[*ElPaso}– Menos mal que Nicolasa no supo esto acerca de los besos en la boca

18-11-14

Carlos M. Padrón

Allá por la década de los 50 del siglo pasado, conocí en El Paso a Nicolasa, una mujer a quien el solo pensamiento de besos en la boca le provocaba náuseas.

El mayor deseo de su novio, mientras fue tal, era que Nicolasa le diera un beso, pero cada vez que él le pedía eso, ella amenazaba con poner fin a la relación, así que, si hemos de hacer caso a lo que la propia Nicolasa contaba, su matrimonio se consumó y «funcionó» por muchos años sin que en los virginales labios de ella se posaran jamás los de un varón.

Esto no obstante tuvo dos hijos, y un día, cuando frente a una pareja joven y vecina de ella proclamaba con ánimo aleccionador lo asqueroso que era el beso, esta pareja quiso jugarle una mala pasada y, sin más, se dieron un beso en la boca, ante lo cual Nicolasa emitió un horrible grito de asco y corrió hacia el baño a vomitar, después de lo cual regresó junto a la pareja y les prodigó una sarta de insultos que iban desde cochinos a degenerados y, maldiciendo aún, puso rumbo a su casa hecha una furia.

Años después, cuando Nicolasa había alcanzado la tercera edad y la viudedad, confesó que el último deseo que, ya en su lecho de muerte, le formuló su marido, fue que le diera un beso en la boca, pero, según las confesiones de Nicolasa, el pobre hombre se fue al otro mundo sin haber conseguido ése su más caro anhelo.

Tal vez Nicolasa era simplemente anormal o, lo que es más probable, fue una víctima más, aunque muy destacada, de la educación maldita —oscurantista, interesada, manipuladora, antinatural, sectaria y aberrante— que por años nos impuso el dúo franquismo-Iglesia, y que dañó de forma permanente, y en mayor o menor grado, la vida social y matrimonial de miles de jóvenes, una maldición que alcanzó a las generaciones descendientes de parejas aberradas que impusieron a sus hijos este nefasto modelo empaquetado en fanatismo religioso.

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18/11/2014

José Manuel Nieves

Ochenta millones de bacterias pasan de boca a boca en un solo beso

Ése es el precio que hay que pagar por un simple beso de diez segundos. Durante ese breve lapso de tiempo, en efecto, se produce una transferencia masiva de microorganismos entre los dos enamorados. El estudio, recién publicado en la revista Microbiome, también ha descubierto que las parejas que se besen un mínimo de nueve veces al día terminan teniendo en sus bocas el mismo tipo de comunidades bacterianas.

Un enorme y complejo ecosistema de cerca de 100 billones de microorganismos (una comunidad que recibe el nombre de microbioma) vive normalmente en el interior del cuerpo de cada ser humano. Y resulta, además, esencial para que podamos, por ejemplo, digerir los alimentos, sintetizar los nutrientes o prevenir un buen número de enfermedades.

Pero no todas las personas tienen el mismo microbioma. Su composición, es decir, el tipo de microorganismos que lo forman, se modela en cada uno de forma ligeramente diferente, y esas diferencias dependen tanto de la genética de cada individuo como de su alimentación o de su edad. Y también, por supuesto, del tipo de personas con las que se relacione.

Una de las zonas del cuerpo en las que esas diferencias resultan más evidentes es, sin duda, la boca. En ella, en efecto, pueden vivir hasta 700 variedades distintas de bacterias, y más que en ninguna otra parte de nuestro organismo esa variedad depende, también, de las personas con las que pasamos más tiempo.

Los autores de la investigación, con sede en Holanda, estudiaron a 21 parejas, a las que pidieron que rellenaran un cuestionario sobre su comportamiento afectivo, especialmente en lo referente a los besos, para saber con qué frecuencia, de media, unían sus bocas en ese gesto de cariño.

Después de lo cual tomaron muestras de sus bocas para investigar la composición exacta de las comunidades bacterianas, o microbiota, de cada uno, especialmente las de la lengua y la saliva.

