[LE}– Frases hechas y por hacer: tener manga ancha, luna de miel,…

2014-11-06

Amando de Miguel

La labor arqueológica de rescatar palabras olvidadas debe incluir también la recuperación de algunas frases hechas, troqueladas por el uso.

En ellas se advierte todavía mejor el influjo de la cultura que nos envuelve. Será útil averiguar su origen, significado y posibles aplicaciones actuales. Van sin ningún orden, salvo el magnífico del azar.

Tener manga ancha

No se entiende muy bien en un mundo secularizado como el nuestro, pero tiene su gracia y su utilidad. Alude a la especial tolerancia o incluso la permisividad que demostraban los dominicos (con un hábito de mangas anchas) en la confesión o la dirección espiritual.

Contrastaba con la estricta disciplina y exigencia de los austeros jesuitas. Se podría aplicar, por ejemplo, para la conducta de Hacienda respecto de los contribuyentes del montón.

Luna de miel

Se refiere al corto periodo idílico que sigue al matrimonio, idealmente un viaje exótico. Resulta fundamental para que la pareja se integre, aunque ahora haya convivido antes de la ceremonia.

La relamida expresión alude a la antigua tradición de los desposados de beber vino con miel, acaso como afrodisiaco. Aunque la interpretación más sencilla sea que tanto «luna» como «miel» expresan alegorías de algo romántico y dulce.

Echar su cuarto a espadas

Significa el deseo o la intención de participar en un debate, una discusión. Nada tiene que ver con las cartas de la baraja, con el palo de espadas. Es el recuerdo de una época en la que los maestros de esgrima se trasladaban de un lugar a otro para dar lecciones de su oficio o su arte. Para lo cual colocaban una bandeja en sitio visible.

Las personas que deseaban tomar lecciones de esgrima depositaban su «cuarto» (moneda) en la bandeja y así quedan inscritas en el curso. Las actuales redes sociales nos han acostumbrado a que cualquiera puede esgrimir sus opiniones sin pagar nada por aprender a dialogar. No estaría mal que volviéramos a la costumbre tradicional de depositar un simbólico «cuarto» para poder participar en los debates y discusiones mil.

Tener mucha correa

Significa la capacidad para soportar con paciencia bromas y chanzas. La «correa» era el signo de los hábitos de los agustinos, un recuerdo de la que ceñía la túnica de San Agustín. De ahí que la expresión original sea la de «tener más correa que San Agustín».

Recoge la tradición dialéctica del santo de Hipona y después de los frailes agustinos, armados de paciencia para soportar largos debates.

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[LE}– Origen de dichos y expresiones: Bicoca

16-09-14

Algo sumamente fácil, o de escaso valor.

Se relaciona con la batalla librada el 27 de abril de 1522 en la localidad de La Bicocca, población cercana a Monza, en el antiguo condado de Milán, donde el ejército francohelvético fue diezmado sin que hubiera casi ninguna baja entre los españoles.

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[LE}– Origen de dichos y expresiones: Santa Rita, rita, rita, lo que se da no se quita

20/10/2014

M. Arrizabalaga 

¿Quién no ha usado de niño esta expresión cuando alguien reclamaba algo que anteriormente había regalado, sin saber que con este conjuro infantil invocaba a la «patrona de lo imposible»?

Por este apelativo se conoce a Santa Rita de Casia, una piadosa italiana que se ganó pronto el cariño popular por haber pasado por las penas y vicisitudes de una mujer de su tiempo.

Margarita Lotti, como en realidad se llamaba la santa, nació en la pequeña localidad italiana de Rocca Porena en 1381. Hija única, pronto quiso ingresar en un convento, pero sus padres la obligaron a casarse, con apenas 12 años, con Paolo di Ferdinando di Mancino, un hombre cruel y violento que constantemente la maltrataba y humillaba, según algunas crónicas. 

Durante 18 años soportó Rita este terrible matrimonio, rogando a Dios que convirtiera a su esposo, hasta que éste fue asesinado un día de vuelta a su casa.

Un año después, la epidemia de peste se llevó a sus dos hijos, Feltrinelli y Paolo Maria, por los que también rezaba, pues habían salido al padre. Cuentan que sus oraciones dieron fruto y que, poco antes de morir Paolo, los tres habían cambiado a mejor.

Viuda y sin hijos, intentó repetidamente entrar en un convento, «pero las comunidades de monjas le respondían que ellas solamente recibían a muchachas solteras», según señala la agencia católica Aciprensa. Al final fue admitida en el convento agustino de Cascia, donde fue «ejemplo para todos en términos de sus mortificaciones, y es muy reconocida por la eficiencia de sus plegarias», señala la Enciclopedia Católica.

