Hace un par de noches, no pude evitar escuchar lo que dos muchachos, de unos veinte y tantos años cada uno, hablaban en el bar. Uno de ellos dijo:
—Oye, te noto cansado.
El otro contestó:
—Y que lo digas: estoy exhausto. Mi novia y yo tenemos sexo todo el tiempo, y ya no sé qué hacer para parar eso.
Un tipo de más o menos mi edad que estaba sentado a dos taburetes de distancia y que también había escuchado la conversación, miró de frete a los dos muchachos, y en un arranque de sabiduría, le dijo al que se quejaba de las apetencias de su novia:
—Cásate con ella, y se terminará tu problema.
