[LE}– La elegancia en la lengua escrita

2014-01-15

Amando de Miguel

Antaño los que escribían eran unos pocos; sistemáticamente los letrados o los escritores.

Ya no hay una casta de escribas o escribanos. Ahora todos o casi todos juntan letras cotidianamente, o mejor, teclean en los artefactos electrónicos.

La consecuencia es que la comunicación se empobrece, se licúa la noción de que un texto pueda ser correcto o incorrecto. Las cartas de antes podían llegar a ser un género literario, el epistolar. Los mensajes o meils de ahora pueden ser perfectamente ilegibles o por lo menos ileíbles (= se pueden leer, pero no se entienden).

Ante esa inundación de las costumbres de las comunicaciones escritas cabe insistir en que se debe insistir en algo tan olvidado como el estilo. No hay una lengua perfecta. Eso de que el alemán es para dar órdenes a un caballo, y el español sirve para hablar con Dios es una majadería. No creo que se le ocurriera a Carlos V.

La lengua española es muy expresiva en algunos aspectos. Por ejemplo, permite adjetivar con maestría, y no digamos insultar. Contamos con esa maravilla del subjuntivo (que desgraciadamente desaparece) y con la magnífica diferencia entre ser y estar.

El español presenta la gran riqueza de haber importado voces de otras lenguas. Así, podemos decir «óleo» y «aceite». Aun así, admiramos la mayor facilidad que tiene el inglés para asimilar palabras de otros idiomas. Un tornado en los Estados Unidos no es más que la tronada de los españoles.

Más interesante es darse cuenta de las dificultades que presenta la lengua de Cervantes para escribir con soltura y precisión.

Por ejemplo, abundan las palabras llanas (acento en la penúltima sílaba), lo que lleva a una cierta monotonía en el habla. Hay que festonearla con algunas voces esdrújulas. Esa uniformidad que digo hace que nuestra lengua tolere mal las repeticiones de palabras en el mismo párrafo, y no digamos en la misma frase.

Otra consecuencia desgraciada es el peligro de las rimas, sobre todo las de -ón; hay que evitarlas a toda costa. No se deben decir cosas como «la repetición de la conversación en un medio de comunicación es un tostón».

Más sutil es otro obstáculo para conseguir un estilo aceptable. Consiste en el peligro de lo que podríamos llamar los adjetivos cristalizados por el uso.

Se ha recurrido tantas veces a ellos que resultan estragantes. (Por cierto, el DRAE recoge estragar pero no estragante. Los inmortales es que son así de caprichosos).

Pongo algunos ejemplos: lengua viperina, entera confianza, mundanal ruido, lágrima furtiva, densos nubarrones, lluvia pertinaz, cumbres borrascosas, doble vara de medir, denodado esfuerzo. Hay muchos más. El primero que se atreve a colocar un adjetivo nuevo a un sustantivo es un poeta. Pero la repetición cansina de ese hallazgo puede contribuir a la hartura. (No debo decir el hartazgo para no caer en el vicio de la rima).

Quizá el defecto mayor de nuestra lengua sea su carácter retórico, con repeticiones y circunloquios. Es muy arduo de evitar. Por eso mismo hay que marcarse una disciplina. Ofrezco el ejercicio, que yo practico desde hace muchos años: las frases entre punto y punto no deben superar las 30 palabras.

Parece un capricho de dómine, pero tiene su aquel. Por cierto, el vocablo aquel debe ser evitado a toda costa, salvo cuando se quiere indicar algo difuso o indeterminado, como en esa magnífica expresión de «tener su aquel». Recuérdese el «aquellas» (golondrinas) del famoso poema de Bécquer. En la prosa corriente el aquellos debe sustituirse ventajosamente por «los que».

Las normas anteriores no son tales, las Gramáticas no las incluyen, pero pueden ser útiles para conseguir esa deseada elegancia de los escritos cotidianos. Son más bien trucos del oficio, pues no es otro el mío que escribir todos los días de mi vida consciente.

