[Hum}– El bautizo del perro

Un hombre acude a su parroquia y le dice al párroco:

—Buenas. Venía a ver si me bautizaba usted al perro.

—¿Pero, ¡qué dice!? Los perros no se bautizan, se pueden bendecir, si usted quiere el Día San Antonio, pero nada más.

—No no. Yo quiero que lo bautice.

—¡Que le digo a usted que no, hombre!

—Padre, entienda, es que el perro es como de la familia. Aademás, si usted lo bautiza le dejaremos a la parroquia un donativo de 10.000 €.

—Bueno,… la verdad es que… si me lo trae ahora… ¡Pero rápido!

Total, que el párroco bautizó al perro.

A los dos meses vino el obispo de visita y se fijó en el nuevo órgano, en el nuevo retablo, y en los nuevos bancos, y le dijo al párroco:

—Pero, ¿no me habías dicho que la parroquia estaba mal de economía?

Llorando, el párroco contestó:

—Sí, pero Señor obispo, pero no se lo puedo ocultar: un hombre me pagó si le bautizaba a su perro, y acepté. (Gimoteos y copiosas lágrimas).

—Pero, ¿tú que has hecho, insensato? ¿¡Un sacramento a un animal!? Eso va contra los preceptos de la Iglesia. Eres un mal cura, desgraciado e ignorante. Y, ¿por cuánto se lo bautizaste?

—Por 10.000 €, Señor obispo.

—¿¡10.000 €!? Y… ¿no te dijo nada de la primera comunión?

Cortesía de Ramón López

[Hum}– Talmud para no-judíos

Un sacerdote se encontró con su amigo, el rabino, y le dijo:

—Tú me has enseñado muchas cosas, pero hay una en particular que quiero aprender y no quieres enseñármela. Quiero que me enseñes el Talmud.

El rabino respondió:

— Eres es un no-judío y tienes el cerebro organizado de un no-judío. Por tanto, no hay ninguna posibilidad de que tengas éxito en la comprensión del Talmud.

Pero el sacerdote continuó en su intento de persuadir al rabino para que le enseñase el Talmud. Por último, el rabino aceptó, y le dijo al sacerdote:

—Estoy de acuerdo; te enseñaré el Talmud pero a condición de que respondas una pregunta.

El sacerdote dijo:

—Bien, ¿cuál es la pregunta?

—Dos hombres caen por la chimenea. Uno sale sucio y el otro sale limpio. ¿Cuál de los dos va a lavarse?

Contestó el sacerdote:

—Muy simple. El que está sucio se va a lavar, y el que está limpio no.

Respondió el rabino:

—Te dije que no tendrías éxito en la comprensión del Talmud; ocurrió todo lo contrario. El limpio miró al sucio, pensó que él también estaba sucio y se fue a lavar. El sucio, por su parte, miró al limpio, pensó que él también estaba limpio y, por tanto, no fue a lavarse.

El sacerdote le dijo entonces al rabino:

—Esto no se me ocurrió. Hazme, por favor, otra pregunta.

Dijo el rabino:

—Dos hombres caen por la chimenea. Uno sale sucio y el otro sale limpio. ¿Quién de los dos va a lavarse?

Replicó el sacerdote:

—Muy sencillo. El limpio miró al sucio, pensó que él también estaba sucio y fue a lavarse. El sucio, por su parte, miró al limpio, pensó que también él estaba limpio y, por tanto, no fue a lavarse.

Dijo el rabino:

—Te equivocas otra vez; te dije que no ibas a entender. El limpio se miró en el espejo, vio que estaba limpio y, por tanto, no fue a lavarse. El sucio se miró en el espejo, vio que estaba sucio y fue a lavarse.
El sacerdote, en tono de queja, respondió:

—¡Pero no me dijiste que había un espejo!

Dijo el rabino:

—Te dije que, como eres un no-judío, con tu mente no tendrás éxito en la comprensión del Talmud pues, según el Talmud, hay que pensar en todas las posibilidades.

Gimiendo, replicó el sacerdote:

—Muy bien. Vamos a intentarlo otra vez. Hazme una sola pregunta más.
Por última vez, dijo el rabino al sacerdote:

—Dos hombres caen por la chimenea. Uno salió sucio y el otro salió limpio. ¿Quién de los dos fue a lavarse?

Respondió el sacerdote:

—¡Eso es muy sencillo! Si no hay un espejo, el limpio mirará al sucio, creerá que él también está sucio y, por tanto, irá a lavarse. El sucio mirará al limpio, pensará que él está limpio y, por tanto, no irá a lavarse. Si hay un espejo, el limpio se mirará en el espejo y viéndose limpio no irá a lavarse. El sucio se mirará en el espejo y, viéndose sucio, irá a lavarse.

Y el rabino dijo entonces al sacerdote:

—Te dije que no tendrías éxito en la comprensión. Eres un no-judío y tienes un cerebro no-judío. Dime, ¿cómo es posible que dos hombres caigan a través de una chimenea y uno salga sucio y el otro limpio?

Cortesía de Fernando Lacoste

[Hum}– Nunca llegues tarde

Al Padre Pascual le estaban haciendo su cena de despedida por 25 años de trabajo en una parroquia.

