15-01-2025
Carlos M. Padrón
Ocurrió tal y como lo cuento. Los nombres son ficticios.
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Juanelo tenía una tienda en El Paso, una de ésas que llamaban “de ultramarinos”, pero más surtida que las demás, motivo por el cual Elisa la visitaba con frecuencia y también “con consecuencias”, pues Juanelo se enamoró de ella y no perdía oportunidad de pedir a Elisa una relación sentimental, lo cual sólo provocaba risas de parte de su amada.
Un día que en la tienda coincidieron Silvestre, un amigo de Juanelo, y también Elisa, ésta recibió la acostumbrada andanada de piropos y peticiones, y como respuesta a la consabida carcajada de ella, Juanelo le dijo “¿Por qué no me quieres, Elisa?”, lo cual provocó otra carcajada.
Cuando Elisa se fue, Silvestre dijo a Juanelo:
—¿Por qué sigues con esa redina y no la dejas tranquila? ¿No ves que se está burlando de ti?
A lo que Juanelo contestó:
—Es que cada vez que la veo me tiemblan los pujabantes del corazón
