Un borracho que olía a puro aguardiente por los 4 costados se subió a un autobús y se sentó, con su roñoso bolso y un periódico viejo, al lado de un cura.
Sacó una carterita con aguardiente barato y, de un solo trago, se tomó lo que quedaba. Y luego, como satisfecho, agarró el periódico y se puso a leer.
El cura fingió que el borracho no existía y disimuló su incomodidad. Al rato, el borracho se quedó mirando al cura y le preguntó:
—Oiga, Padre, ¿puede decirme qué carajo causa la artritis?
El cura, molesto, le respondió en tono sarcástico:
—Claro. Es la vida profana, el andar frecuentando mujeres mundanas, los excesos con el tabaco y la bebida, en especial el alcohol, esas borracheras que terminan en noches de putas,… y muchas más de esas basuras y porquerías”
—Coooooño, ¡¡¡vaya puta mieeeeerda!!!—, exclamó el borracho volviendo a su lectura.
Al rato, el cura, pensando en lo que le dijo al pobre infeliz, se condolió y, para disculparse, le dijo en tono comprensivo:
—Disculpe usted, no quise ser tan rudo, hijo mío, pero, ¿desde cuándo sufre de artritis?
—¿¡Yoooo!? No joda, Padre, ¡a mí no me pasa nada! Sólo estaba leyendo este artículo del periódico que dice que el Papa sufre de artritis desde hace varios años.