Un político miembro de la comunidad fue invitado para dar un breve discurso. Como el político tardaba en llegar, el sacerdote decidió decir unas palabras él mismo para llenar el tiempo, y habló así:

«Mi primera impresión de la parroquia la tuve con la primera confesión que me tocó escuchar. Pensé que me había enviado el obispo a un lugar terrible, ya que la primera persona que se confesó me dijo que había robado un televisor, que les había robado dinero a sus padres, había robado también en la empresa donde trabajaba, además de tener aventuras sexuales con la esposa de su jefe. También en ocasiones se dedicaba al tráfico y a la venta de drogas. Y, para finalizar, confesó que le había trasmitido una enfermedad venérea a su cuñada.

Me quedé asombrado y asustadísimo, pero con el transcurrir del tiempo fui conociendo más a la gente y vi que no eran todos así. Vi una parroquia llena de gente responsable, con valores, comprometida con su fe. Y así he vivido los 25 años más maravillosos de mi sacerdocio».

Justamente en este momento llegó el político, por lo que se le dio la palabra. Por supuesto, pidió disculpas por llegar tarde y empezó a hablar diciendo:

«Nunca voy a olvidar el primer día que llegó el Padre a nuestra parroquia. De hecho, tuve el honor de ser el primero que se confesó con él».

Cortesía de Antonieta Rodríguez

[*ElPaso}– El Paso de finales de los ’30s y década de los ’40s – Fotos, escuelas y curas

03-05-12

Carlos M. Padrón

Buscando información sobre «el otro» Pedro Martín Hernández, recabé, sin querer, todo lo que sigue, y que acompaño con tres fotos de El Paso de esa época.

El pino centenario junto a la ermita de la Virgen de El Pino. Foto cortesía de Juan Antonio Pino

ESCUELAS (lista no exhaustiva)

  • Cruz Grande. María Luisa Monterrey. Niñas
  • Cruz Grande. Enrique Campos, Niños
  • La Plaza. Maximiliano Benítez. Niños
  • La Plaza. Vicenta Fernández. Niñas
  • Camino Viejo. Carmenchu.
  • Camino Viejo. ?. Niños
  • El Morrito. José Luis Gómez Alemán
  • Tacande. Albertina Quintana. Mixta
  • El Barrial. Mixta.
  • Paso de Abajo. ?. Niños
  • Tajuya. ?. Niños

Calle principal de El Paso, vista desde el Este. Creo que ya no existe ninguna de las edificaciones que muestra esta foto; no al menos como en ella se les ve. Foto cortesía de Luis Herrera.

CURAS (lista no exhaustiva)

  • José García Pérez. Creo que fue el que me bautizó. Participaba en mítines
  • Jesús Martínez
  • Antonio Pérez Zocas
  • Antonio Rodriguez. El que prohibía que las mujeres entrara el templo si no llevaba medias, manga larga y velo
  • José Pons.

Parece que era gallego. Vivía en extrema pobreza. Andaba en alpargatas y con calcetines rotos. Fue cura en Fuencaliente y luego en Las Manchas, donde vivía en un cuarto detrás de la iglesia, y dormía en un catre armado con duelas de barril.

Siendo cura en Las Manchas, también venía a El Paso, cuya iglesia no le gustaba porque, decía él, tenía mucho dinero.

Se le vinculaba a una anécdota por algo que hacía en las confesiones, pues, como era medio sordo, iba preguntando al penitente por atentados contra cada uno de los Mandamientos, y siempre comenzaba con la pregunta «¿Has robado dinero, pasto o leña?», pues parece que en Las Machas era esto lo más que se robaba. No he conseguido averiguar qué preguntaba en relación al sexto y noveno Mandamientos.

 

  • Padre Uranga, jesuíta

Lo traían para los sermones de la fiesta del Sagrado. Era en exceso histriónico y una vez, cuando el tema de su sermón iba a ser la muerte, preparó todo para que, a una señal suya desde el púlpito, el monaguillo apagara las luces de la iglesia. Entonces, en medio de la oscuridad, él alzaba una calavera que previamente había escondido en el piso del púlpito y que había montado sobre una base sobre la cual reposa una vela encendida. Por supuesto, la luz de la vela salía por los huecos de ojos, nariz y boca.

Con la calavera en alto, y en medio de la oscuridad, amenazaba a todos diciendo que en eso se convertirían.

Pero sus visitas a El Paso concluyeron cuando en uno de sus sermones la emprendió contra Cuba, país al que habían emigrado y seguían emigrando más del 90% de los pasenses quienes, según él, en Cuba perdían la fe y dejaban de practicar la religión (la católica, por supuesto). Cerró su sermón con un «¡Maldita isla de Cuba, que debería tragársela el mar!», y fue declarado persona non grata.

Calle que, comenzando en el centro del pueblo, sube por Tenerra. La dama recostada contra la pared de la que entonces era su casa —y que ahora, remodelada, lo es de su hija Celina— es mi tía Juana Padrón, prima hermana de mi padre. En la casa que sigue a ésa vivió mi abuelo materno Pedro Martín Castillo, según ya conté en Detallista y perfeccionista: de casta le viene al galgo. Fuente: Fotos El Paso