Los resultados mostraron, sin lugar a dudas, que las parejas que se besaban con mayor frecuencia tenían comunidades bacterianas muy similares. Y esta «compenetración bacteriana» se acentuaba en aquellas parejas que se besaban, de media, nueve o más veces al día.

Remco Kort, investigador principal del estudio, afirma que «los besos más íntimos implican un contacto pleno de las lenguas y un intercambio de saliva que constituye un comportamiento único en la naturaleza y que resulta común en el 90% de las culturas conocidas. Las explicaciones habituales de la función que desempeñan los besos entre los humanos asignan, normalmente, un papel muy importante al microbiota presente en la cavidad oral, aunque los efectos exactos de esos besos nunca habían sido estudiados. Nosotros queríamos averiguar hasta qué punto las parejas comparten su microbiota oral. Y resulta que, cuanto más se bese una pareja, más similares serán sus comunidades bacterianas».

Los investigadores pidieron a las 21 parejas que se dieran también una serie de «besos experimentales controlados» para cuantificar con la mayor exactitud la transferencia de bacterias. Para ello, uno de los miembros de cada una de las parejas tomó una bebida probiótica que contenía diversas variedades específicas de bacterias, entre ellas, Lactobacillus y Bifidobacteria. Y los investigadores hallaron que, después de cada beso íntimo, la cantidad de total de esas bacterias que se transferían al receptor rondaba los 80 millones en un beso de diez segundos de duración.

El estudio también sugiere un importante papel para otros mecanismos capaces de afectar al microbiota oral y que son la consecuencia de un estilo de vida compartido, de los hábitos de alimentación y de higiene.

Un detalle curioso sobre el experimento: los investigadores pudieron comprobar, y aplicar a sus resultados para que las cifras no se falsearan, que hasta el 74% de los varones encuestados declaraban besar a sus parejas justo el doble de lo que decían ellas.

Fuente

[Hum}– El bautizo del perro

Un hombre acude a su parroquia y le dice al párroco:

—Buenas. Venía a ver si me bautizaba usted al perro.

—¿Pero, ¡qué dice!? Los perros no se bautizan, se pueden bendecir, si usted quiere el Día San Antonio, pero nada más.

—No no. Yo quiero que lo bautice.

—¡Que le digo a usted que no, hombre!

—Padre, entienda, es que el perro es como de la familia. Aademás, si usted lo bautiza le dejaremos a la parroquia un donativo de 10.000 €.

—Bueno,… la verdad es que… si me lo trae ahora… ¡Pero rápido!

Total, que el párroco bautizó al perro.

A los dos meses vino el obispo de visita y se fijó en el nuevo órgano, en el nuevo retablo, y en los nuevos bancos, y le dijo al párroco:

—Pero, ¿no me habías dicho que la parroquia estaba mal de economía?

Llorando, el párroco contestó:

—Sí, pero Señor obispo, pero no se lo puedo ocultar: un hombre me pagó si le bautizaba a su perro, y acepté. (Gimoteos y copiosas lágrimas).

—Pero, ¿tú que has hecho, insensato? ¿¡Un sacramento a un animal!? Eso va contra los preceptos de la Iglesia. Eres un mal cura, desgraciado e ignorante. Y, ¿por cuánto se lo bautizaste?

—Por 10.000 €, Señor obispo.

—¿¡10.000 €!? Y… ¿no te dijo nada de la primera comunión?

Cortesía de Ramón López

[*Opino}– El sexo en tiempos del franquismo

01-12-12

Carlos M. Padrón

Sé que muchos de los que lean esto creerán que es mentira, que nunca existieron normas tan dictatoriales, obsesivas y ridículas.

Pero sé bien que existieron y que a los de mi generación, y a los de varias generaciones anteriores, nos jorobaron la vida.