Un último argumento suasorio. Tampoco es que tengamos que ser todos eximios vates, simplemente debemos comunicarnos con eficiencia. La razón es que hoy son muchos los textos que hay que leer, y si no están bien construidos, esa tarea puede ser cansina.

Fuente

[*Opino}– Cuando enriquecer el idioma se considera contaminarlo

03/07/2013

Si el idioma es algo vivo, dinámico y en permanente adaptación y cambio, ¿qué hay de malo en aceptar algún término o expresión que tenga influencia del inglés, o de cualquier otro idioma?

Creo que en éste, como en el 90% de los casos de este tipo, lo único malo de la tal influencia es que viene del inglés, lengua a que la que en España se le tiene ojeriza aunque, como ya he comentado varias veces en este blog, se daría un ojo por conseguir hablarla bien.

Y de ahí el suplicio en que seguramente estarán los «puristas» —ésos que se mencionan en el artículo que copio más bajo— ante términos como software y otros que, les guste o no, carecen de equivalente en español, y que, mal pronunciados, por supuesto —así como wi-fi, que se pronuncia uai-fai pero que en España se pronuncia ui-fi—, terminarán siendo aceptados,… a menos, claro está, que quiera forzarse la barra hasta extremos tan ridículos como cuando a byte (pron. bait) se le llamó octeto, algo destinado al fracaso como también fracasó el estúpido ‘emilio‘, la pretendida traducción de e-mail (pron. i-meil).

Además, si tanto les preocupa la tal contaminación, ¿por qué aceptaron que puzzle, palabra netamente inglesa, desplazara a rompecabezas, palabra netamente española?

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03/07/2013

Encriptar es una palabra correcta para indicar, en el ámbito de la informática y las comunicaciones, la acción de preparar un archivo o mensaje para que sólo pueda interpretarse si se dispone de su contraseña o clave.

En criptografía se usa el verbo cifrar con un significado idéntico, aunque esta palabra ha adquirido en la lengua general un sentido más amplio que no siempre conlleva el propósito de ocultar la información, sino tan sólo el de convertir un mensaje a una forma que permita su posterior descifrado, es decir, la restitución de su contenido original, tal como refleja el Diccionario del Español Actual (de Seco, Andrés y Ramos).

Hay quienes desaconsejan encriptar y sus derivados porque los consideran influencia del inglés, pero no dejan de ser términos bien formados en español, con la misma raíz que ya tienen palabras como críptico (‘enigmático’) o criptograma (‘documento cifrado’).

Por ello, no hay razón para censurar su uso en noticias como las que siguen:

  • «Dotcom hace hincapié en la encriptación de todos los archivos: sin las claves nadie, salvo esos usuarios, puede ver qué contienen» y
  • «Este servicio encripta los mensajes con los mismos códigos que utiliza el Gobierno de Estados Unidos para sus documentos secretos».

Fuente: Fundéu

[LE}– ´Gentrificación’, neologismo válido en español

24/04/2013

Gentrificación es una adaptación adecuada al español del término inglés gentrification.

Con él se alude al proceso mediante el cual la población original de un sector o barrio, generalmente céntrico y popular, es progresivamente desplazada por otra de un nivel adquisitivo mayor.

La palabra inglesa gentrification deriva del sustantivo gentry (‘alta burguesía, pequeña aristocracia, familia bien o gente de bien’). Se trata de un término que también se ha adaptado al francés (gentrification), al alemán (Gentrifizierung) y al portugués (gentrificação).

Aunque inicialmente su uso estaba circunscrito al mundo de la sociología y el urbanismo, la palabra gentrificación ha comenzado a emplearse en los medios de comunicación, en los que pueden verse frases como

«Chueca es un ejemplo clásico de gentrificación: el barrio se ‘limpió’ en todos los sentidos, el tejido social cambió y se revalorizó el suelo», «Para los vecinos, más hoteles supondrán un aumento del riesgo de gentrificación» y

«Clinton Hill en Nueva York, y Clerkenwell en Londres son ejemplos claros de gentrificación».

