[*Drog}—Más y muy buenos consejos para no poner en riesgo una relación de pareja

24-04-14

Carlos M. Padrón

Siempre me resulta muy satisfactorio encontrar opiniones autorizadas que ratifican la importancia del amor sobre el drogamor, o enamoramiento. En este caso, tales opiniones provienen de expertos de un centro de psicología de parejas, y se encuentran en el artículo que copio abajo, del cual creo importante destacar algunos puntos y mis comentarios a ellos, que aparecen resaltados en amarillo.

—No esperar que el otro sea adivino. Eso iría contra uno de los pilares vitales: la comunicación.

—Ambos deben recibir y aportar en condiciones similares. Por eso no doy más de lo que recibo ni pido más de lo que doy. Lo ideal sería que yo tuviera que dar cada vez más, y no que tuviera que rebajar lo que yo estaría dispuesto a dar.

— No dejar de decir a diario cosas bonitas y agradables, sino mantener el cuidado de los detalles, los buenos gestos, la sonrisa…., o sea, las muestras de cariño, ésas que al inicio nos salen solas y de forma constante. Acerca de esto tengo otra reflexión: «Puesto a definir lo para mí más importante del comportamiento de una mujer en una relación, me inclino por Lealtad, Ternura y Dedicación (LTD). Si falla uno de estos elementos, de poco o nada me sirven los demás».

—En una fase inicial existen emociones muy intensas que pueden llegar a nublar el entendimiento e idealizan al objeto amado (drogamor); en un momento posterior, se llega (en el mejor de los casos) a una fase en la que las emociones se atemperan, y empiezan a intervenir más la razón y la voluntad. Es aquí cuando comienza el verdadero sentimiento de amor, y cuando se elige construir un proyecto con la pareja. Y ése es un proyecto en el que los dos miembros de la pareja tienen que invertir a diario, o, como dijo M. Scott Peck: un trabajo a tiempo completo. Si alguno lo abandona, por cansancio o porque considera que «ya tengo el gato en el saco», la relación se deteriorá.

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24/04/2014

Laura Peraita

Lo que debes hacer para no poner en riesgo tu relación de pareja

Demasiadas horas de trabajo y responsabilidades, poco tiempo de sueño, escasos momentos de ocio personal…

Cierto es que, ante este panorama, el tiempo para dedicarse a la pareja no es mucho, y cuando ambos están juntos es habitual que estén cansados de todo el día y queden pocas energías para la relación.

A todo ello se pueden añadir ciertas dificultades como, por ejemplo, que la pareja tenga que vivir en la distancia, que alguno de los dos sufra alguna enfermedad o problema médico, que por desgaste o porque exista alguna disfunción sexual aparezcan problemas en la sexualidad, dificultades con algún hijo, que la suegra viva con ellos en la misma casa…

Este tipo de situaciones puede derivar en roces, necesidades no cubiertas, e insatisfacción en la relación, y sacar a relucir lo peor de cada uno. Por eso, es necesario que la pareja esté construida sobre unos pilares sólidos que no se tambaleen ante las adversidades.

Desde un centro de psicología de parejas aportan los siguientes consejos para que la relación de pareja no falle:

—Comunicarse de forma abierta y clara, y llegar a un entendimiento mutuo será una de las herramientas más eficaces en el funcionamiento de la pareja. Sin olvidar que debe ser acorde lo que uno piensa con lo que uno dice, para que exista una comunicación eficaz. Decir en cada momento lo que uno piensa y no esperar a que sea el otro el que lo adivine, pues si no se lo comunicamos no tendrá forma de saberlo.

—La pareja es un proyecto en el que se tiene que invertir a diario, la relación no sólo se sustenta en el sentimiento amoroso sino que hacen falta además atención, cuidados, mimos diarios, etc.

—No dejar de decir a diario cosas bonitas y agradables ayuda a mantener un buen ambiente entre los dos. Además es más barato y saludable que un regalo material.

