[*Opino}– Efectos de cantar en un coro: corazones y emociones de quienes cantan

10-07-13

Carlos M. Padrón

Por fin consigo, en el artículo que copio abajo, la explicación a lo que por años sentí al cantar en coro.

Aún recuerdo perfectamente la sensación de hermandad, de armonía social y de orden aplicado que yo experimentaba al notar cómo todos respondíamos al unísono, sin ninguna diferencia de criterio, a lo marcado por la batuta del director.

Apenas comenzábamos a cantar, nada contaban las diferencias de sexo, económicas o sociales entre los miembros del coro, pues éste se convertía, como por arte de magia, en la comunidad perfecta que obedecía a una sola autoridad por todos aceptada, y que perseguía la misma meta, igualmente aceptada por todos, usando, sin dudas ni distracciones, los mismos medios.

La foto que sigue corresponde a la primera coral en la que canté, dirigida por Pedro Lorenzo (foto pequeña), un pasense músico autodidacta, postrado en cama desde hace años. Y cantando en corales me mantuve hasta 1961.

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Como bien indica la anotación hecha en su parte inferior, fue tomada el 08/12/1954

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09/07/2013

Pilar Quijada

El corazón de las personas que cantan en un coro late al unísono, y sus emociones se sintonizan

Una investigación muestra cómo, al respirar a la vez, el cerebro acompasa los latidos al poco de empezar a cantar.

No sólo tienden a moverse irresistiblemente al unísono al ritmo de la música (por más que el manual de buenas maneras del cantante de coro lo desaconseje), sino que sus corazones laten también a la vez.

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El Orfeón Donostiarra, dirigido por Sainz Alfaro, en una de sus actuaciones, «latiendo y sintiendo al unísono»

A los pocos minutos de empezar a cantar, su pulso se acompasa y, como consecuencia, “el canto crea un patrón emocional compartido entre los miembros del coro”, según recoge el último número de “Frontiers in Psychology”.

La investigación se ha llevado a cabo en la Universidad de Gotemburgo y está liderada por Björn Vickhoff, del Instituto de Neurociencias y Fisiología de la Academia Sahlgrenska, que además de neurocientífico es cantautor.

Su grupo investiga las respuestas biológicas de las personas a la música, y cómo ésta afecta a su salud, como parte del proyecto “Kroppens Partitur” (Las partituras del cuerpo).

Es conocido que cantar en un coro es muy saludable y promueve el bienestar, comienzan diciendo los investigadores en su artículo. El motivo del efecto saludable puede deberse a que “cantar supone llevar un ritmo de respiración más lento de lo normal, lo que a su vez repercute en la actividad cardiaca”.

Y es que “acoplar el ritmo cardiaco a una respiración lenta tiene un efecto subjetivo y biológico calmante y es beneficioso para la función cardiovascular”,

explican.

Que la respiración nos ayuda a calmarnos no es nuevo. Los psicólogos se sirven de ese efecto cuando enseñan a sus pacientes a controlar la ansiedad haciendo respiraciones lentas y pausadas.

El mismo resultado se consigue con el Tai-Chi, que acompasa movimientos lentos y respiración, como muy bien saben quienes lo han practicado.

Y cantar es otra forma de respiración guiada capaz de modificar la tasa cardiaca. La longitud de las frases de la canción conduce la respiración, que se vuelve regular, lenta y profunda, explican los investigadores.

Para comprobar cómo la estructura musical influye en el ritmo cardiaco de los miembros del coro, en diciembre de 2012 Björn Vickhoff y su grupo de investigación reunieron a quince estudiantes de 18 años, de ambos sexos, de una escuela secundaria de Gotemburgo, que llevaron a cabo tres ejercicios corales:

  1. Un zumbido monótono
  2. Interpretar un conocido himno sueco, y
  3. Cantar un mantra lento.

En cada caso se registró el ritmo cardíaco de los miembros del coro.

Los resultados mostraron que cantar al unísono tiene un efecto de sincronización del ritmo cardíaco de los cantantes, que tiende a aumentar y disminuir al mismo tiempo al ritmo que marca la música.