  • Uno se pregunta qué grado de perversión moral —sí, moral, aunque se crea lo contrario— tenían las mentes que se dieron a la tarea de analizar cada detalle que, en su mente inmoral, era pecaminoso.
  • Uno se pregunta cómo tuvieron los bríos de recomendar que no se actuare con excesiva rigidez de criterio cuando ellos aplicaron a estas normas toda la que había, y más.
  • Uno se pregunta qué rayos era para estos locos lo que llaman «derecho natural», cuando todo lo que dicen va contra natura.
  • Uno se pregunta con qué autoridad decidieron que podían vigilar nuestros bailes por medio de los agentes a sus órdenes.
  • Uno se pregunta qué clase de creyentes esperan si nadie puede cometer actos que ellos consideran contrarios a la fe o a la Iglesia, como si ambas, fe e Iglesia, fueran creencias innatas e incuestionables desde cualquier punto de vista.

Y uno que, en mayor o menor grado, sufrió todo esto, ya no se pregunta nada sino que maldice a quienes con estas prácticas arruinaron tantas vidas y torcieron tantas conductas.

Está claro que la inmoralidad sólo existe en la mente de inmorales como los que redactaron, aprobaron e impusieron estas normas.

Espero que quienes eso hicieron estén en un lugar en que, con las manos atadas, se les obligue a leer libros eróticos, a ver películas porno, y parejas bailando lambada y teniendo sexo explícito y variado.

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30-11-12

Escándalo público

Durante el régimen de Franco, la estrecha alianza entre Iglesia y Estado animó a los moralistas católicos a regular toda actividad que pudiera despertar las pasiones prohibidas: la exhibición del cuerpo en playas y piscinas, las peligrosas excursiones campestres, los bailes con demasiado contacto físico, y los espectáculos y escritos capaces de despertar la concupiscencia.

Hoy pueden chocarnos las prescripciones que siguen, pero en ellas está el origen de muchos de los sentimientos de vergüenza que aún nos invaden.

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Playas y piscinas

El baño al aire libre en playas o piscinas es altamente higiénico y saludable, pero con pretexto de él se cometen gravísimos escándalos.

Lo ideal sería la separación absoluta de sexos, como se ha establecido ya en algunas playas beneméritas y en muchas piscinas públicas. Pero, como es muy difícil que se generalice esta sana costumbre, he aquí las normas a que han de atenerse las personas de buena conciencia que no quieran cargar con la grave responsabilidad del pecado de escándalo

  • No puede tolerarse cualquier traje de baño que, atendidas las circunstancias del ambiente o de la persona que lo lleva, resulte gravemente provocativo para los demás.
  • En la playa o fuera de la piscina permanecerán siempre cubiertas con el albornoz. Si quieren tornar baños de sol, deberán alejarse de las personas de sexo contrario, o al menos colocarse o resguardarse de tal forma que quede completamente a salvo la moral cristiana.
  • Se extremará el cuidado en las piscinas, más peligrosas de suyo que la playa por su menor extensión, mayor aglomeración de gente, etc. Una persona de buena conciencia no acudirá jamás a una piscina mixta.
  • Presentan especiales peligros las excursiones campestres con baño mixto en un estanque o río, pues a los inconvenientes del baño público en general hay que añadir los que provienen de la frivolidad, ligereza y libertad excesiva de un día de excursión. Los padres católicos no permitirán jamás a sus hijas semejantes excursiones mixtas.

Pinturas y estatuas

 Se consideran como gravemente obscenas las pinturas o estatuas que representan personas adultas totalmente desnudas o cubiertas tan sólo con un velo transparente, que excita quizá todavía más la sensualidad, o representan escenas, posturas, etc., gravemente provocativas para la mayor parte de la gente.

Son reos de grave escándalo los que las pintan o esculpen, los que las exhiben al público en oficinas, escaparates, jardines, cines, etc., o las venden indistintamente a cualquiera, aunque sea so pretexto de que son obras de arte. En los museos deben colocarse en salas aparte, con acceso restringido a sólo los profesionales o técnicos artistas.

Sin llegar a este extremo de peligrosidad, son también más o menos escandalosas las pinturas y estatuas que, por su desnudez parcial o actitud provocativa, son aptas para excitar las pasiones humanas.