—Disponer siempre de tiempo exclusivo para la pareja —sin hijos ni amigos—, al menos una vez a la semana, para poder hablar tranquilamente de temas más personales y sin interrupciones.

—Las expectativas con las que uno llega a la relación deben ser realistas y adaptativas; es decir, si se mantienen expectativas muy exigentes en el otro, en lo que ese otro nos va a aportar. o viéndolo/la como responsable de nuestra felicidad, estaríamos en un error. Esta actitud traería consigo dependencia de la pareja y una fuente de frustración.

—Debe darse una reciprocidad en cuanto que son dos los individuos que la forman. Ambos deben sentir un equilibrio, y que los dos reciben y aportan en condiciones similares.

—Nunca dejar de hablarse; siempre hay que expresar cómo nos sentimos. Si el enfado es muy grande, no dejarse llevar por el impulso y decir cosas que no pensamos y de las que después nos arrepintamos. Dar marcha atrás en este asunto, como si nunca hubiéramos dicho algo, es casi imposible.

—Una relación implica ceder en algunas cuestiones, y no imponer el propio criterio.

—El respeto mutuo y la sinceridad serán elementos clave.

—Es muy importante que en la monotonía del día a día no se pierda la espontaneidad y la capacidad de sorprender al otro. Así como el cuidado de los detalles, los buenos gestos, la sonrisa…. todo aquello que al inicio nos sale solo y de forma constante, debe seguir manteniéndose.

—No olvidarse de dar el beso de buenas noches.

—Expresar libremente a la pareja lo que en cada momento se piensa y siente acerca de uno mismo y del otro. Es fundamental que la otra persona no tenga dudas acerca de nuestros sentimientos de amor y admiración y, por ello, no hay mejor forma que expresarlo verbalmente y mediante gestos de cariño.

—Mantener el contacto físico y espacios de intimidad. Esto será especialmente importante con la llegada de los hijos; saber buscar momentos y no caer en la rutina. Es muy importante sentirse atractivos y deseados por la pareja.

—No dejar en ridículo ni en segundo plano a la pareja delante de terceras personas.

—No confundir amor con enamoramiento. En una fase inicial existen emociones muy intensas que pueden llegar a nublar el entendimiento e idealizan al objeto amado; en un momento posterior, pasamos a una fase en la que las emociones se atemperan y empiezan a intervenir más la razón y la voluntad. Aquí es cuando comienza el verdadero sentimiento de amor, y cuando elegimos construir un proyecto con la pareja. No debemos interpretar la calidad de nuestra relación solamente teniendo en cuenta la intensidad emocional.

—Pedir y saber recibir será otra de las habilidades que ayudarán. Es muy importante demandar lo que uno necesita, o decir con lo que no se está de acuerdo en el momento en que se necesite. Y, por otra parte, dejarse cuidar y saber aceptar las críticas constructivas que puede hacer la pareja.

—El objetivo no es tener la razón, sino llegar a un entendimiento o a una solución cuando se produce alguna desavenencia en la pareja. Por ello, será prioritario que la pareja disponga de unas buenas estrategias de afrontamiento activo frente a los problemas.

—El respeto hacia las opiniones, decisiones y proyectos del otro es básico, y nunca debe perderse.

—Es importante poner los límites adecuados y llegar a acuerdos en la manera en la que se aborda la familia extensa.

Fuente

[*Drog}– El hombre que duerme a tu lado y ronca

03-04-13

Carlos M. Padrón

Abajo copio otro buen artículo que habla de amor y drogamor, uno que, si bien parece escrito para mujeres —que también roncan—, vale igual para hombres.

En él me llama la atención que su autora que, en todo lo demás, demuestra sensatez, diga algo así como que todos los hombres son iguales. De ser eso cierto, también serían iguales todas las mujeres, pero no, afortunadamente, no lo son.