Cuentan que a los 61 años, en 1428, recibió el estigma de una espina de madera que se le clavó en la frente, y así es como aparece representada esta santa a la que se le relaciona con las abejas y con las rosas por su famoso milagro.

Al parecer, a una prima suya que le visitó, Rita le pidió una rosa del jardín del convento y, en pleno invierno, ésta la encontró, mostrando cómo nada es imposible de conseguir si algo se pide con fe. De ahí que desde entonces se la considere patrona de lo imposible.

A Santa Rita, que fue canonizada en 1900, debió invocar una doncella poco agraciada para encontrar un novio que la quisiera. Según reza la leyenda que recoge Gregorio Doval en «Del hecho al dicho», «la santa viuda se apiadó de ella y le concedió pronto el deseo».

El novio, sin embargo, se echó atrás rompiendo el compromiso con la doncella, que increpó a la santa: «¡Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita!».

«La doncella no consiguió este nuevo favor, y hubo de quedarse soltera, sin otro remedio que quedar para vestir santos —con la sola excepción, cabe suponer, de Santa Rita— que por entonces era, desgraciada y tradicionalmente, la única actividad reservada a las solteronas», fabula Doval.

Otros opinan que el famoso dicho sería en realidad una degeneración del de «Santa Rita, siempre da y nunca quita».

Santa Rita nunca fue sepultada, y aún hoy su cuerpo incorrupto permanece en la Basílica dedicada a ella en el monasterio de las agustinas de Cascia. Su fiesta es el 22 de mayo.

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[LE}– Origen de dichos y expresiones: Ser como el Capitán Araña

17/10/2014

M. Arrizabalaga

El dicho se refiere a un ladino capitán de barco vasco que enrolaba marineros rumbo a América y nunca llegó a viajar.

A alguien que abandona en el último segundo un proyecto, tras recabar el apoyo de otros, se le tacha irónicamente de ser como el Capitán Araña, «que embarcaba a la gente y se quedaba en tierra», según reza un dicho que se remonta hasta el siglo XVIII.

En el último tercio de aquel siglo las insurrecciones de las colonias en América requerían continuamente de refuerzos que viajaran desde España para combatir al otro lado del Atlántico. 

José María Sbarbi contaba en «Florilegio o Ramillete alfabético de refranes y modismos» que «según testimonio de personas fidedignas» en esa época «existía en una de las ciudades de nuestro litoral un capitán de buque llamado Arana, (nombre que el vulgo hubo de transformar luego festivamente en Araña), del cual se cuenta que, después de reclutar individuos con el precitado objeto, nunca más volvió á emprender viaje alguno allende los mares».

Por ello el célebre sacerdote y paremiólogo gaditano define el dicho: «Dícese por los que exhortan a otros a hacer aquello mismo de que ellos huyen».

Para José María Iribarren («El porqué de los dichos») «a vista del apellido Arana cabría suponer que este célebre capitán era vasco», pero este coleccionista de anécdotas populares sospecha que el ladino marino fuera de origen portugués y se apellidaba «Aranha (con h), cuya pronunciación es Araña».

Con este sentido, Benito Pérez Galdós llama Capitán Araña al coronel Rada en los «Episodios Nacionales» o utiliza la expresión Fernán Caballero en «La familia de Alvareda» (1834): «Ello es que yo soy como el patrón Araña, que embarcaba la gente y se quedaba en tierra»

Araña, Concha y Cortés

En el «Refranero del Mar» el dicho se amplía al de «Ellos eran tres: Araña, Concha y Cortés» que José Gella Iturriaga identifica como «tres marinos gaditanos que debieron de ser famosos por su afán de trabajar poco, o de «morearse», término este usual en Marina para expresar la habilidad de eludir las faenas a bordo».

Para Iribarren, el Araña de los dichos de Cádiz estaría relacionado con el capitán Araña antes descrito ya que en el periódico político-satírico «Gil Blas» de finales del s.XIX, se publicó una parodia del poeta Manuel del Palacio contra el entonces regente Narváez, inspirada en la «Canción del Pirata» de Espronceda, que decía: «Bajel pirata que llaman, por su bravura el regente, y que ha embarcado más gente, que Araña, Concha y Cortés».

Capitán Araña se llama también al militar que no cumple con sus compromisos, en especial el de iniciar un levantamiento, según recoge José Luis García Remiro en «¿Qué queremos decir cuando decimos…?». El «araña» se aplicaría a los cobardes e interesados «que van, como las arañas, tras la «mosca» (dinero)».

Recuerda en este sentido la Letrillas burlescas de Quevedo: «Mosca muerta, muerta parecía / tu codicia cuando hablabas / y eras araña que andabas / tras la pobre mosca mía».

