Antes de Rosh Hashanah, un hombre judío se entera de que en San Francisco hay una sinagoga gay y se entusiasma mucho porque eso era justo lo que estaba buscando. Va a la sinagoga donde con seguridad, se dice, habrá un cantor gay, un rabino gay y la mayoría de la congregación será gay.
Participa del servicio, pero lo distrae terriblemente el apuesto joven que está sentado a su lado. Finalmente cede a la tentación y apoya su mano en la rodilla del joven.
Inmediatamente, dos grandotes, con chaquetas de cuero bajo sus talit, le caen encima, lo levantan, lo sacan de la sinagoga y lo tiran por las escaleras a la calle. El tipo, todo magullado, mientras llora desconsoladamente pregunta:
—¡¿Por qué han hecho esto?! ¡Yo creía que ésta era una sinagoga gay!
—Lo es —le responden los grandotes—, ¡pero nadie manosea a la esposa del rabino!
Cortesía de Hiram Perez