De las alternativas propuestas hasta ahora en español, elitización o, más precisamente elitización residencial, es la que más se ajusta al sentido del término original, frente a aburguesamiento, recualificación social o aristocratización, que no recogen los matices de este proceso.

Fuente: Fundéu

NotaCMP.- Es raro que aparezcan ahora con este término cuando lo que con más frecuencia ocurre es lo contrario: la población original de un sector o barrio, generalmente céntrico y de buen nivel, es progresivamente desplazada por otra de un nivel adquisitivo menor.

[LE}– Puritanismo e hipérbatos en el inglés

23-03-13

A. de Miguel

José Manuel Pichel Pazos me pide que cite alguna fuente para mantener mi tesis de que «el idioma inglés lleva el puritanismo dentro».

Valga este documentado libro: Diccionario de falsos amigos, de Marcial Prado (Gredos, 2001). Es una delicia.

Don José Manuel entiende que en castellano retorcemos el orden de las palabras en una frase un poco a capricho, a diferencia del inglés, donde siguen un orden siempre igual.

Supongo que esa tendencia al hipérbaton proviene del latín, pero no es un inconveniente expresivo sino todo lo contrario. No es lo mismo «un buen hombre» que «un hombre bueno».

Para hipérbaton elegante se recordarán los famosos versos de Rodrigo Caro:

Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora,
campos de soledad…

Fuente: Libertad Digital

[LE}– Diccionario de anglicismos y tecnicismos para asistir a una reunión

04/02/2013

Fernando Muñoz

«¡Qué buen brainstorming hemos tenido en el workshop! Después del meeting todos los partners han coincido, mientras tomábamos el brunch informal, en el buen feeling que les trasmite el business».

Cada día es más habitual escuchar, en la oficina o en la calle, este tipo de términos procedentes en algunos casos del inglés (anglicismos) y en otros del lenguaje profesional.

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El diccionario, el gran aliado para no quedar como un pedante por usar demasiados anglicismos o tecnicismos*

Algunas personas encuentran que usar estas palabras es una forma de reforzar su discurso y «parecer más interesantes», sin embargo, para la gran mayoría, la excesiva utilización de tecnicismos y anglicismos puede resultar pedante y hasta ridículo, dependiendo las circunstancias.

Si usted tampoco ha entendido nada del primer párrafo no se preocupe. Allí donde el castellano no puede llegar, surgen los neologismos y los préstamos lingüísticos, pero en la mayoría de las ocasiones existe una palabra exacta en el idioma de Cervantes.

Así, en la frase inicial del artículo se podía haber hablado de lluvia de ideas, reunión, socios, almuerzo o sensaciones en lugar de tantos «esnobismos» —palabra aceptada por la RAE— que no hacen más que confundir.

Pese a todo, cada vez es más habitual escuchar estas palabras.

Para no perdernos, recopilamos cuáles son algunos de los anglicismos y tecnicismos más comunes en el caso de asistir a una reunión a la última. Y es que, desde en la oficina hasta en una conversación informal de moda, economía o tecnología, cada vez es más frecuente escuchar sin entender nada.

Fuente: ABC

(*) NotaCMP.- O para quedar en ridículo por no querer usarlos sino pretender traducir lo intraducible, o usar una traducción absurda que no significa nada.

[*Opino}– ¿Tan ‘very difficult’ es todo esto?

02-01-13

Carlos M. Padrón

El artículo que copio más abajo no contiene en realidad nada que no se haya dicho ya sobre el tema (el ejemplo de Portugal, el sistema educativo, el doblaje, etc.), pero me gusta porque ratifica mi declaración, hecha varias veces en este medio, de que los españoles tienen un impedimento —en mi opinión, de tipo genético— para aprender inglés, lo cual me exime en cierto modo de las críticas que por ello he recibido.

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26/12/2012

Antonio Villarreal

Es prácticamente una tradición en la España democrática: el presidente del gobierno español viaja al extranjero y, en un afán de cortesía, intenta chapurrear algo de inglés.

