En Madrid, una noche un asaltante que llevaba su cara cubierta con una máscara interceptó en la calle a un transeúnte muy bien vestido, y poniéndole una pistola contra las costillas le dijo:
—¡Dame tu dinero!
Indignado, el transeúnte contestó:
—Usted no puede hacerme esto porque soy miembro del Congreso de Diputados
—En tal caso —replicó el asaltante—, ¡dame MI dinero!