31-07-14
Carlos M. Padrón
El calificativo de tarzánico le viene muy bien a ese horrible, vulgar y mutilado uso del infinito.
En el ejemplo que se pone en el artículo que copio abajo cabe preguntarse qué se quiso decir con ‘citar’. ¿Conviene citar? ¿vale la pena citar? ¿hay que citar? ¿quiero citar?
Se deja a la imaginación del lector, algo que detesto porque, como ya he dicho, en el lenguaje escrito hay que cumplir, tanto como se pueda y por simple respeto a uno mismo y al lector, el principio de evitarle a éste cualquier género de dudas, no obligarlo a adivinar ni releer, …. a menos que deliberadamente se quiera crear confusión, como haría, por ejemplo, un abogado.
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2014-07-30
Amando de Miguel
Palabras engañosas, palabras vitandas
Álvaro de la Cueva observa que la terrible moda del «infinitivo a pelo» aparece ya en un texto legal. Se dice en él: «Por último, entre otras modificaciones (…), citar la introducción (…)».
Estamos apañados; yo lo llamaría infinitivo perezoso. Es una epidemia del politiqués. Aterra oír las intervenciones públicas que empiezan así.
Manuela Mansas Enrique se refiere al asunto del infinitivo a pelo, el que abre una frase solemne. Dice ella que también se llama «introductorio, solitario, enunciativo o radiofónico», y propone una nueva denominación: tarzánico.
Recuerda a los escasos parlamentos de Tarzán, o también a los de los indios en las películas del Oeste. En ese último caso, sucedía a veces que en la versión original los indios hablaban español. La forma de traducir era algo así como «Rostro pálido venir a las montañas».
Ignacio Frías añade otra propuesta para esa forma de hablar: «infinitivo viudo». Habría que dar una explicación de por qué se utiliza tanto en el politiqués. Se me ocurre que, de esa forma, al eludir el verbo principal se eliminan también muchas responsabilidades.