Días después, el desafortunado intento forma parte de un «sketch» en algún programa humorístico de televisión, pero ¿hasta cuándo nos va a seguir haciendo gracia?

Varios estudios independientes confirman nuestra nacional inoperancia para con el inglés. El Departamento de Lingüística Teórica y Aplicada de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, elaboró un índice de proficiencia en inglés para medir el nivel medio de competencia en varios países.

En Europa, los países con mejor nota en inglés —como segunda lengua— son Noruega, Países Bajos, Dinamarca, Suecia y Finlandia. En la parte de abajo está España junto a Rusia y Turquía, los dos únicos países europeos donde se habla menos inglés que aquí.

También se tiende a pensar que las nuevas generaciones de españoles ya no padecen de ese monolingüismo, pero el último Estudio Europeo de Competencia Lingüística —realizado por investigadores de 14 países, y en el que participaron 3.500 estudiantes españoles de 4º de ESO— también sitúa a nuestro país en el furgón de cola europeo en cuanto a competencia en inglés.

El trabajo, que valoraba tres tipos de habilidades: lectora, escrita y oral, mostraba que, en particular, los niveles de comprensión oral del inglés por parte de los alumnos españoles resultaron «realmente penosos», en palabras de Xosé Manuel Vez, investigador de la Universidad de Santiago de Compostela implicado en el estudio.

Organizar el sistema educativo

Para la doctora Juani Guerra, directora de Estudios de Posgrado en Cognición y Lengua de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, «a pesar de que hoy a nuestros jóvenes se les enseña inglés con mayor realismo, aún seguimos sin organizar el sistema educativo y el contexto sociocultural para que puedan activarlo de forma similar a los jóvenes de países como Malta, Estonia o Portugal».

Pese a que hemos avanzado, nuestro problema con el inglés «sigue siendo una enfermedad, de la que aún no sabemos la gravedad, y que tardará algunas generaciones más en curarse», dice Guerra.

En España los niños empiezan a estudiar inglés antes y, además, reciben un número de horas de clase similar al de otros países europeos… ¿dónde está entonces el problema?

«El aprendizaje de una lengua no depende sólo de la cantidad de clases que reciban los alumnos; la calidad es en este caso más importante. Calidad en lengua es sinónimo de uso en situaciones reales; esto es, de errores, de libertad creativa, de olvidos, de necesidad vital, y fundamentalmente de invisibilidad: no ser conscientes todo el tiempo de que se está aprendiendo una lengua que no es la nuestra. Hoy por hoy el sistema educativo parece no aceptar esta realidad, persistiendo, aunque mucho menos, en la memoria masiva de formas muertas, ya sean léxicas, gramaticales, sintácticas o discursivas».

dice Guerra.

Profesores nativos

Recientemente, la Comunidad de Madrid estuvo en el ojo del huracán por su decisión de contratar profesores nativos para los centros públicos; ¿es ésta la solución para nuestros problemas?

Según la doctora Guerra, «el aprendizaje de una segunda lengua, además de ser sociocultural es también biológico. Al ser cada lengua/cultura un sistema complejo, estos profesores deben ser expertos, y esto es importante en España porque durante mucho tiempo se ha confundido al ‘profesor nativo’ con ‘profesor experto’, lo que sin duda ha agravado la situación.

La de las lenguas es una enseñanza mucho más difícil de lo que se piensa en nuestro país, donde está claramente desprestigiada, y esto es una condición de base que debemos corregir para acceder a un nuevo espacio educativo real».

El error del doblaje

Una excusa recurrente para justificar nuestro déficit nacional es que la enseñanza del inglés se limita al ámbito académico, mientras en países como Portugal se emiten las películas en versión original.

Pero eso es sólo una pequeña parte del problema, pus no hay que olvidar que España es líder en descarga ilegal y visionado streaming de películas y series de TV, en su mayoría useñas y sin doblar.

En un monólogo, el actor Luis Merlo bromeaba con que los idiomas oficiales en España «son el castellano, el catalán, el euskera, el gallego y el inglés nivel medio». Sí, ése es otro problema, acaso el menor: nos encanta mofarnos de nuestra propia incompetencia lingüística.

