio Doval en «Del hecho al dicho», «la santa viuda se apiadó de ella y le concedió pronto el deseo».

El novio, sin embargo, se echó atrás rompiendo el compromiso con la doncella, que increpó a la santa: «¡Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita!».

«La doncella no consiguió este nuevo favor, y hubo de quedarse soltera, sin otro remedio que quedar para vestir santos —con la sola excepción, cabe suponer, de Santa Rita— que por entonces era, desgraciada y tradicionalmente, la única actividad reservada a las solteronas», fabula Doval.

Otros opinan que el famoso dicho sería en realidad una degeneración del de «Santa Rita, siempre da y nunca quita».

Santa Rita nunca fue sepultada, y aún hoy su cuerpo incorrupto permanece en la Basílica dedicada a ella en el monasterio de las agustinas de Cascia. Su fiesta es el 22 de mayo.

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[LE}– Origen de dichos y expresiones: Ser como el Capitán Araña

17/10/2014

M. Arrizabalaga

El dicho se refiere a un ladino capitán de barco vasco que enrolaba marineros rumbo a América y nunca llegó a viajar.

A alguien que abandona en el último segundo un proyecto, tras recabar el apoyo de otros, se le tacha irónicamente de ser como el Capitán Araña, «que embarcaba a la gente y se quedaba en tierra», según reza un dicho que se remonta hasta el siglo XVIII.

En el último tercio de aquel siglo las insurrecciones de las colonias en América requerían continuamente de refuerzos que viajaran desde España para combatir al otro lado del Atlántico. 

José María Sbarbi contaba en «Florilegio o Ramillete alfabético de refranes y modismos» que «según testimonio de personas fidedignas» en esa época «existía en una de las ciudades de nuestro litoral un capitán de buque llamado Arana, (nombre que el vulgo hubo de transformar luego festivamente en Araña), del cual se cuenta que, después de reclutar individuos con el precitado objeto, nunca más volvió á emprender viaje alguno allende los mares».

Por ello el célebre sacerdote y paremiólogo gaditano define el dicho: «Dícese por los que exhortan a otros a hacer aquello mismo de que ellos huyen».

Para José María Iribarren («El porqué de los dichos») «a vista del apellido Arana cabría suponer que este célebre capitán era vasco», pero este coleccionista de anécdotas populares sospecha que el ladino marino fuera de origen portugués y se apellidaba «Aranha (con h), cuya pronunciación es Araña».

Con este sentido, Benito Pérez Galdós llama Capitán Araña al coronel Rada en los «Episodios Nacionales» o utiliza la expresión Fernán Caballero en «La familia de Alvareda» (1834): «Ello es que yo soy como el patrón Araña, que embarcaba la gente y se quedaba en tierra»

Araña, Concha y Cortés

En el «Refranero del Mar» el dicho se amplía al de «Ellos eran tres: Araña, Concha y Cortés» que José Gella Iturriaga identifica como «tres marinos gaditanos que debieron de ser famosos por su afán de trabajar poco, o de «morearse», término este usual en Marina para expresar la habilidad de eludir las faenas a bordo».

Para Iribarren, el Araña de los dichos de Cádiz estaría relacionado con el capitán Araña antes descrito ya que en el periódico político-satírico «Gil Blas» de finales del s.XIX, se publicó una parodia del poeta Manuel del Palacio contra el entonces regente Narváez, inspirada en la «Canción del Pirata» de Espronceda, que decía: «Bajel pirata que llaman, por su bravura el regente, y que ha embarcado más gente, que Araña, Concha y Cortés».

Capitán Araña se llama también al militar que no cumple con sus compromisos, en especial el de iniciar un levantamiento, según recoge José Luis García Remiro en «¿Qué queremos decir cuando decimos…?». El «araña» se aplicaría a los cobardes e interesados «que van, como las arañas, tras la «mosca» (dinero)».

Recuerda en este sentido la Letrillas burlescas de Quevedo: «Mosca muerta, muerta parecía / tu codicia cuando hablabas / y eras araña que andabas / tras la pobre mosca mía».

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[LE}– Origen de dichos y expresiones: Mambrú se fue a la guerra

16/10/2014

M. Arrizabalaga

Soldados franceses compusieron esta famosa canción creyendo que el duque de Malborough había muerto en la batalla de Malplaquet.

