La mujer de una de esas parejas que se llevan como perro y gato decide irse a Inglaterra. Por aquello de la mínima comunicación, antes de salir le pregunta a su marido:
«¿No quieres que te traiga algo de allá?»
Y él, para no perder la oportunidad de echar más leña al fuego, le contesta:
«Bueno, pues tráeme una inglesita»
A las dos semanas regresó la mujer, y al llegar el marido a la casa y verla ya allí, miró alrededor y, por todo saludo, le preguntó:
«¿Qué pasó con lo que te encargué?»
Con una expresión de interesante, ella respondió:
«¿La inglesita? Pues hice lo que pude; ahora sólo hay que esperar unos meses a ver si es niña»