Pero, total, ¿qué más da? ¡Si tenemos el mejor doblaje del mundo!

Fuente: ABC

[*Opino}– «¿Du yu sipikin inglis?». Políticos, deportistas y potentados españoles no hablan ni papa

19-12-12

Carlos M. Padrón

Después de haber publicado, y a veces, comentado, estos artículos:

 

Más sobre los españoles y el idioma inglés

 

Por qué a los españoles les cuesta tanto hablar inglés

 

¿Complejo de inferioridad matizado con odio?

 

España está a la cola de Europa en capacidad lingüística
 ‘Lost in translation’, o lo perdido al adulterar (doblar) las series y películas

no me extraña nada lo que se dice en el que copio más abajo, pero cada vez que veo que se toca este tema no puedo evitar recordar que, según don Amando de Miguel, el aparato fonador de los españoles no está preparado para hablar inglés ni algunos otros idiomas.

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18 de diciembre de 2012

Se ha montado un cachondeo de espanto con Sergio Ramos, a propósito de sus dificultades a la hora de felicitar en inglés las navidades en un vídeo hecho por el club.

Pero no es el gran defensa blanco el único al que se le traba la lengua o que patina en cuestión de idiomas.

Políticos como José Luis Rodríguez Zapatero o Joaquin Almunia, orondos financieros como Emilio Botín, cineastas de postín como José Luis Garci, el periodista José María García, o empresarios osados como Jesús Gil —incluso un mítico exmadridista como Raúl— también han quedado en entredicho cuando intentaron, tan inútil como corajudamente, pronunciar algún discurso en otra lengua.

Lo del mítico García, tratando en su época de que la operadora de un hotel de Amsterdam le pasara con la habitación de Lorenzo Sanz, cuando era el mandamás del Real Madrid, es desternillante. Y su intento de hablar con la sección de deportes del diario británico ‘The Sun’, casi da vergüenza ajena.

Zapatero prefirió no mojarse, y ni siquiera hizo el esfuerzo de balbucear unas palabras en inglés al ser preguntado durante una rueda de prensa en la que acababa de salir del número 10 de Downing Street.

Y en francés, que debería controlar porque lo estudió en el bachillerato, se quedo en aquello del «Segolene, Segolene».

En los informes de Wikileaks, y es para hacérselo mirar, el Departamento de Estado de EEUU advertía: «Zapatero no habla inglés, pero tengan cuidado…».

También nos hizo ZP una espectacular demostración de la lengua de Shakespeare junto a Jacques Chirac y Gerhard Schröder.

No es el único ni quien más la ha pifiado. El poderoso Emilio Botín quiso saludar en 2008 a los asistentes de una convención en Londres hablando en inglés.

En contra de lo que pudiera pensarse, quien aparece en este vídeo no es un cómico del Club de la Comedia, sino el presidente del Banco Santander.

Para empezar, se nota que está leyendo de una forma descarada y, en lo que a acento se refiere, hay que reconocer que el expresidente Aznar, aquél que hablaba como chicano cuando iba a ver a Bush, parece Shakespeare a su lado.

El inglés de Joaquín Almunia fue de lo más comentado en las redes sociales cuando salió en los medios su vídeo explicando la situación económica.

Entre los deportistas, suelen hablar inglés de forma fluida tenistas de élite, baloncestistas y golfistas. También los campeones de Fórmula 1, como Fernando Alonso, e incluso algún entrenador, como Benítez o Mourinho.

Por lo que se refiere a los jugadores, Cristiano Ronaldo se maneja bien. Leo Messi tiene problemas con el español y ni ha aprendido catalán, y otros, como el exmadridista Raúl, no dan pie con bola.

A los futbolistas en general les falta un poquito más de preparación.

Y miren cómo se desenvuelve el ya difunto Jesús Gil en esta demostración a lo Magic English.

«The color no is problem» dice, está claro entonces cual es el problema: el inglés.

Fuente: Periodista Digital