ALMA Y VIDA
A la memoria de la culta señora
Concepción Casaseca
¿Qué es esta vida en que de orgullo henchido,
el hombre quiere hallar felicidad?
¡Un sueño por la muerte interrumpido!
¡Un mundo de soberbia y vanidad!
La vida en la niñez es color rosa,
es cual bella estación de primavera,
en que empieza a brotar la luz hermosa
de la razón que al hombre Dios le diera.
Mañana deliciosa de la vida
en que todo es virtud, todo inocencia;
en que el hombre en su pecho sólo anida
de la pureza la más pura esencia.
Mas cuando entra en la edad de sancionar,
entonces ve del mundo la falsía,
extático quedando al contemplar
la inmensidad del Orbe y su armonía.
Entonces ya orgulloso escrutar quiere
del cielo los recónditos arcanos,
y rara vez se acuerda de que muere
y que pasto ha de ser de unos gusanos.
Entonces, los misterios escarnece,
sin entender un ápice siquiera,
lo que ve y lo que toca. ¡Así perece
el pensamiento en su fugaz carrera!
Entra en vejez exánime v cansado,
sufriendo de la vida los azares;
ya por el tedio, triste y extenuado,
exclama cual yo canto en mis cantares:
¡Ilusión, ilusión fascinadora
es esta vida de mentido encanto,
do en alas de ]a muerte el hombre llora
los desengaños que ignoraba tanto!
¡Fantasma nada más, sombra, mentira
y un continuo comercio es lo que existe!
Mas,… todo en torno de la fosa gira,
do solo quedará un recuerdo triste.
¡Despierta, humanidad, por un instante
mira que vas del Bien en retroceso!
Germinando en tu seno el Mal constante,
creyendo que en el vicio está el progreso.
¿Do hallará la verdad que con anhelo
busca el hombre en la Tierra, inútilmente?
La verdad, por esencia, está en el Cielo,
tras el cóncavo espacio refulgente.
La verdad es el Dios de Omnipotencia,
anhelo que hoy está en mi corazón;
porque así me lo dicta mi conciencia;
porque así lo comprende mi razón;
porque así me lo dice la belleza
que encierra el infinito firmamento;
porque así me lo dice la grandeza
del dilatado mar, con suave acento;
porque así me lo dicen los cantores
que alegres, del jardín en la espesura,
himnos cantan de amor, entre las flores,
al Dios Omnipotente de la altura.
La limpia fuente que del risco brota,
el turbulento y caudaloso rio,
y de la nube la mezquina gota,
me dicen que hay un Dios tras del vacío.
Las plantas, con su aroma floreciente,
de su alta esfera el ave en raudo vuelo,
Natura toda. El átomo y el ente
me dicen que hay un Dios allá en el Cielo.
Dichosos los que en Él fundan su alteza
cifrando en su bondad, bella esperanza;
dichoso el pueblo que trabaja y reza
y tiene dicha si su gloria alcanza.
El Cielo excelso es de la paz el nido.
La vida en que vagamos ¡falsedad!
¡Un sueño por la muerte interrumpido!
¡¡Un mundo de soberbia y vanidad!!
