[*Opino}– Más sobre enriquecer el idioma español

05-08-13

Carlos M. Padrón

Y, de acuerdo a lo que se dijera en este artículo, ante un caso como el explicado por el artículo que copio más abajo, ¿qué harán los conservadores académicos de la lengua española? ¿seguir empecinados en inventarse un término en español, españolizar la pronunciación el término nativo,…. u olvidar el caso?

Me temo que, según antecedentes, optarán por lo último, aunque lo de españolizar es muy factible. Aquí van mis sugerencias,

  • Litos = Litós. Le puse el acento para que no se confunda con la raíz griega
  • Torschlusspanik = Torcluspani
  • Schadenfreude = Eschadenfreude, o tal vez eschanfreude
  • Gigil = Guíguil, pues gigil sonaría a gilipollas
  • Kyoikumama = Kioikumama. Un tanto peligrosilla para los de mente inmoral
  • Karoshi = Karochi, ya que la ‘sh’ parece de difícil pronunciación para muchos españoles

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26/07/2013

Numerosos idiomas poseen, referidos a los sentimientos, vocablos que no tienen equivalente en el español

Siempre se ha dicho que el idioma español es uno de los más ricos del mundo. Sin embargo, un pequeño repaso por otras de las lenguas habladas en el planeta nos descubre una enorme cantidad de palabras que es imposible traducir sin necesidad de emplear perífrasis o circunloquios.

Muchas de estos vocablos, tal y como muestra una extensa recopilación publicada en el blog «Yorokobu», ganador del Premio Especial del Jurado en la séptima edición de los Premios Bitácoras, hacen referencia a sentimientos, circunstancia que hace imposible su traducción en una sola palabra, puesto que pierden gran parte de sus matices al trasladarlas a su posible equivalente en español.

Así, en la edición en español de «El libro de la risa y el olvido», escrito por Milan Kundera aparece la palabra «lítost», un vocablo checo que hace referencia a la agonía que se siente al ser consciente repentinamente de la propia miseria y para el que el escritor no ha encontrado equivalente en otra lengua.

La peculiar idiosincrasia de la que gozan muchos países hace que sus idiomas posean decenas de estas palabras de traducción imposible. El alemán es un claro ejemplo de ello, con palabras como «torschlusspanik», que designa el miedo a que las oportunidades disminuyan a medida que se envejece, «freizeitstress», que da nombre al estrés del tiempo libre y todas las actividades que haces para ocuparlo, o «schadenfreude», que hace referencia al sentimiento de gozo, intermedio entre la envidia y el sadismo, que se produce al observar el sufrimiento ajeno. Un sentimiento que se experimenta, según este artículo, al ver las desgracias de los personajes que copan algunos programas de cotilleos o cuando el villano de una película recibe su merecido.

Por el contrario, «mudita» es el concepto budista que da nombre a la felicidad que genera la felicidad ajena. En esa misma línea se encuentra el término filipino «gigil», que expresa el sentimiento que experimentan las abuelas cuando cogen a sus nietos en brazos, esas ganas de morder o pellizcar algo insoportablemente tierno.

El japonés aporta a esta lista palabras que van desde «kyoikumama», con la que se designa a las madres que presiona despiadadamente a sus hijos para que obtengan logros académicos) hasta «karoshi», que da nombre a la muerte ocasionada por el estrés laboral.

El italiano, el francés, el ruso o el árabe son otros de esos idiomas que poseen palabras para definir conceptos y sentimientos tan profundos que son imposibles de traducir al español sin echar mano de una perífrasis en la que, sin duda, perderán gran parte de su sentido original.

Fuente: ABC

[LE}– Diccionario de anglicismos y tecnicismos para asistir a una reunión

04/02/2013

Fernando Muñoz

«¡Qué buen brainstorming hemos tenido en el workshop! Después del meeting todos los partners han coincido, mientras tomábamos el brunch informal, en el buen feeling que les trasmite el business».

Cada día es más habitual escuchar, en la oficina o en la calle, este tipo de términos procedentes en algunos casos del inglés (anglicismos) y en otros del lenguaje profesional.

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El diccionario, el gran aliado para no quedar como un pedante por usar demasiados anglicismos o tecnicismos*

Algunas personas encuentran que usar estas palabras es una forma de reforzar su discurso y «parecer más interesantes», sin embargo, para la gran mayoría, la excesiva utilización de tecnicismos y anglicismos puede resultar pedante y hasta ridículo, dependiendo las circunstancias.

Si usted tampoco ha entendido nada del primer párrafo no se preocupe. Allí donde el castellano no puede llegar, surgen los neologismos y los préstamos lingüísticos, pero en la mayoría de las ocasiones existe una palabra exacta en el idioma de Cervantes.

Así, en la frase inicial del artículo se podía haber hablado de lluvia de ideas, reunión, socios, almuerzo o sensaciones en lugar de tantos «esnobismos» —palabra aceptada por la RAE— que no hacen más que confundir.

Pese a todo, cada vez es más habitual escuchar estas palabras.

Para no perdernos, recopilamos cuáles son algunos de los anglicismos y tecnicismos más comunes en el caso de asistir a una reunión a la última. Y es que, desde en la oficina hasta en una conversación informal de moda, economía o tecnología, cada vez es más frecuente escuchar sin entender nada.

Fuente: ABC

(*) NotaCMP.- O para quedar en ridículo por no querer usarlos sino pretender traducir lo intraducible, o usar una traducción absurda que no significa nada.