“El canto regula la actividad del nervio vago, que está implicado en nuestra vida emocional y en la comunicación con los demás, y que, por ejemplo, afecta a nuestro timbre vocal. Las canciones con frases largas logran el mismo efecto que los ejercicios de respiración en el yoga. En otras palabras, a través del canto podemos ejercer cierto control sobre los estados mentales”,

explica Vickhoff.

El nervio vago forma parte del sistema parasimpático, que tiene una acción relajante sobre el organismo. Y su función es enviar señales para ralentizar los órganos que inerva, entre ellos el corazón y los pulmones.

Al inspirar, el nervio vago provoca un ligero aumento de la tasa cardiaca y una disminución al expulsar el aire. El Acoplamiento de la variación del ritmo cardíaco (VRC) a la respiración se denomina arritmia sinusal respiratorio (RSA), y es una variación natural en la frecuencia cardiaca que se produce durante un ciclo de respiración.

Es también una medida de la actividad del sistema nervioso parasimpático. La arritmia sinusal respiratoria es más pronunciada en personas jóvenes con buena condición física y no sometidas a estrés, destacan los investigadores. El canto coral, al pautar la respiración, produciría un aumento de la RSA, responsable de la sensación de bienestar.

Emociones compartidas

Pero los beneficios no se quedan ahí. Cantar unidos, según los investigadores, hace que las emociones también se “sintonicen”. De hecho, un tono vagal alto se asocia a emociones positivas.

“Cuando las personas cantan juntas, sus corazones empiezan a latir al mismo ritmo. Más exactamente, el nervio vago, que va desde el tronco del encéfalo hasta el corazón, se activa de manera similar a una bomba. Expulsar el aire al cantar es lo que activa el nervio y reduce la frecuencia cardíaca. Puesto que esto a su vez provoca una respuesta emocional, el canto crea un patrón emocional compartido entre los miembros del coro”,

explica Vichkhoff.

Cantar en un coro es un ejemplo de acción conjunta, continúa, ya que los cantantes tienen que adaptar sus voces, palabras y ritmo al grupo.

“Esto significa que los coralistas sincronizan los impulsos neurológicos que regulan estos factores y, como demostramos, también sincronizan su respiración y por tanto su ritmo cardiaco y emociones. Ya sabíamos que el canto coral sincroniza los movimientos musculares de los cantantes y las actividades neuronales que las hacen posibles. Ahora también sabemos que esto se aplica al corazón»,

resalta Vichkhoff.

En el siguiente paso el grupo quiere investigar si la sincronización biológica de los cantantes corales también crea una perspectiva mental compartida que podría ser utilizada como un método para el fortalecimiento de la capacidad de colaborar.

“La música ha desempeñado una función importante en la vida cotidiana y espiritual de las personas durante miles de años. Las canciones más lentas parecen tener los mayores efectos sobre la variabilidad del ritmo cardíaco. Muchos himnos tienen un ritmo relativamente lento, y es muy posible que esto pueda ayudar a los miembros de una congregación a conectar entre sí. Pueden tener una función religiosa, que les haga sentir ‘aquí estamos experimentando esta mañana de Navidad juntos’”,

añade Vichkhoff.

Y no sólo religiosa, pues no en vano cada país tiene un himno que suena en las ocasiones importantes y que es capaz de emocionar a quienes lo escuchan.

“Cantar es a menudo una expresión de una voluntad colectiva. Pensemos en los estadios de fútbol, en los himnos de la escuela, coros religiosos o desfiles militares. Nuestra investigación muestra que ritos sincronizados contribuyen a la solidaridad de grupo”,

explica el neurocientífico sueco.

Los resultados de su investigación pueden tener también aplicaciones más inmediatas, como “ayudar a reducir el dolor, aliviar la ansiedad preoperatoria, o aumentar la motivación para afrontar un proceso de rehabilitación” por medio del canto.