Debo destacar, porque ya lo he dicho varias veces en esta sección, eso de que el drogamor es algo que se nos ha ido vendiendo a través de la cultura, porque realmente vende.

¡Vaya que sí vende! Repito que si de golpe se retiraran de circulación todos los libros y películas en los que se exalta el drogamor, quebrarían todas las librerías y editoriales, y, por supuesto, también Hollywood.

Y tal vez por esto se me como antoja gran verdad lo que cuenta la autora que dijo un psiquiatra: «El enamoramiento —o sea, el drogamor, añado yo— es la psicosis más aceptada socialmente«.

Celebro ver que, una vez más, se diga que el enamoramiento pasa, y me parece cierto que «el amor real, que es lo sano y natural, es otra cosa diferente al drogamor». Pro no nos confundamos dando al adjetivo ‘natural’ el significado de ‘normal’ o ‘común’, pues, lamentablemente, el amor real no es ni lo normal ni lo frecuente ni lo común. El drogamor, sí.

Dice la autora que esa creencia ciega en el drogamor está cambiando, pero si lo está, o el cambio es imperceptible o yo no lo veo, pues continúan apareciendo las películas, cuñas comerciales, novelas, etc. que exaltan el amor romántico, o sólo el aspecto erótico, como la tal «Las 50 sombras de Grey» que, hasta donde he podido ver, además de estar mal escrita (me refiero a la versión en español) no es gran cosa como novela erótica.

Cierto que lo que hay que buscar es «la persona que compagine mejor contigo» —o sea, la verdadera «media naranaja»—, y asimismo me parece acertado lo de que el atractivo físico se ha exagerado tanto como el bendito amor romántico, pues, aunque la autora dice que lo que hace falta es que en la otra persona —o sea, en nuestra potencial pareja— haya algo que nos resulte especial, prefiero decir que lo que cuenta es que veamos en esa otra persona un conjunto de características que nos resulten especialmente valiosas, lo cual no quiere decir que se descarte el atractivo físico, pues si en vez de atractivo hay repulsión, no hay futuro.

Todas son condiciones que ya incluí en el artículo Bases de la pareja.

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08/03/2013

Beatriz G. Portalatín

El hombre común, el corriente, el hombre de a pie, el imperfecto, o ese héroe de la clase trabajadora, el working class hero que diría John Lennon es, en definitiva, el hombre real.

Así es como podríamos definir al hombre que la escritora y guionista italiana Rossella Calabrò ha querido plasmar en sus ’50 sombras de Gregorio’ (Planeta), una parodia del exitoso y archiconocido ’50 sombras de Grey’ de E. L. James.

«Es un libro que vuelve a traer los pies de las mujeres a la tierra, pero sin romper sus sueños. Si Mr. Grey es perfectísimo, guapísimo, riquísimo, y otros tantos ‘-ísimos’, Gregorio es, en cambio, ese hombre que duerme a tu lado y ronca, que pasea por la casa con una vieja camiseta, un negado para las fechas importantes, e incapaz de detectar tus preocupaciones. Es el compañero-marido-amante con el que todas nos topamos cuando despertamos del sueño. Es un hombre imperfecto, pero real, y que también arranca carcajadas»,

explica la autora. Porque, según dice, todos los hombres son en realidad ese Gregorio que ella pinta. Al menos, asegura, todos tienen un poco de él.

¿Amor romántico y media naranja?

A pesar de los tiempos, del cambio de la mujer en la sociedad, del cambio de roles y de las diferentes concepciones que actualmente podemos tener del amor, los expertos afirman que aún seguimos creyendo en el amor romántico.

«Todavía hay mucha gente que sigue aferrándose al concepto de ‘amor romántico’ y al mito de la media naranja. El ‘amor romántico’ es algo que se nos ha ido vendiendo a través de la cultura, porque realmente vende. Por ejemplo Disney. Una vez encuentras al amor de tu vida ésta gira en torno a él, todas las actividades se hacen en pareja, y el objetivo no es sólo conservarlo, sino luchar por él. Y si es contra todo lo establecido, mejor; algo como ‘Romeo y Julieta'»,

asegura Silvia Cintrano, directora de la Unidad de Sexología del Instituto Centta de Madrid.

Sin embargo, en el amor real, lo sano y natural es otra cosa. Se trata, según ella, de tener a una persona a tu lado, de compartir cosas juntos, de disfrutar… pero cada miembro de la pareja es una persona (no un único ser) con su independencia y su tiempo de intimidad. Y así, la conversación y la comunicación, clave en las relaciones, se favorece.

«Tenemos que tener siempre, a pesar de los sueños, un punto de realidad. De este modo, se destierra también el concepto de la media naranja que, en sexualidad, no es más que un mito que se remonta a la antigua Grecia. Cuenta la leyenda que en la antigüedad los seres eran esféricos como naranjas, tenían dos caras opuestas, cuatro brazos y cuatro piernas, pero el dios Zeus un día les castigó partiéndolos por la mitad. Desde entonces, pasamos toda la vida buscando a nuestra otra mitad, nuestra media naranja»,

recalca la especialista.

En 2013 todavía siguen existiendo estas creencias, pero Silvia Cintrano admite que la evolución, la normalización de los divorcios y, sobre todo, la experiencia que va dando la vida, hacen que cambien algunos conceptos y la gente vea que nada es infinito. Y, lo que es más importante, que las cosas no son fáciles.

Pero, entonces, desterrando mitos y pisando el mundo real, ¿qué es lo que realmente se busca, en ese caso, en un hombre? «Se busca a la persona que compagine mejor contigo», responde contundente Silvia Cintrano.

Enamoramiento y atractivo físico

«Dice un conocido psiquiatra que el enamoramiento es la psicosis más aceptada socialmente, y probablemente sea así. No eres objetivo, sólo ves las virtudes y escondes los defectos de la otra persona», comenta Cintano.

Pero, una vez que pasa esa fase, lo que hay que hacer es ir asumiendo esos defectos como tales, como tenemos todos. Si esto no se hace, entonces el mito del enamoramiento y la relación se cae.

Lo mismo pasa con el sexo.

«Al principio todo es muy bonito porque cualquier estímulo es nuevo, y se descubren juntos cosas nuevas. Lo normal, en esa primera etapa, es dejarse llevar. Después, más adelante, aparece la compenetración, conocerse más, saber qué es exactamente lo que le gusta al otro y lo que no. En definitiva, se trata del aprendizaje de nuestro cuerpo y del de nuestra pareja, pero ya el estímulo no es tan novedoso y, por eso, la gente cae en la rutina y en la monotonía, sin saber que siempre, y todos los días, se pueden descubrir cosas. En consulta, animo a mis pacientes a que preparen para sus parejas algo especial cada semana, que les sorprendan, para crear esa incertidumbre del principio»,

explica.

Otra de las cuestiones importante es el atractivo físico.

«En la actualidad, la sociedad le da una importancia exagerada. Sin embargo, realmente lo que nos atrae no es que tenga un cuerpo diez o una cara perfecta, sino que haya algo que nos resulte especial en él. Una chispa, un algo que simplemente nos resulte morboso y atractivo»,

recalca.

Por tanto, revela que, verdaderamente, lo que atrae es que esa persona concuerde con tu estilo de vida. Y lo que enamora es que te haga sentir único/a y especial, pero, sobre todo, que haya una admiración mutua.

Entonces, volviendo a Gregorio, ¿por qué ese ‘Gregorio’ es tan especial?

«Porque es tan sólo el hombre que hemos elegido. Si somos capaces de amarlo con sus defectos, y si somos capaces de vivir la vida con ironía, es el hombre perfecto para nosotras»,

concluye la autora Rosella Calabrò.