Nada sospechó el general Marlborough antes de fallecer en 1722 de un ataque de apoplejía en Windsor, que su nombre, tan célebre en la guerra y en la política de su tiempo, pasaría a la historia en una canción burlesca y deformado en España como Mambrú.

John Churchill, duque de Malborough, había cosechado numerosos triunfos peleando contra los franceses en la Guerra de Sucesión española (1701-14), en la que Inglaterra intervino para contener las ambiciones de Luis XIV. Una de sus victorias más recordadas la logró en la batalla de Malplaquet.

Aquel 11 de septiembre de 1709, cinco generales del ejército de Malborough cayeron muertos en el campo, y este último corrió tales peligros que entre los franceses circuló como verdadera la noticia de que había muerto.

«En esta creencia, y hallándose los franceses en su vivac de la noche misma de la batalla, a uno de ellos (no se sabe quién) se le ocurrió componer y cantar con sus compañeros la canción: «Malbrough s’en va-t-en guerre; Mironton, mironton, mirontaine; Malbrough s’en va-t-en guerre; Ne sait quand reviendra»», relató el compositor Francisco Asenjo Barbieri en la revista «El Averiguador» en 1871.

Esta especie de oración fúnebre burlesca, con la que los derrotados y hambrientos soldados franceses se burlaban de quien tanto daño les había infringido, constaba según Barbieri de 22 coplas que durante algún tiempo corrieron entre soldados y campesinos franceses.

«Ya estaba casi de todo punto olvidada, cuando en 1781, habiendo la reina María Antonieta dado a luz al Delfín, se tomó para nodriza de éste una aldeana llamada Poitrine», prosigue el compositor que cuenta en su escrito titulado «Mambrú», cómo la tal Poitrine acostumbraba a cantar la canción de Marlborough al bebé y hasta los Reyes comenzaron a repetirla con frecuencia y a partir de ahí todo el palacio de Versalles.

Según narra Barbieri, «el sonsonete se extendió con rapidez por toda Francia, y aún por Inglaterra misma: todo el mundo lo cantaba, y Marlborough se hizo tan de moda que dio su nombre a telas, a peinados, a carruajes, a guisados, etc», en un furor que duró muchos años, hasta la Revolución Francesa.

El eco de la popular canción llegó a España con la influencia francesa de la casa de Borbón y «se cantó por todas partes, aunque algo corrompida y españolizada, dando al héroe el nombre deMambrú, más en armonía con nuestra lengua», aseguraba el compositor en 1871. La canción de Mambrú sería popularizada sobre todo por las niñas, que la entonaban en sus juegos de rayuela.

Ésta es la versión más aceptada por los expertos en refranes, dichos y frases hechas. Así lo recogía también «La Ilustración Española y Americana» de 1885 o la revista «Alrededor del mundo» de 1929 que sobre su posible autor indica cómo «se dice que fue un bufón, alegre compañero de los rudos caballeros de Ourdenade, que los hacía representar sus improvisaciones batiendo el parche de su tambor».

El cruzado Mambron y el obispo de Lodeve

Sin embargo, en «El Mundo Ilustrado» de 1879 se cuenta que «según cierta tradición recogida y comentada por M. de Chateaubriand, resulta que el Mambrú es de origen árabe; que este origen se remonta a la Edad Media; que probablemente fue importada esta canción a España y Francia por los soldados de don Jaime I de Aragón y de Luis IX; que debe considerarse como una leyenda cuyo protagonista debió ser cierto oscuro cruzado llamado Mambron».

A partir de ahí conecta la historia con la nodriza Poitrine y afirma que «únicamente por un inexplicable lapsus pudo sustituirse al nombre del oscuro cruzado el del general Marlborough, que tanta celebridad adquirió en la batalla de Malplaquet».

Manuel Martín Sánchez recoge en «Seres míticos y personajes fantásticos españoles» otra versión que sitúa el origen de Mambrú en «una canción de origen cátaro para ridiculizar al obispo de Lodeve», que fue conde de Montbrún.

Martín Sánchez, que cita a Burguete Herrero, señala cómo los campesinos cátaros habrían inventado la canción como protesta contra el obispo usurpador que les arrebató sus tierras después de la batalla de Muret en la que murió Juan II de Aragón, «cambiándose con el tiempo la palabra Montbrún por Mambrú».

Todos coinciden, sin embargo, en el papel que Madame Poitrine desempeñó para popularizar esta canción de la que existen numerosas versiones en distintos idiomas.

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