Entra un gallego a una ferretería y dice:
—Buenas, ¿cuánto cuesta un martillo?
—Quince euros.
—¿Quince? ¡Pero si en la tienda de al lado cuestan diez!
—Entonces, ¿por qué no compra el martillo en la tienda de al lado?
—Es que se les han acabado.
—Bueno, pues cuando se me acaben los martillos, yo también los venderé por diez euros.
—Bueno, entonces volveré otro día.
