[LE}– Últimos desmadres del politiqués

2013-01-21

Amando de Miguel

Tengo ya una libretilla rebosante de nuevas adquisiciones del politiqués.

No se trata sólo de desmesuras léxicas. Simplemente los políticos gustan de introducir en sus discursos y declaraciones palabras rimbombantes, grandilocuentes, cultistas. De esa forma parecen muy leídos.

Adelanto algunos de esos vocablos para impresionar al personal: paradigma, pluridimensional, multipolar, espacio (en sentido figurado), enormemente, gestionar, intangible, reflexión, herramienta (en sentido figurado), entorno, proactivo, compartir, priorizar.

Lo fundamental no es dejar caer algunas de esas palabras sino repetirlas todo lo posible, vengan o no a cuento, hasta el hartazgo.

Jesús Laínz (nunca sabré si es Lainz o Laínz) se ha convertido en el principal trujimán de vocablos politiqueses. Ahora ha registrado en un restaurante este rótulo: «Menú sostenible». Es decir, el politiqués ha llegado al pueblo.

Desde luego, lo emplean a placer los economistas, según el montañés. La prueba es que ha oído decir a un economista prominente lo de «investimento» (= inversión).

Añado que puede haber un contagio entre el neologismo investir y el castizo embestir. Ambas acciones son decididas, violentas incluso. En la iconografía useña se maneja la imagen del toro para los inversores. No debe confundirse el toro con el buey (= toro castrado).

Blas de Lezo (un seudónimo) me envía un dolorido memorial en el que compara la sociedad española con «un buey al que se le puede conducir enganchado a un aro que le atraviesa la nariz». Supongo que sería mejor decir una argolla. La imagen es típicamente regeneracionista, como todas las organicistas. El origen está en el Leviatán de Hobbes o quizá en Santo Tomás, el Aquinate. Vaya usted a saber. Pero la sociedad no es un organismo.

Ignacio Frías me comunica que Aurelio Arteta tiene la misma afición que yo, coleccionar lo que él llama archisílabos y yo sesquipedalismos.

He elegido esa última voz precisamente por la ironía que supone ser una palabra más larga. Me congratulo de la afición de don Aurelio.

Mi siempre admirado Don Ignacio ha encontrado un sesquipedalismo en el ABC, de jugosa significación. En lugar de jurar un cargo público, los abecedarios ponen juramentar. Como es más largo, impresiona más. Pero juramentar es otra cosa, equivale a tomar el juramento a alguien, dice don Ignacio.

No estoy muy de acuerdo. Existe el verbo juramentarse (= comprometerse a algo mediante un juramento). Por tanto, los altos cargos juran su cargo y, en consecuencia, se juramentan a cumplir lo jurado. Bueno, en la realidad ni juran ni se juramentan. Ahora prometen, como dicen los niños.

Sobre los sesquipedalismos tengo algunas propuestas más. Ahí van: contextualización, interactuaccionar, transversalidad, sensibilizacionar. Por sílabas, que no quede.

El politiqués ama el cero

Lamento que a mí me guste mucho decir lo de «suma cero»; reconozco que es politiqués puro. Aunque tendría que decir «puro y duro». Lo mejor es «tolerancia cero», «coste cero», «crecimiento cero». Cero al cociente o cero patatero, vaya.

Eso que ahora está prohibido que los profesores pongan un cero a los alumnos ignaros. Podrían herir las sensibilidades de los pupilos y de sus progenitores.

Fuente: Libertad Digital

[LE}– Politiqués avanzado

2013-01-30

Amando de Miguel

Como todos los libertarios saben, Jesús Lainz (eximio escritor y extravagante ciudadano, como el otro) es un buscador profesional de textos del politiqués.

Una de sus fuentes más auténticas es el Boletín Oficial, en este caso de Cantabria. Su última perla es esta disposición de la Ley de Cantabria 10/2012 del 26 de diciembre (lástima que no esperaran dos días más) por la cual se crea la

«tasa por solicitudes de autorización en materia de estudios posautorizacionales de tipo observacional de seguimiento prospectivo en Cantabria».

Perfecto. Lo de repetir la preposición ‘de’ tres veces en una corta frase tiene mucho mérito; el gusto por las terminaciones en ‘-al’ es norma de obligado cumplimiento; el alargamiento de posautorizacionales merece un premio. Si levantara la cabeza don José María Pereda le daría un soponcio.

No se piense que el politiqués es sólo ignorancia o solecismos, es una suerte de osadía para tejer un discurso barroco, pedante y pretencioso. Por eso gusta de tecnicismos y neologismos. Hay sobre todo un gusto por ciertas palabras cultistas que se repiten como favoritas.

En atención a los libertarios que quieran hacer carrera de políticos o de tertulianos ofrezco esta lista de palabras favoritas. Todo consiste en espolvorear el discurso con alguna de esas voces:

  • gestionar
  • intangible
  • contundencia
  • reflexión
  • herramienta
  • entorno
  • multifunción
  • multiuso
  • proactivo
  • polivalente
  • mecanismos
  • multifacético
  • compartir
  • priorizar.

Obsérvese que algunos de esos vocablos son perfectamente usuales. La técnica del politiqués es repetirlos, dejarlos caer vengan o no a cuento; todos ellos indican una cultura más que mediana. Una condición necesaria para importar cultismos del inglés es no saber inglés.

Queda advertida otra técnica politiquesa: la de los alargamientos de las palabras. Hay que tener mucha soltura para soltarlas sin titubear. Doy algunos ejemplos: contextualización, descontextualización, interactuacionar, sensibilización, transversalidad.

Las ideas parecen más profundas con muchas sílabas por palabra. Lo fundamental es que el lector o el oyente se queden patidifusos ante esa sabiduría del hombre público. No hace falta que tenga un cargo público. El politiqués queda bien para las tertulias, las conferencias, las mesas redondas y otros eventos, que se dice ahora. En los casos de una intervención aislada lo ideal es que los textos sean leídos. Eso aburre a la audiencia, que es de lo que se trata.

Más trucos

Queda muy bien la referencia continua al número cero: dos punto cero, tres punto cero, coste cero, tolerancia cero, crecimiento cero. Esas locuciones son muy típicas de los economistas. Los sociólogos añadimos suma cero, y nos quedamos tan tranquilos.

Ignacio Frías anota esta frasecita de Engracia Hidalgo, un alto cargo del Ministerio de Trabajo: «Estamos experimentando una desaceleración del crecimiento del desempleo». Le faltó decir que se trataba de un crecimiento negativo del empleo. La cosa es despistar.

Uno se pregunta qué sentido tiene que haya un Dirección General de Empleo. No se sabe de nadie que haya conseguido un trabajo a través de ese organismo.

Lo que no logro explicar cómo es que los hablantes del politiqués han perdido el sentido del ridículo, una virtud tan racialmente española. Ignoro asimismo cómo se transmiten las modas y los hábitos de ese lenguaje cultiparlante. Quizá sea por imitación, o también porque se trata de impresionar al oyente o al lector. A fe que lo consiguen.

Fuente: Libertad Digital

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