Fuente: El Mundo

[*Drog}– Tal parece que ahora pueden coexistir el amor y la infidelidad

10-09-12

Carlos M. Padrón

Más abajo copio un artículo sobre el tema en referencia, artículo que tal vez sólo fue escrito para promocionar un libro. Aún así, me preocupan varias aseveraciones que en él se hacen.

Para empezar, se afirma que «Dicen los expertos que el amor, como enamoramiento, dura unos dos años; después aparece lo que denominan el amor maduro».

No es cierto que pasado ese enamoramiento, al que llamo drogamor, aparezca siempre el amor maduro. Además, el amor tarda en madurar mucho más que dos años.

Lo que sí es cierto es que, «a lo largo de nuestra vida, la industria cinematográfica se ha encargado de idealizarnos un ‘amor’ que no se corresponde, ni de lejos, con la realidad. Y que, a través de las películas románticas de Hollywood y de los cuentos de niños con final feliz que nos ha entregado Disney, se nos ha inculcado un concepto de amor que ha hecho mucho daño».

Yo añadiría a la lista dañina las novelas rosa, varios ejemplares de la llamada literatura romántica, y la educación, pues, como ya he dicho en esta sección, la sociedad no se ha preocupado de implantar una asignatura sobre el amor y el drogamor.

Y también es cierto que «lo normal en la vida real es que las parejas convivan con cierto grado de conflictividad», pero lo importante es que tengan la voluntad de gestionar bien, y con amor, esos conflictos de los que no está exenta ninguna pareja.

Por eso, cuando ya uno o ambos miembros no tiene(n) esa voluntad y, en consecuencia, deja(n) de interesarse por el otro y, con espíritu de diálogo conciliador, mandarle refuerzos positivos en vez de palabras o acciones agresivas, es síntoma de que el amor se ha terminado

En lo que sí no estoy de acuerdo es en que «el amor para toda la vida» no sólo se sustenta en amor sino que «requiere al menos una de estas tres cosas: motivos económicos, sociales, y miedo a la soledad».

Me temo que la relación de amor que requiera basarse en uno de estos motivos no es una relación de amor, es sólo de interés, de conveniencia o de miedo.

Hablando en España con una dama vasca, ya mayor y divorciada, me dijo muy en serio que ella no quería casarse de nuevo pero que sí necesitaba una pareja fija. Como justificación para tal apetencia añadió, muy convencida de la solidez de su argumento, que la necesitaba para no andar sola en sociedad, para, por ejemplo, tener quien la acompañara a ir al teatro.

Si acaso convenció a algún hombre, que estuviera buscando pareja, de que aceptara estos términos, lo compadezco.

Por otra parte, veo una contradicción entre eso de que «hay personas que temen a la soledad y, por ello, siguen con su pareja, aunque no estén ya enamorados», y eso de que el enamoramiento dura sólo unos dos años.

Y la guinda es lo de que «Las parejas pueden tener encuentros íntimos con otras personas, pero su pareja es plenamente consciente de ello».

Tendría yo que nacer de nuevo para aceptar que,

  • «En una pareja pueda haber infidelidad y siga funcionando bien»; y que,
  • «En contra de lo que se pueda pensar, en casos de infidelidad de alguno de los miembros de la pareja, eso puede incluso reforzar la relación».

¡Por favor! Si en un caso así existe refuerzo, es que hay de por medio intereses ajenos al amor. No entiendo cuál es el tipo de afecto y cariño que pueda aceptar la infidelidad. Podría yo entender que, en caso de infidelidad, se siguieran seguir viviendo juntos, pero no ya como pareja.

Por lo grave de la infidelidad es por lo que se dice, y con razón, que lo peor en el ser humano es la traición. Y si lo peor es la traición, quisiera conocer la salud mental y emocional de alguien que vuelva a confiar en la pareja que le ha traicionado.

Quien después de haber cometido infidelidad, o de haber traicionado de otro modo, no se sienta culpable, es porque tampoco siente que tenga compromiso alguno con su pareja.