Y es que cantar, a partir de ahora, puede considerarse con toda propiedad una actividad en la que “se pone el corazón”, con la implicación emocional que ello supone, y más si se hace en compañía de otros.

No es extraño que el grupo ABBA cantara hace ya casi tres décadas aquello de “quiero dar las gracias a las canciones, que transmiten emociones. Quiero dar las gracias, por lo que me hacen sentir. Debo admitir que por la música vale vivir…”

Y vivir, según este estudio, con mejor salud física y emocional.

Fuente: ABC

[*Otros}– Tomás Cabrera: una vida entregada a la música

10 de Marzo de 2013

Esther R. Medina

El tenor y director de orquesta Tomás Cabrera Martín (Tazacorte, 1943) ha volado alto en su carrera profesional.

Su privilegiada voz, que educó con rigor desde la infancia, le ha llevado por ciudades de medio mundo interpretando diferentes estilos.

(Tomás Cabrera)

Ha compartido escenario a lo largo de su dilatada trayectoria artística con grandes figuras de la música como Alfredo Kraus, José Carreras o Teresa Berganza, y con batutas de fama internacional

Llegó a dirigir el Coro Nacional de España, con el que actuó en 1983 en la sede de la ONU en Nueva York, y durante 25 años fue miembro del Cuarteto de Madrigalistas, que divulgó por Europa y América la música española del Siglo de Oro.

Está jubilado. Reside en Madrid desde 1966, pero proyecta trasladarse a La Palma definitivamente, junto a su mujer, Lourdes Capote, para poder contemplar las puestas de sol de su infancia, e impulsar proyectos musicales en la Isla.

La vida de este palmero notable está plena de “acontecimientos enriquecedores, artísticos y humanos”, confiesa.

Su abuelo fue director de la Banda de Música de Los Llanos de Aridane, y su progenitor, Andrés Cabrera, fundó la orquesta Bolero en 1935, y dirigió la Banda de la Villa y Puerto de Tazacorte.

El tenor Tomás Cabrera lleva la música en la sangre. “Mi padre murió muy joven, a los 33 años, y creo que por eso mi madre quiso que sus cinco hijos estudiáramos música”, ha comentado a LA PALMA AHORA.

A los seis años comenzó sus estudios en la Academia Municipal de Música de Tazacorte, donde cursó solfeo y saxofón, y a los once empezó a tocar el citado instrumento en la banda de su pueblo.

“En mi casa tocaba el piano, que sonaba mañana, tarde y noche; después mi hermana Rosa creó el coro parroquial y, con 15 o 16 años, empecé a cantar, una etapa complicada para una garganta en pleno desarrollo, pero poco a poco fui haciendo algunos solos en el coro, la voz se fue formando, y la emisión del sonido cogía cuerpo”, recuerda.

Después de la prematura muerte de Andrés Cabrera, en 1946, la orquesta Bolero decidió celebrar anualmente un homenaje a su fundador. “Como el acto se organizaba en casa, recuerdo los ensayos y el jaleo de la música; supongo que todos esos sonidos fueron influyendo en mí”, señala.

En 1964, un joven Tomás Cabrera participó en un concurso regional de canto en Las Palmas de Gran Canaria, y obtuvo el primer premio. “Con 21 años me decidí a hacer un viaje a Madrid para hacerme oír por un profesional que valorara mis condiciones musicales y vocales; me habían hablado de una profesora del Conservatorio Superior, Lola Rodríguez Aragón; pedí una audición con ella, y, hasta hoy —dice—, en el Coro Parroquial y la Masa Coral de Tazacorte desarrollé una experiencia como cantante que me sirvió para conocer un repertorio vocal que fue muy importante para mí”, añade.

“En 1969 tuve la oportunidad de lograr una beca para estudiar repertorio francés en París, pero surgió la idea de crear en Madrid la Escuela Superior de Canto, que dirigía mi maestra Lola Rodríguez Aragón, y en la que ya se hablaba de la creación de un coro, que más tarde sería el Coro Nacional de España”, rememora.

