En una fiesta, un hombre sacó a bailar a una dama, y en pleno baile a ésta se le escapó una sonora flatulencia. Muerta de vergüenza, le dijo a su compañero de baile:
—¡Perdóneme, caballero! Por favor, ¡que esto quede entre nosotros!
Pero el hombre, agitando sus brazos desesperado, exclamó: