[LE}– Origen de dichos y expresiones: Rita la Cantaora

07/10/2014

Mónica Arrizabalaga

La famosa cantaora de flamenco se lamentaba en 1935 de que había «vivío como una reina» y dos años antes de su muerte era «más probe que las ratas».

«Se va a levantar temprano Rita la Cantaora», «que trabaje Rita la Cantaora» o cualquiera de las versiones de este popular refrán se dicen en España desde hace un siglo porque fue entonces cuando saltó a la fama la cantaora de flamenco jerezana conocida con tal nombre. 

Rita Giménez García (1859-1937), como realmente se llamaba, debutó en Madrid en el famoso Café Romero de la calle Alcalá después de que un agente teatral la oyera cantar coplas en su Jerez Natal y la contratara para actuar con Juana la Macarrona y el cantaor Antonio Ortega.

La revista «El Enano» le dedicaba en 1885 unos versos en los que destacaba su belleza y su gracia cantando, que comenzaban así: «Del pueblo andaluz señora, todo el elogio merece, que su mirar enamora, que una rosa que florece, es Rita la cantaora».

En la biografía que publicó en el Tomo XXIII del Diccionario Biográfico Español María Luisa Rovira y Jiménez de la Serna, condesa de los Andes, relata su amistad con el bailaor Patricio el Feo, que la llevó a vivir a Carabanchel Alto, y su matrimonio con el viudo Manuel González Flores, que ya entonces era padre de una hija y cuatro nietos.

«Parece ser que Rita la Cantaora se hizo muy popular en el barrio del Cerro por su gracejo jerezano y su carácter alegre y dicharachero, pletórico de frases chispeantes, que fueron envolviendo su vida en la leyenda, quedando inmortalizada en el popular dicho de «eso a Rita la Cantaora», u otros parecidos», señala la condesa de los Andes.

Estas expresiones se acuñaron, según relata Rovira y Jiménez de la Serna, «debido a su disposición para arrancarse un baile o un cante cada vez que un espectador se lo pedía, y complacer así a su público» porque Rita no sólo era una gran voz sino que también bailaba con gracia, destacando por bulerías, malagueñas y soleares.

La frase, en su origen positiva, habría degenerado en algo peyorativo por «las envidias de sus rivales» precisamente por su popularidad en los cafés de la época, añade la condesa de los Andes, a la que le interesan «los orígenes del flamenco y el último tercio del siglo XIX y primer tercio del siglo XX, justo antes de la Guerra, que se corresponde con su auge, gracias en parte a personajes como el Conde de los Andes, bisabuelo de mi marido, que lo promovieron en una época que coincide con la Dictadura de Primo de Rivera».

«No es unánime la interpretación que deriva del dicho», señala a ABC Rovira y Jiménez de la Serna, pero estas frases hechas «debieron surgir gracias a la arrolladora personalidad de la cantaora que vivía en un barrio tan castizo como Carabanchel —que entonces era un pueblo— y a lo que se unía el mundo folclórico de los cafés cantantes».

«Una viejecita simpática»

En 1935, la periodista Luisa Carnes entrevistaba para «Estampa» a la cantaora, por entonces «una viejecita simpática» que vivía consagrada al cuidado de su humilde casa y al amor de sus cuatro nietos. «Rita La Cantaora vive, olvidada, en Carabanchel Alto», denunciaba la revista tras el encuentro con esta artista que «de tan famosa, llegó a ser para la nueva generación sólo un refrán».

«He vivío como una reina y ahora soy más probe que las ratas», afirmaba Rita la Cantaora. Hacía años que había dejado de cantar en público, aunque un año antes había probado sus facultades en el Café de Magallanes junto a otras antiguas glorias, como La Coquinera o Fosforito.

«Lo del año pasao no se me orviará mientras viva. Tos los viejos reuníos. ¡Aquello! Ahora no hay más que buena vose y fandanguillos, cosa fina, pero na… Se acabó la sabiduría der cante y del baile», aseguraba Rita antes de subrayar con nostalgia: «Lo púe ser tó».

«Tuve a mi vera a muchos hombres, que me hubieran elevao… y me casé con un vorquetero de Carabanché. ¡La vía! Si uno supera er fin que le aguarda en eya, ya vivivía de otro mo» (sic), se lamentaba la cantaora que recordaba una copla de su repertorio: «Males que acarrea er tiempo, quién pudiera penetrarlos, para ponerle remedio, ante que viviera er daño».

