[Hum}— Madre sólo hay una

Durante un día habitual de clases la profesora de Lenguaje le asignó a sus alumnos la tarea de preparar para el día siguiente una composición basada en la idea de que «Madre sólo hay una».
Para el día fijado y durante la misma clase de Lenguaje, la profesora le pidió a Pedrito que leyera su composición.
Pedrito comenzó:

«Me encontraba paseando en bicicleta frente a mi casa con mis amiguitos. De repente aparece un automóvil que pasa junto a nosotros a alta velocidad, y el susto fue tan grande que me caí de la bicicleta. Mi madre, al observar la situación, sale corriendo y me toma en sus brazos, llevándome a la casa, y con mucho cariño comienza a curarme las heridas.  Al finalizar me da un beso en la frente, diciéndome que sólo fue un susto, y como respuesta le digo: Madre sólo hay una«

Sus compañeros lo aplauden, la profesora lo felicita, y le indica a Marujita que lea su composición.
Marujita comenzó:

«Jugaba junto con mis amiguitas en la casa de muñecas que mi padre nos había hecho sobre un árbol en el patio trasero de la casa.  Todo transcurría normal, pero cuando decidimos salir de la casita me caí de las escaleras.  Al gritar, inmediatamente mi madre viene corriendo, me toma en sus brazos y me revisa para ver si me había pasado algo.  Me pregunta si me siento bien, y le respondo que sí.  Me mira directamente a los ojos con mirada de preocupación, me da un beso y me dice: Hija, te quiero muchoNo sabría qué hacer si algo te llegará a pasar«.  

Y yo le respondí:  «Madre sólo hay una«

Nuevamente sus compañeros aplauden, la profesora la felicita y le indica a Jaimito que lea su composición.
Jaimito comenzó:

«Un día mi madre decidió tomar un tour por los países árabes.  Al llegar allá, lo primero que hacemos es tomar un paseo a camello por el desierto.  A mitad del paseo nos perdemos de la caravana, y luego, para colmo, el camello se nos escapa y tenemos que continuar a pie la búsqueda de la caravana, caminando a duras penas por el desierto árido, bajo un sol inclemente, y sin ningún signo de vida a kilómetros a nuestro alrededor.  A las pocas horas el agua se nos acaba, y la sed empieza a matarnos.  Al rato, en la distancia, divisamos un oasis, y esa visión nos dio ánimos para correr hacia él.  Pero al llegar notamos que el agua que una vez debió haber allí se había secado, y sólo encontramos una choza.

Entramos y había una nevera.  Me apresuro a abrir la puerta y lo primero que veo es una lata pequeña de Coca-Cola helada. La tomo, volteo, miro a mi madre y le digo: Madre, ¡sólo hay una!”

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