Un tipo fue al médico y le contó:
—La otra noche llegué a mi casa, encontré a mi esposa con otro hombre, me enfurecí y ella me dijo: «Ven, siéntate y tómate un café que vamos a hablar”. La siguiente noche, pasó lo mismo y ella me repitió: «Anda, hombre, no seas enojón, ¡tómate un cafecito y hablemos!»
El médico contestó:
—¿Y cuál es su problema?
—Oiga, doctor, ¿no me hará daño tanto café?
