Durante un vuelo comercial, a un piloto veterano de la Fuerza Aérea le tocó de compañera de asiento una joven madre que lleva en brazos a su bebé. Cuando éste comenzó a llorar durante el descenso para el aterrizaje, la mamá, de la forma más discreta que pudo, comenzó a amamantarlo.
El piloto fingió no ver nada de eso, y, al momento del desembarque, galantemente se ofreció a ayudar a la joven madre con el manejo de las pertenencias del niño.
Cuando ésta le dio las gracias, el piloto le dijo:
—Tiene usted un bebé muy lindo, y ¡tenía mucha hambre!
Un tanto avergonzada, la madre explicó que el pediatra le había dicho que el tiempo que el bebé pasara mamando ayudaría a aliviar la presión en sus oídos
Moviendo su cabeza, el piloto dijo:
—¡Y todos estos años yo he estado mascando chicle!