Tomás Cabrera, que también dirigió el Coro de Cámara Barbieri, cursó sus estudios en el Real Conservatorio y Escuela Superior de Canto con los profesores Lola Rodríguez Aragón, Antón García Abril, Mili Porta de Navarrete, Vicente Espiteri, Miguel Zanetti, Horacio Rodríguez y Rafael Perez Siera, entre otros.

Ha ocupado los cargos de subdirector y director del Coro Nacional de España.

A lo largo de su vida ha conocido y formado reparto con las grandes figuras de la música, cantantes, directores o solistas de fama internacional, entre los que se encuentran F. de Burgos, Odón Alonso, Celebidache, Comisiona, Peter Magg, Leitner, Dutoit, Sabas Calvillo, Alfredo Kraus, José Carreras o Teresa Berganza.

A Tomás Cabrera, que ha interpretado polifonía, oratorio, lied y ópera, no le resulta fácil elegir un compositor. “La música tiene esas etapas en su historia en las que aparece cada cierto tiempo un genio que lo cambia todo. Como he tenido que trabajar en todos los estilos, me resulta difícil elegir un repertorio, pero citaré nombres como Monteverdi, Bach, Mozart, Beethoven, Brahms…, aunque creo que el maestro de los maestros sería Juan Sebastian Bach”, afirma.

Un momento inolvidable en su trayectoria artística fue cuando conoció, en casa de Lola Rodríguez Aragón, al compositor Pablo Zorozábal. “Yo le tenía una preferencia especial en los tiempos en los que yo tocaba en la Banda de Música de Tazacorte, porque disfrutaba mucho con sus zarzuelas ‘Katiuska’, ‘La del manojo de rosas’ o ‘La isla de las perlas’, y cuando me di cuenta de quién era, me empezaron a temblar las piernas, no me lo podía creer”, confiesa.

Tomás Cabrera está casado con Lourdes Capote Pozuelo, que fue cantante del Coro de RTVE durante 30 años. “Aunque mi mujer nació en La Laguna, vivió en El Paso, y cuando se vino a Madrid afianzamos nuestra amistad en una relación y, al tiempo, nos casamos en Burgos, en Villarcayo, en una cueva rupestre del siglo XVI”, indica.

“Tenemos tres hijos, pero ninguno es músico. Siempre hemos ido a La Palma en vacaciones, y ahora, que estoy jubilado, aprovecho cuando puedo, aunque últimamente veo cierto descuido y eso me entristece, porque también afecta al turismo, que es un sector importante para la economía de la Isla. Terminaremos viviendo en La Palma definitivamente y viniendo a Madrid de visita; así, en La Palma podré contemplar las preciosas puestas de sol de Tazacorte, como he hecho desde pequeño”, cuenta con ilusión.

El tenor palmero está jubilado pero sigue dedicado a la música en cuerpo y alma.”Trabajo para ayudar a las nuevas generaciones; organizo conciertos y eventos con los nuevos artistas, y estoy haciendo además un listado de músicos y cantantes Canarios en Madrid para desarrollar en la capital de España un despliegue de cultura Canaria”, adelanta.

En La Palma, en opinión de Tomás Cabrera, “sí hay cultura musical, pero habría que estructurar y aprovechar mejor lo que se tiene. Existe una cantera artística de gran valor que está poco explotada. La Consejería de Cultura del Cabildo y las concejalías de este área de los ayuntamientos deberían estar más unidas para sacar mejor rendimiento de los artistas de La Palma”, propone.

Tomás Cabrera recuerda que en Madrid “tenemos varios músicos de la Isla que tocan en orquestas sinfónicas, y también un bailarín con Víctor Ullate”.

En la actualidad, está componiendo una obra musical sobre La Fuente Santa, con textos de Carlos Soler, que “pronto podremos estrenar”, dice. “También estoy preparando una antología de Verdi que quiero ofrecer como regalo a mi pueblo en las fiestas de San Miguel”, concluye.

Fuente: Canarias Ahora

Cortesía de Roberto González Rodríguez