Y no, yo podría aceptar que la clave maestra de nuestra cultura occidental sea el sexo, pero nunca el adulterio, que es, entre otras cosas, un mal uso del sexo.

Menos mal que ya pasó mi juventud, pues, repito ¡mi reino no es de este mundo!

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08/09/2012

Beatriz G. Portalatín

Códigos, normas y otras alternativas del ‘amor’

A Frida Kahlo nunca le importó que su marido, Diego Rivera, fuera un mujeriego empedernido, pues ella también estuvo con más hombres, pero lo que no pudo soportar nunca fue que le engañara con su propia hermana.

Para Frida, primero la lealtad, más tarde la fidelidad. Según han narrado sus historiadores, ambos parecían tener un ‘código particular’ que les hizo estar juntos toda la vida a pesar de importantes e intensas aventuras con otras personas.

Dicen los expertos que el amor, como enamoramiento, dura unos dos años; después aparece lo que denominan el amor maduro. Esto es, el afecto, el querer el bienestar de la otra persona, en definitiva, la búsqueda del equilibrio entre ambos.

Pero las necesidades y las demandas de la sociedad actual no son las mismas de antes, y el ser humano, y especialmente las mujeres, son más independientes que hace algunos años. Hoy en día, muchas parejas establecen unos compromisos explícitos o no, que intentan mantener para salvaguardar su relación.

Y de códigos, normas y otras alternativas al ‘amor’ es precisamente de lo que habla ‘The New Rules: Internet Dating, Playfairs and Erotic Power’, (Las nuevas reglas: relaciones por internet, orgías y el poder del erotismo), el nuevo libro que acaba de publicar la escritora y socióloga Catherine Hakim.

«Necesitamos una visión más flexible de las parejas, no sólo la que está basada en el amor eterno», aseguraba recientemente al periódico ‘The Guardian’. Con esta publicación, pretende abrir horizontes a un mundo que cambia vertiginosamente y, con él, otra nueva idea y concepto del amor.

«Es cierto que la percepción y el sentimiento del amor están cambiando en los últimos años; se han vuelto más realistas», afirma Francisca Molero, médico y sexóloga del Instituto de Sexología de Barcelona. Una de las claves, explica, es que muchas de las ficciones que podemos ver ahora en nuestras pantallas se han vuelto más creíbles. «La ficción copia de la realidad para crear sus obras, pero ésta también coge de la ficción; por tanto, la sexualidad y el amor también cambian», añade.

Idealización del amor

Del mismo modo, José Luis Casado, psicólogo del Centro Senso de Valladolid, asegura que la industria cinematográfica a lo largo de nuestra vida se ha encargado de idealizarnos un ‘amor’ que no se corresponde «ni de lejos» con la realidad.

«Tenemos un concepto de amor inculcado a través de las películas románticas de Hollywood, y los cuentos de niños con final feliz. Disney ha hecho mucho daño», reitera.

El experto explica que la imagen de pareja está sobrevalorada, y que lo normal en la vida real es que las parejas convivan con cierto grado de conflictividad pero, eso sí, «lo importante es saber gestionar esos problemas».

Pero ambos coinciden en que el verdadero cambio de todo concepto y visión del amor y las relaciones está en «el empoderamiento de la mujer», como lo denomina Molero.

Antes, la mujer —explica el psicólogo— sabía que su marido podía tener otra u otras amantes, pero se ‘aguantaba’. Con tal de que estuviera a su lado, él podía hacer lo que quisiera. «Ahora está claro que las cosas, afortunadamente, han cambiado», reitera el experto.

Pero, a pesar de esta ‘vida moderna’, todavía seguimos buscando e idealizando ese amor para toda la vida.

Rosa Malgar, psicóloga y coaching del centro madrileño Fine&You, asegura que entre los jóvenes el deseo y el objetivo de tener una pareja para toda la vida sigue estando presente. «Existe la ilusión de tener a alguien para siempre, y tiene que ver, sobre todo, con el espíritu de supervivencia que tenemos».