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[LE}– Origen de dichos y expresiones: María Sarmiento, que se fue a cagar y se la llevó el viento

15/10/2014

Mónica Arrizabalaga

Como la protagonista del cuento se llamaban también la nodriza de Felipe II, una de las meninas de Velázquez, y una dama gallega que tiene una calle en su honor en Viveiro.

«¿Os cuento un cuento?» «Sí», responden los niños que callan durante unos instantes para escuchar con expectación el relato. Pocos se pueden sustraer a la curiosidad que despierta una historia. «¿Cuál?», preguntan impacientes. «El cuento de María Sarmiento, que se fue a cagar y se la llevó el viento».

Tras unos instantes de espera, incrédulos aún, estallan en carcajadas… o en protestas: «¿Y ya? Venga, hombre». Entonces el narrador a veces continúa: «Cagó tres peloticas: una pa Juan, otra pa Pedro, y otra pal que hable primero», según la versión popular que recoge la Fundación Jiménez Díaz.

A quién no le han tomado el pelo alguna vez con el cuento de María Sarmiento, es el más breve y conocido de la tradición hispánica al que, como tal, no le falta su aderezo escatológico. Nada describe el relato de quién o de cómo era esa desgraciada mujer a la que el viento se llevó en tal trance. ¿Se inspiró la broma en una María Sarmiento real?

Luis Cejador dice en su «Fraseología» que antiguamente Mari-Sarmiento era sinónimo de «mujer delgada, flaca y seca como un sarmiento». Tal vez sea sólo un personaje proverbial, que rima con cuento, o un nombre genérico como Marimacho, señala José María Iribarren. El autor de «El porqué de los dichos» dice, sin embargo, que sí existió al menos una María Sarmiento célebre en la historia de España.

Así se llamaba una mujer natural del Valle del Pas (Cantabria), que fue la nodriza de Felipe II. Como tal asistió el 05 de junio de 1527 al bautizo del futuro Rey en la iglesia de San Pablo de Valladolid, una ceremonia que se recuerda por una curiosa anécdota.

Según la tradición, el recién nacido debía ser bautizado en la iglesia más cercana, que en este caso era la de San Andrés, pero la Familia Real quería que la ceremonia se oficiara en la de San Pablo. El problema se resolvió rompiendo una de las rejas de una ventana y sacando al bebé por ahí.

Los Reyes y el resto de la comitiva salieron del Palacio de Pimentel, donde había nacido el príncipe, por un pasadizo de madera adornado con flores y caminaron después hasta la iglesia de San Pablo.

En el cortejo figuraba su ama de leche, que, según una relación manuscrita desconocida que recoge José M. March en «Niñez y juventud», era entonces viuda y vivía en la aldea de Mojados.

«Aunque el anónimo cronista flamenco da el nombre de María a esta nodriza, es probable que se trate de un error, pues en los Archivos de Simancas figura cierta “doña Beatriz Sarmiento, Ama del Príncipe don Felipe nuestro señor” a la que el 21 de enero de 1528 concedía Carlos V la merced de que no se cobrara derecho alguno sobre el juro de 100.000 mrs de por vida que se le había otorgado», según señala José Luis Gonzalo Sánchez-Molero en su tesis sobre «El Erasmismo y la educación de Felipe II (1527-1557) .

«La latina gallega» y la menina

En el mismo siglo vivió otra María Sarmiento, esposa del capitán general de Filipinas, Gómez Pérez das Mariñas. María Sarmiento de Ribadeneira, «la latina gallega», legó sus bienes para la creación de una escuela de gramática en Viveiro. Una calle recuerda en esta localidad de Lugo a esta acaudalada dama del siglo XVI que creó uno de los primeros colegios seglares en 1597.

En Palencia se recuerda a otra María Sarmiento, quien junto a su esposo, García López de Ayala, construyó la parte principal del actual castillo de Ampudia (1461-88), y litigó años después con su hijo por el señorío.

Otra María, aunque también Agustina, Sarmiento fue retratada en 1656 por Diego Velázquez en «Las Meninas». María Agustina Sarmiento de Sotomayor, hija del Conde de Salvatierra, ofrece una bebida a la infanta Margarita en el célebre cuadro que se pintó en el Cuarto del Príncipe del Alcázar de Madrid. Se sabe que estuvo casada con Juan Domingo Rodríguez de Arellano, conde de Aguilar, y tras la muerte de éste en 1668 con Diego Felipe Zapata, conde de Barajas.

El nombre de María Sarmiento ha acompañado a mujeres de todos los tiempos, y basta buscar en Google para ver que aún hoy a más de una le repetirán el dicho. «María Sarmiento» es también una divertida comedia de Ernesto Caballero dedicada a Federico García Lorca que se estrenó en 1998.