Con el inicio de la Guerra Civil un año después, las autoridades evacuaron a los habitantes de Carabanchel a Zorita del Maestrazgo. En este pueblo de Castellón vivió sus últimos días Rita la Cantaora, hasta su muerte el 29 de junio de 1937 a los 78 años.

«Sólo recientemente Rita la Cantaora ha logrado su reconocimiento en su tierra natal dando nombre a una calle», señala la condesa de los Andes, quien se lamenta de que la vía quede «ya casi al término del municipio, en la carretera de Cortes, justo al lado del cementerio» y de que aún no le hayan dedicado placa alguna.

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[LE}– Origen de dichos y expresiones: Se armó la marimorena

30/09/2014

M. Arrizabalaga

Sinónimo de riña o pendencia, la marimorena se refiere al parecer a una tabernera madrileña del siglo XVI.

En España no se armaba la marimorena en tiempos de Maricastaña, pero casi, o al menos con esta expresión. Dos siglos después de que la brava gallega María Castaña diera pie al dicho popular, otra María encausada en 1579 unía para siempre su nombre al de la riña, la trifulca, la camorra y la pelea.

De María Morena habla ya en el año 1834 José María de Zuaznávar y Francia, un jurista y miembro de la Real Academia Española y de la Historia, consejero de Isabel II por aquellas fechas. En su búsqueda por las causas judiciales anteriores a 1700, Zuaznávar dio con un inventario de Juan de Valcárcel Dato en el que se refería la causa formada el año 1579 contra Alonso de Zayas y Mari Morena, su mujer, tabernera de corte, por tener en su casa cueros de vino y no quererlos vender».

«Es muy verosímil que el nombre y el apellido de esta mujer encausada, su clase y la calidad de su culpa, hubiesen dado origen desde el año 1579 a la expresión, hoy muy usual de Marimorena por pendencia», recogió Zuaznávar en sus «Noticias para literatos acerca de los Archivos públicos de la hoy extinguida Sala de Señores Alcaldes de Casa y Corte», un folleto de ocho páginas impreso en San Sebastián al que alude José María Iribarren en «El porqué de los dichos».

También La Ilustración Española y Americana da cuenta de esta mención el 22 de marzo de 1884: «Como Zuaznávar decía muy bien, el nombre y apellido de la encausada, su condición social y la calidad de su culpa harto se prestan a deducir que de ella, de su casa y de su industria debió nacer la expresión».

Diego Clemencín (1765-1834) corrobora esta versión al glosar la expresión proverbial «dar morena» de El Quijote.. El cervantista murciano señala en su nota 36 al capítulo XXVI (1º parte) que ésta «envuelve amenaza de averiguación y litigio mayor» y añade que «hay quien atribuye el origen de esta voz a las quimeras que antiguamente excitó una María Morena, tabernera de Madrid, y dieron ocasión a ruidosos procesos judiciales, que se guardaban, según se dice, en el archivo de la Sala de Alcaldes de Casa y Corte».

La «España Moderna» indicaba en 1899 que la expresión ya estaba admitida en el Diccionario de la Lengua como sinónimo de riña o pendencia «por lo que se colige que la taberna de Mari-Morena debía ser el centro de toda la gente maleante de aquel tiempo y el palenque de todas las reyertas del escándalo». La taberna llevaba al parecer el nombre de Mari-Morena, destacaba la publicación «Alrededor del Mundo» del 25 de agosto de aquel mismo año de 1899.

Sin embargo, nada cuentan de Mari Morena ni Covarrubias en su «Tesoro de la Lengua Castellana», ni Correas, en su «Vocabulario de Refranes», ambas obras del siglo XVII, destaca Iribarren. Ni tampoco Luis Montoto se refiere a ella en su «Paquete de cartas, modismos, locuciones, frases hechas…» de 1888.

Una tabernera ¿cualquiera?

José Luis Rodríguez Plasencia señalaba en 2013 en la Revista de Folklore la versión de otros autores, que consideran significativo que la mayoría de las taberneras y venteras del siglo XVI se llamasen María, como la Maritornes del Quijote, criada de la venta de Palomeque el Zurdo, mujeres rudas y desvergonzadas que no dudaban en enzarzarse en las pendencias con los hombres.

«Con lo cual el dicho tanto pudo referirse a la mujer de Alonso Zayas como a una tabernera —María— cualquiera», según estos autores para quienes lo de morena sólo sería un modo típico y tópico de referirse a la mujer española en general.

Rodríguez Plasencia apuntaba una última hipótesis «que se equivoca en cuanto a la fecha», que sitúa a la Marimorena en una taberna madrileña del siglo XIX. «Según parece, tanto ella como su marido, reservaban los mejores vinos para los clientes de alcurnia, hasta que un grupo de parroquianos asiduos le echó en cara tal preferencia, y exigieron deber los mismos caldos que aquellos. Se negó el matrimonio a sus requerimientos, por lo cual se armó una trifulca tal que hasta tuvo que intervenir la justicia para poner orden»

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[LE}– Origen de dichos y expresiones: De Madrid al cielo

19/08/2014

En su origen, esta frase se usaba para recalcar lo orgullosos que se encontraban los madrileños por las reformas desarrolladas en la capital del reino por Carlos III, quien fue denominado como «El alcalde de Madrid» por las grandes mejoras urbanísticas que ordenó realizar durante su reinado.

Con el paso del tiempo, esta expresión ha adquirido cierto tono chovinista y suele ser vista con algo de recelo por los habitantes del resto de España debido a su presunto tono centralista.

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[LE}– Origen de dichos y expresiones: ¿Qué pasa en Cádiz?

19/08/2014

La expresión se usa actualmente como pequeña gracia ante noticias o novedades agradables.

Esta forma de burla, muy propia del Sur de España, tuvo su origen en el siglo XIX, cuando la forma de enterarse de los acontecimientos era con los rumores o en corrillos de gente por la calle.

En el año 1868, la situación política del país era tan inestable que todo hacía presagiar un golpe militar o alguna revuelta. Uno de los focos más revolucionarios de la época era la ciudad de Cádiz, donde existía mucha participación en la vida política. Así, como eran muchos los que esperaban que sucediera algo en aquel lugar, de ahí la pregunta: ¿Qué pasa en Cádiz?

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[LE}– El significado original de la expresión ‘hacer el indio’

21/07/2014

Jorge Sanz

Muchas de las palabras y expresiones que utilizamos hoy en español han evolucionado durante siglos de una forma extraordinaria.

En algunos casos, el cambio ha sido tan radical que, términos que se utilizaban hace 300 años, hoy serían una falta de ortografía imperdonable. Algo parecido ocurre con algunas frases hechas, cuyo significado ha variado mucho desde la edad moderna.

La expresión «hacer el indio» se asocia hoy con un comportamiento festivo, irreverente, pero hace 300 años su significado era totalmente distinto.

Cuenta Ramón J. Sender en su libro «Túpac Amaru» (Navona) que «los criollos habían troquelado una expresión que expresaba cualquier clase de resignación vergonzosa ante el oprobio: hacer el indio». Es decir, que a mediados del siglo XVIII, «hacer el indio» era sinónimo de asumir sin rechistar las humillaciones.

Las últimas estadísticas aseguran que la expansión del español no conoce límites. Una lengua con más de 500 millones de hablantes y cuya evolución (semántica en este caso) tampoco parece conocer límites.

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[LE}– El posible origen castizo de la palabra gilipollas

01/07/2014

Una peculiar teoría apunta a la burla hacia un alto funcionario del siglo XVI como probable origen de este insulto

Posiblemente gracias a su sonoridad, en los últimos años el adjetivo gilipollas se ha convertido en un insulto de uso muy extendido entre los españoles. 

Según el Diccionario de la Real Academia Española, esta palabra es una vulgarización del adjetivo «gilí», término que designa a una persona tonta o lela, y que procede del vocablo caló «jilí», cuyo significado es «inocente o cándido».

Sin embargo, el blog «Secretos de Madrid» nos desvela un posible origen mucho más castizo e interesante para esta peculiar palabra. De acuerdo con esta teoría, tenemos que retroceder hasta finales del siglo XVI, época en la que don Baltasar Gil Imón de la Mota ocupaba el cargo de fiscal del Consejo de Hacienda.

Según narran las crónicas de la época, Gil Imón aprovechaba su posición para acudir acompañado de sus dos hijas a todos los eventos y fiestas en los que se daba cita lo más granado de la sociedad madrileña. Su intención era encontrar en alguno de esos actos algún joven en edad casadera que pudiera emparejarse con sus descendientes.

El problema era que Fabiana y Feliciana, las hijas de este personaje, eran muy poco agraciadas físicamente, a lo que se sumaba que poseían una inteligencia muy poco desarrollada, y debido a las escasas dotes de las muchachas, los pretendientes no abundaban. Por ello, cada vez que el alto funcionario aparecía en una fiesta junto a sus hijas, las malas lenguas comenzaban a comentar entre sí «Ahí va de nuevo don Gil con sus pollas», palabra que era empleada en la época para referirse a las mujeres jóvenes.

De acuerdo con esta teoría, la asociación de ideas fue inevitable y, muy pronto, los personajes de la época más proclives a la sorna y el ingenio fundieron en un solo concepto la estupidez y las hijas del fiscal. Así, cuando se quería señalar que alguien parecía alelado o era corto de entendederas, se aludía a las «pollas» de don Gil Imón. De este modo, habría nacido la palabra «gilipollas» que conocemos hoy en día.

Aunque lo más probable es que este peculiar insulto posea la etimología que le atribuye la Real Academia Española, la historia de aquella pareja de hermanas poco agraciadas estética e intelectualmente sigue proporcionándole un origen mucho más romántico y acorde con el ingenio español.

A pesar de que no sabemos si finalmente consiguió el objetivo de casar a sus hijas, la figura de Gil Imón da nombre a una pequeña vía cercana a la Basílica de San Francisco el Grande de Madrid.

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Artículo relacionado:

[LE}– El origen de ‘poner los cuernos’, ‘dormir la mona’ o ‘manda huevos’

09/06/2014

La filóloga Héloïse Guerrier desvela de dónde vienen algunas de las expresiones castizas más empleadas.

Cuando en la Edad Media un señor feudal ponía en práctica el derecho de pernada sobre la esposa de un vasallo, se colocaba en la casa una cornamenta de ciervo que dio origen a la conocida frase «poner los cuernos», una de las expresiones cuyo origen revela la filóloga Héloïse Guerrier .

La filóloga francesa analiza castizos modismos, como «estar en todos los fregados», «dar el coñazo» o «cágate lorito», ante el desconcierto que le produjeron como extranjera estas expresiones populares formadas con palabras y términos sencillos, entre el surrealismo y lo escatológico, y cuyo significado real no tiene nada que ver con lo enunciado.

A Guerrier (Francia, 1981), que estudió filología hispánica en la Sorbona, el interés por estas frases le vino cuando se trasladó a vivir a Madrid, hace diez años. «En la Facultad no te enseñan las expresiones de este tipo que se usan en la calle, y las españolas son muy gráficas: «cagarse en la leche», «montar un pollo», «que te folle un pez»… Yo me las apuntaba porque si te paras a pensar en ellas son verdaderamente perturbadoras», explica.

Investigó su origen en diccionarios de dichos, frases hechas y populares (como los de Buitrago, Celdrán o Seco), «buceó» por internet y comprobó que detrás de cada una de esas expresiones «había mucha miga».

La filóloga analizó la etimología, cuál era el uso inicial, en qué contexto se creó, y cómo habían ido evolucionando.

«Dormir la mona», por ejemplo, se remonta al siglo XVI y hace referencia a la costumbre que había de dar vino a los monos para ver el efecto que les provocaba.

«Montar un pollo» viene de la palabra poyo, un banco de piedra arrimado a la pared junto a la puerta de las casas de los pueblos. Así se llamaba en el siglo XIX al podio en el que los oradores pronunciaban sus discursos en las plazas, y que solían terminar en polémicas y encendidas discusiones.

«Manda huevos» es la versión romance del «mandat opus!» (= la necesidad obliga), que se empleaba en el ámbito jurídico.

Por encima del machismo residual que lleva consigo en ocasiones la lengua —»es la polla» para referirse a algo positivo, mientras que «menudo coñazo» se asocia a algo negativo—, Guerrier encontró que muchas expresiones utilizaban palabras vinculadas a la comida y al sexo: «estar metido en el ajo», «que te den morcilla», «joder la marrana», «echar un polvo»,…

«En Francia hay expresiones así, pero aquí son más bestias», comenta Guerrier, que aún recuerda su sorpresa cuando un compañero de Astiberri, cansado de que algunos autores se pasaran por la editorial sin avisar, gritó: «Esto parece el coño de la Bernarda».

Esta extraña frase hace referencia a una curandera granadina cuya vagina se halló intacta al desenterrarla, pero en otras, se dio por vencida ante la dificultad para convertirlas en una imagen.

«Frases como «no tengo el chichi para farolillos» y con «verdades como templos» tuvo que sacarlas de la lista porque eran demasiado complicadas», comenta sonriente.

Las explicaciones de las locuciones está traducida al inglés y al francés (tanto en su significado real como literal: «to shit in the milk», «etre fourré dans l’ail«, por citar dos ejemplos) por lo que el glosario saciará la curiosidad de los nativos y ayudará a combatir las dudas de los extranjeros que suelen «hacerse la picha un lío» cuando buscan la literalidad de algunas expresiones.

Para el escritor Pablo Martín Sánchez, la obra de Guerrier presenta «una combinación hilarante de modismos y de imágenes que producen cosquillas en el cerebro».

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[LE}– Origen o uso de palabras, dichos y expresiones: Tío Sam

09-07-12

Ciertamente, el Tío Sam, auténtico símbolo de los useños, no tuvo precisamente lo que se puede decir un origen noble.

Durante la segunda guerra entre los Estados Unidos y Gran Bretaña, en 1812, Samuel Wilson, un inspector que aprovisionaba de carne al ejército, imprimió en los barriles de salazón las iniciales U.S., que significaban United States. Sin embargo, los soldados las interpretaron peyorativamente como Uncle Sam.

A partir de entonces, este personaje empieza a tomar carta de naturaleza entre las gentes de la zona norte de Nueva York y Vermont que se oponían a la guerra.

Por primera vez aparece en las páginas de un periódico en Troy, en el estado de Nueva York, en 1831. Tres años más tarde se publica un libro titulado precisamente «Las aventuras del tío Sam». Poco a poco fue ganándose las simpatías del pueblo useño, hasta en que 1961 el Congreso de los EEUU lo reconoce como símbolo nacional.

Su traje, repleto de barras y estrellas, se remonta a los años treinta del siglo XIX, tomando la imagen de las caricaturas que de Seba Smith, ensayista político de humor del momento, se hicieron en aquel entonces. Dan Rice, un célebre payaso, se encargó de popularizarlo a los largo del siglo XIX.

Pero, ¿quién es el Tío Sam?

Cuando en 1917 el ilustrador James Montgomery Flagg diseñó el cartel, en el que aparecía el Tío Sam señalando con el dedo, éste llevaba impresa una leyenda que decía “I want you for U.S. army” (Te quiero para el ejército de ESTADOS UNIDOS).

Estos carteles enseguida se popularizaron y se utilizaron para invitar a los jóvenes a alistarse en el ejército. Pero hay una controversia en torno a este cartel, ya que tres años antes, en 1914, el británico ALFRED LEETE ya había diseñado un cartel con el mensaje “Your country needs you” (Tu país te necesita), por lo que James Montgomery Flagg fue acusado de plagio, ignorando por completo el gobierno de los Estados Unidos este hecho y convirtiendo con el tiempo a “Tío Sam” en uno de los mayores símbolos de los useños.

Cortesía de Leonardo Masina

[LE}– Origen o uso de palabras, dichos y expresiones: Spa

13-08-12

Hay diferentes explicaciones al origen de esta palabra, y la verdad es que la mayoría están bien fundamentadas y tienen tras de sí bastante información y fuentes de referencias.

Gran parte de los expertos atribuyen el origen de esta denominación al pueblo belga de Spa muy conocido desde la antigüedad por sus baños de aguas termales y sus propiedades curativas, frecuentado y profusamente alabado por nobles, y que acabó por extender su nombre a todos los establecimientos de similares características, incluso lo menciona Plinio el Viejo en su Naturalis Historia (c. 77-79 dC.). Actualmente ésta parece ser la explicación más aceptada.

Sin embargo, otras fuentes  afirman que SPA son las siglas de la frase latina “Salus/Sanum per aquam” o “Sanitas per aquam” es decir, salud a través del agua, y se dice que fue acuñada en el mismísimo Imperio Romano y que incluso ‘se han encontrado inscripciones en  paredes de las antiguas termas romanas’, pero la falta de suficientes evidencias que sustenten esta teoría hace que no se dé por correcta.

También se asocia con la palabra latina spargere, que significar derramar, esparcir (entendido en este caso como agua). Con el término espa que significa fuente en la lengua valona antigua, o  spaw, palabra del inglés antiguo derivada del valón. Este último término se sigue utilizando en dialectos del norte de Gran Bretaña como sinónimo de spa o balneario.

Y para finalizar, hay quien dice que estas siglas pertenecen a las palabras Sauna, Pool & Aerobics de los carteles que se colocaban en los hoteles para ofertar estos servicios.

Fuente: MUY