José Luis Casado matiza, por su parte, que los jóvenes y adolescentes, efectivamente quieren a alguien a su lado, pero la perdurabilidad de la relación presente, teniendo en cuenta su corta edad y de que su idea de futuro es un futuro cercano, depende en gran parte de la ideología moral de cada persona. «Hay quienes creen que son eternas, vitalicias, y otros que duran lo que dura el amor», explica el experto.

Las claves de la perdurabilidad

La intemporalidad, asegura por su parte la doctora Molero, es más pragmática, realista e independiente. «Estaremos juntos hasta el que el tiempo quiera», asegura, a la vez que añade que los jóvenes saben que el amor se tambalea y que no es omnipresente. Pero, ¿cuándo sabes que el amor se ha terminado? «Cuando dejas de interesarte y de mandarle refuerzos positivos a la otra persona», dice contundentemente.

Y es que, según explican los especialistas, el amor para toda la vida no se sustenta sólo de amor. Con él, debe haber al menos una de estas tres cosas: motivos económicos, sociales, y el miedo a la soledad.

«No hablamos de enamoramiento, sino de perdurabilidad. Para que una pareja perdure, debe haber, además de amor, alguno de estos tres motivos», matiza al mismo tiempo que asegura que hay personas que temen a la soledad y, por ello, siguen con su pareja, aunque no estén ya enamorados. «Eso depende de cada cual», afirma este especialista.

Por todo esto, y a pesar de que el modelo mayoritario que predomina sigue siendo el de la ‘pareja cerrada’, existen cada vez más parejas que establecen unas claves en su relación, esto es, las llamadas relaciones abiertas. Las parejas pueden tener encuentros íntimos con otras personas, pero su pareja es plenamente consciente de ello. «Todo esto depende en parte de los proyectos en común que tenga la pareja». Pero, la mayoría de las veces, no se quiere saber ni cómo, ni cuándo ni con quién. «Detalles no», aclara la especialista.

Infidelidad reiterada

Otra cosa sería hablar de la persistente infidelidad. El 40% de las personas confiesan haber sido infieles a sus parejas, pero, en contra de lo que se pueda pensar, esto puede incluso reforzar la relación. «Si la historia ha sido buena desde el principio, pero ambos se han ido alejando por el trabajo o por los hijos, si esa persona admite el engaño y hace todo lo posible por recuperar a su pareja, la relación puede incluso en un futuro salir reforzada», explica Molero.

Los motivos para perdonar —o «para salvar los restos del naufragio», como afirma Casado— son principalmente: el miedo social, el miedo a estar solo, por los hijos y, por último y sobre todo, por el afecto y el cariño que la pareja se tiene.

«Cuesta mucho superar una infidelidad, incluso años», asegura la psicóloga de Fine&You. Es muy difícil que se vuelva a confiar, explica, ya que «lo peor en el ser humano es la traición». ¿Pero, puedes volver a confiar 100% en tu pareja? Montero lo tiene claro: «Depende de la pareja y de las circunstancias, pero si se está realmente arrepentido y hay una honestidad y credibilidad, se puede volver a confiar plenamente».

Además, asegura Molero que si una persona infiel no se siente culpable, se vuelve mucho más enérgica porque está viviendo de nuevo emociones que ya no vivía, y, por ende, su bienestar físico es mejor. Pero si se da el caso contrario, y sí se siente culpable, su ansiedad aumenta y, por tanto, empeoraría también ese bienestar.

Pero, sea más o menos saludable, o se crea en el perdón o en el propio olvido, lo cierto es que la infidelidad siempre persigue el miedo en todos los seres humanos. Como afirma el psicólogo Casado, «el adulterio es la clave maestra de nuestra cultura occidental. Sin él, no existirían ni el arte, ni las canciones».

Fuente: El Mundo