La entrevista de Tip y Coll a María Sarmiento

ABC publicaba en 1989 una divertida «entrevista con María Sarmiento» de los hoy ya fallecidos Luis Sánchez Pollack «Tip» y José Luis Coll: «Sorprendemos a doña María en cuclillas, leyendo una novela. Nos acercamos a ella como podemos, tratando de conservar la serenidad.

-Doña María… (Hay una pausa)

-Señora Sarmiento…

Ella se vuelve abochornada y, haciendo un extraño ademán, al tiempo que arranca una hoja de la novela, tras otra pausa, nos dice:

-Esperen. Enseguida les atiendo; es cuestión de minutos.

Esperamos, y, efectivamente, a los pocos minutos se levanta, con esa dulzura y esa expresión de placidez en el rostro de quien acaba de cumplir con su deber.

—Señora Sarmiento, ¿cómo fue dedicarse a esto?

—Desde pequeña. Apenas recién nacida. Al principio mis padres me regañaban. Eran muy duros conmigo.

—Vemos que es usted aficionada a la literatura. ¿Cuál es su novela preferida?

—«Lo que el viento se llevó»

—¿Por qué?

—Porque es la historia de mi vida.

—¿Qué consejo daría usted a la juventud?

—Paciencia, mucha paciencia, porque hay que obrar1 con calma. No olviden que obras son amores, y que el amor todo lo puede.

Vemos que se le llenan los ojos de lágrimas, se pone pálida, luego se sonroja, y vuelve a su primitiva posición.

—Disculpen —nos dice—. Hoy estoy tremenda.

Y nos despedimos de ella, de esta famosa doña María, doña María Sarmiento que, aunque parezca leyenda, un día se la llevó el viento».

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(1) NotaCMP.- ‘Obrar’ es un eufemismo para evitar decir ‘cagar’.

[LE}> Origen de dichos y expresiones: Todos a una, como en Fuenteovejuna

19/08/2014

Se dice esta frase cuando algo se hace en equipo, es decir, cuando varias personas se juntan para hacer una misma cosa y lo hacen colaborando entre ellos.

Como relató Lope de Vega (1562-1635), en este pueblo cordobés la gente se unió para ajusticiar al Comendador, Fernán Gómez de Guzmán, quien era muy cruel con los ciudadanos de Fuenteovejuna, de modo que un día todos los ciudadanos de este pueblo se juntaron para matarlo.

Cuando llegó un juez, enviado por los Reyes Católicos, investigó quien había sido el culpable y preguntó: “Quien mató al Comendador?», y la respuesta que se hizo fue: “Fuenteovejuna, señor”.

De modo que todos los ciudadanos fueron considerados inocentes puesto que no era posible condenar a prisión a tantos ciudadanos al mismo tiempo.

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[LE}– Origen o uso de palabras, dichos y expresiones: El fin justifica los medios

10 enero 2013

Es habitual escuchar decir que «el fin justifica los medios».

Se usa cuando alguien ha conseguido algo por algún método no del todo ético, pero que el hecho de realizarlo de aquel modo ha valido la pena por el resultado conseguido; y se aplica, sobre todo, en el terreno de la política y los negocios especulativos.

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Muchos son los que erróneamente han atribuido esta frase al escritor, y relevante personaje de la Italia renacentista, Nicolás Maquiavelo, quien defendió a través de su obra literaria la manera más amoral y déspota de hacer política.

Incluso existen fuentes que indican que fue el propio Napoleón Bonaparte quien la dijo tras la lectura de ‘El Príncipe’, escrito por Maquiavelo.

En realidad, la famosa cita fue extraída del texto en latín Medulla theologiae moralis (1645) cuyo autor es el teólogo alemán Hermmann Busenbaum.

La frase que se encuentra en dicho texto, dice literalmente: Cum finis est licitus, etiam media sunt licita (Cuando el fin es lícito, también lo son los medios).

Fuentes: books.google y Wikimedia commons

[LE}– Origen o uso de palabras, dichos y expresiones: Echar con cajas destempladas

27-07-12

En el pasado, cuando un militar incurría en delito de infamia y los superiores disponían separarlo del Cuerpo, se procedía a destemplar* el parche de las cajas o tambores y, redoblando así sobre ellos, se realizaba la degradación pública del acusado.

Asimismo, de esta manera, con el acompañamiento de cajas destempladas o desafinadas, eran conducidos los reos condenados a muerte al cadalso donde iban a ser ajusticiados.

En la actualidad, la expresión “echar con cajas destempladas” se aplica para despedir a alguien (sin necesidad de que sea exclusivamente militar) de determinado lugar, pero acompañado de acritud y malos modos, cuando no con gritos e insultos.

(*) Según la RAE , Destemplar es “Destruir la concordancia o armonía con que están templados los instrumentos musicales».