El mayordomo atentamente le abre la puerta, agacha su cabeza y reverencialmente saluda al noble inglés para el cual trabaja:
—Adelante, pedazo de idiota. ¿De dónde viene el Señor Conde con esa cara de pendejo?
A lo que el conde, sonriente, contesta:
—De comprarme un audífono, Perkins. ¡Estás despedido!