Teatros y espectáculos en general

Los espectáculos, en general, no son malos de suyo, e incluso podrían ser altamente educadores del pueblo, como lo fueron en otros tiempos a través, por ejemplo, de los famosos autos sacramentales de nuestro siglo de oro. Pero, por desgracia, son hoy uno de los principales focos de corrupción de las almas y azuzamiento de las pasiones del pueblo. Resumimos en unos principios fundamentales esta amplísima materia:

Primero

Son gravemente escandalosos los espectáculos en que se representan cosas notablemente obscenas, o en los que aparecen personas medio desnudas, o se dicen cosas altamente provocativas. chistes o coplas indecentes, etc., o se ridiculizan las buenas costumbres, o se preconiza el vicio o la inmoralidad.

Tales son la mayor parte de las llamadas revistas, muchos espectáculos de variedades, las películas u obras teatrales calificadas de gravemente peligrosas por la censura eclesiástica (con el número 4, y con frecuencia con el 3 R), muchas emisiones de radio y televisión y otras cosas semejantes.

Cometen gravísimo pecado de escándalo los compositores de la letra y música, las empresas que los representan en sus salones, los actores que actúan en ellos y los que contribuyen con su dinero y aplauso a sostener esos espectáculos. y pecan gravemente los que asisten a ellos a sabiendas de su inmoralidad o peligrosidad. Si animan a otros a hacer lo mismo, son reos de grave escándalo.

Segundo

En otro aspecto, cometen gravísimo pecado de escándalo el autor, compositor, empresario, actores y colaboradores de una representación en la que se impugna o ridiculiza la religión, o la fe, o las costumbres cristianas. Pecan gravemente los que asistan a ella, aun descontando el peligro propio y toda aprobación de lo irreligioso en cuanto tal.

Tercero

Hay muchos espectáculos (deportes, toros, etc.) que en sí nada tienen de inmoral, pero que, entregándose a ellos con demasiada vehemencia, pueden excitar las pasiones populares, provocar odios y enemistades terribles entre los partidarios de los clubes o equipos rivales, y otros inconvenientes por el estilo.

Cometen pecado de escándalo los que fomentan esos odios o rivalidades, insultan públicamente a los contrarios o faltan gravemente a la debida compostura y educación.

Corolario

.Los autores, compositores, empresarios y artistas católicos que se esfuerzan en moralizar los espectáculos (teatro, cine, televisión, etc.) a base de obras verdaderamente artísticas y educadoras, realizan una obra de altísimo apostolado, cada vez más urgente y necesario en los tiempos actuales.

Es una especie de predicaci6n, con frecuencia muchísimo más eficaz que la de nuestros templos, por su mayor amplitud y por la clase de público sobre el que recae. No cabe duda de que los que trabajan en moralizar los espectáculos con el fin de reconquistar para Cristo, a través de ellos, a las masas alejadas de la Iglesia, son beneméritos de la religión y de la patria, y alcanzarán de Dios una espléndida recompensa.

Bailes

El baile o la danza se ha practicado en todos los pueblos y razas desde la más remota antigüedad, y en muchas de sus formas populares o artísticas nada tiene de inmoral. Sin embargo, tal como suele bailarse hoy resulta en extremo peligroso, y muchas veces un verdadero semillero de pecados y escándalos.

He aquí las normas principales de moralidad en tomo a ellos.

Primera

EN GENERAL deben desaconsejarse los bailes modernos a base de danzar abrazados, por los grandes peligros que encierran, sobre todo para los jóvenes de uno y otro sexo. Pero podrían tolerarse alguna vez si se reunieran las siguientes cuatro condiciones, bastante difíciles en la práctica:

  • A) En locales privados y honestos; v.gr., en una casa particular, con motivo de una boda, fiesta familiar, etc., delante de los padres o personas serias y de buenas costumbres. Los bailes públicos (sobre todo en locales cerrados y estrechos) resultan mucho más peligrosos por la índole de los asistentes, la aglomeración, etc.
  • B) Con personas decentes, que saben conducirse en todo momento con toda caballerosidad y corrección. Jamás con personas que utilizan el baile como pretexto para el abrazo disfrazado o el contacto sensual.
  • C) De manera decente, que exige como programa mínimo la libre circulación del aire entre los dos danzantes y el uso de trajes que nada tengan de escandaloso o provocativo.
  • D) Con buena intención, o sea, con la única finalidad de divertirse un rato honestamente.

No negamos que, aunque difíciles, estas condiciones son perfectamente posibles; en cuyo caso, sin aconsejarlos positivamente, no podrían condenarse esos bailes en nombre de la moral cristiana.

Una excesiva rigidez de criterio en este punto hará mucho más daño que provecho; pues serán poquísimos los que renunciarán en absoluto al baile, y cabe el peligro de deformar su conciencia, haciéndoles creer que pecan gravemente, o de alejarles por completo de los sacramentos.

Segunda

CADA PERSONA EN PARTICULAR debe examinar si para ella constituye el baile una ocasión próxima de pecado; en cuyo caso debe renunciar en absoluto a él, y no podría ser absuelto si no estuviera dispuesto a ello. En la práctica se conocerá que constituye ocasión próxima cuando la mayor parte de las veces que baila suele pecar, al menos con el pensamiento o el deseo.

Si el peligro fuera remoto (v.gr., porque nunca, o muy raras veces, suele pecar), podría bailar —guardando las condiciones ya explicadas— con alguna justa causa, como sería, v.gr., por evitar disgustos familiares, encontrar o conservar un buen partido para el matrimonio, o divertirse un rato honestamente.

Pero tome toda clase de precauciones y no olvide nunca que tiene que procurar evitar, por todos los medios a su alcance, no sólo el peligro o pecado propio, sino también el de la propia pareja.

Tercera

LAS AUTORIDADES tienen obligación grave de no permitir que se introduzcan bailes públicos donde no hay costumbre de ellos, o vigilar por medio de los agentes a sus órdenes, o por otras personas responsables, la forma en que se desarrollan los ya existentes que no les sea posible evitar, procediendo sin contemplaciones a la clausura y prohibición de los mismos cuando se produzca alguna extralimitación, porque entonces les obliga y ampara la ley divina y humana.

Libros, revistas y periódicos

En general, se consideran malos o escandalosos los libros, novelas, revistas o periódicos contrarios a la fe y a las buenas costumbres. Su composición, edición, venta, compra, lectura o mera retención están, o pueden estar, prohibidas por derecho natural a causa del peligro próximo de pecar, del escándalo y de la cooperación. En otro lugar hemos expuesto las leyes de la Iglesia con relación a los libros prohibidos.

El peligro próximo de perversión o de pecado está en relación directa:

  • A) con el modo de presentar las cosas (con rasgos llenos de colorido y viveza, con fotografías o dibujos provocativos u obscenos, etc.);
  • B) con el temperamento más o menos excitable del lector;
  • C) con la frecuencia con que se leen, sobre todo cuando se trata de escritos contra la religión o buenas costumbres; y
  • D) con otras circunstancias que pueden aumentar o disminuir la peligrosidad.

Teniendo en cuenta estos principios, hay que llegar a las siguientes conclusiones:

  • Los escritos contra la fe y buenas costumbres —aunque no se trate de los prohibidos expresamente por la Iglesia— no se pueden editar, vender o prestar sin grave escándalo; ni se puede leer asiduamente sin pecado grave un periódico o revista que suele atacar a la Iglesia o a sus ministros con relativa frecuencia.
  • Los libros, revistas o periódicos obscenos no pueden editarse, venderse o prestarse sin grave pecado de escándalo; su lectura está prohibida a todos por derecho natural, sobre todo tratándose de jóvenes, que apenas podrían resistir su nefasta influencia. Dígase lo mismo de muchos de los mal llamados libros o fotografías «de arte», bajo cuyo marchamo se expende con frecuencia la más inmunda mercancía.
  • Los libros científicos (v.gr ., de biología, anatomía, obstetricia, etc.) pueden usarlos con recta intención los médicos, practicantes y demás profesionales, pero no pueden ponerse indistintamente en manos del público en general, sobre todo de los jóvenes inexpertos.

Fuente: Taringa

Antonio Royo Marín. Teología Moral para seglares BAC (1961)