[LE}– ‘Aúpa’ y ‘aúpan’, con tilde en la u

04-07-2017

Aúpa y aúpan, con tilde en la u, son las grafías adecuadas de la tercera persona del singular y el plural del verbo aupar.

En los medios de comunicación es muy habitual encontrar frases como

  • «La banca aupa a Milán, que cierra con un alza del 0,46 %»,
  • «Los exportadores toman impulso por la debilidad del yen y aupan a Tokio» o
  • «Jesús Herrada realiza una magnífica contrarreloj y se aupa a la octava posición».

Tal como muestra el Diccionario de la Lengua Española, aúpa y aúpan llevan tilde en la u. Ello obedece, según indica la Ortografía, a que en estos dos casos la secuencia vocálica -au- forma hiato, pues la vocal tónica es la u.

Así pues, en los ejemplos anteriores lo adecuado correcto habría sido escribir 

  • «La banca aúpa a Milán, que cierra con un alza del 0,46 %»,
  • «Los exportadores toman impulso por la debilidad del yen y aúpan a Tokio» y
  • «Jesús Herrada realiza una magnífica contrarreloj y se aúpa a la octava posición».

Por otra parte, aúpa también lleva tilde cuando se emplea como interjección para animar a alguien, como en «Aúpa, Atleti», o cuando forma parte de la locución de aúpa: «El desplome a media sesión es de aúpa».

Finalmente, se recuerda que la locución a upa, que significa ‘en brazos’, se escribe en dos palabras y, por tanto, al ser upa una palabra llana acabada en vocal, sin tilde en la u: «Motochorros mataron a un nene de 3 años cuando iba a upa de su papá».

Fuente

[Hum}– Feligreses de la nueva parroquia

Tres parejas, una de adultos setentones, otra de cuarentones y una joven, en sus veintes, querían unirse a su nueva parroquia.

Como condición sine qua non, el cura les dijo que, por dos semanas, deberían abstenerse de tener sexo. Las tres parejas estuvieron de acuerdo y se retiraron a sus casas.

Pasadas las dos semanas volvieron a ver al cura, Éste, dirigiéndose a la pareja de mayor edad, preguntó:

—¿Fueron ustedes capaces de abstenerse por estas dos semanas?

—¡Por supuesto, Padre! —respondió entusiasmado el abuelo.

—¡Felicitaciones, y bienvenidos a la Parroquia! —dijo el cura.

Luego, dirigiéndose a la segunda pareja:

—¿Fueron ustedes capaces de abstenerse de sexo por estas dos semanas?

Y el cuarentón contestó:

—En realidad, la primera semana no tuvimos ningún problema, pero, aunque durante la segunda tuve que dormir en el auto un par de noches, lo logramos.

—¡Felicitaciones! y bienvenidos a la parroquia! —exclamó de nuevo el cura.

Volviéndose a la pareja joven, repitió la pregunta:

—Y ustedes, ¿fueron capaces de abstenerse de sexo por estas dos semanas?”

—Bueno, Padre —respondió el esposo—, la verdad es que no lo logramos.

—¿Qué pasó? —preguntó un tanto irritado el cura.

—Pues ocurrió algo al final de la primera semana. Cuando mi señora trataba de alcanzar una lata de atún que estaba en una repisa alta, la lata se le cayó y, al inclinarse para recogerla, yo, que estaba detrás de ella, al ver lo que su minifalda dejó al descubierto, no pude aguantarme, me volví un animal, y, usted sabe, ahí terminó la abstinencia.

Con tono airado, el cura sentenció:

—Ante esto, ustedes entienden que no son bienvenidos en la parroquia.

A lo que el joven marido contestó:

—Sí, claro, Padre, tampoco lo somos en el supermercado.