[LE}– El origen de ‘poner los cuernos’, ‘dormir la mona’ o ‘manda huevos’

09/06/2014

La filóloga Héloïse Guerrier desvela de dónde vienen algunas de las expresiones castizas más empleadas.

Cuando en la Edad Media un señor feudal ponía en práctica el derecho de pernada sobre la esposa de un vasallo, se colocaba en la casa una cornamenta de ciervo que dio origen a la conocida frase «poner los cuernos», una de las expresiones cuyo origen revela la filóloga Héloïse Guerrier .

La filóloga francesa analiza castizos modismos, como «estar en todos los fregados», «dar el coñazo» o «cágate lorito», ante el desconcierto que le produjeron como extranjera estas expresiones populares formadas con palabras y términos sencillos, entre el surrealismo y lo escatológico, y cuyo significado real no tiene nada que ver con lo enunciado.

A Guerrier (Francia, 1981), que estudió filología hispánica en la Sorbona, el interés por estas frases le vino cuando se trasladó a vivir a Madrid, hace diez años. «En la Facultad no te enseñan las expresiones de este tipo que se usan en la calle, y las españolas son muy gráficas: «cagarse en la leche», «montar un pollo», «que te folle un pez»… Yo me las apuntaba porque si te paras a pensar en ellas son verdaderamente perturbadoras», explica.

Investigó su origen en diccionarios de dichos, frases hechas y populares (como los de Buitrago, Celdrán o Seco), «buceó» por internet y comprobó que detrás de cada una de esas expresiones «había mucha miga».

La filóloga analizó la etimología, cuál era el uso inicial, en qué contexto se creó, y cómo habían ido evolucionando.

«Dormir la mona», por ejemplo, se remonta al siglo XVI y hace referencia a la costumbre que había de dar vino a los monos para ver el efecto que les provocaba.

«Montar un pollo» viene de la palabra poyo, un banco de piedra arrimado a la pared junto a la puerta de las casas de los pueblos. Así se llamaba en el siglo XIX al podio en el que los oradores pronunciaban sus discursos en las plazas, y que solían terminar en polémicas y encendidas discusiones.

«Manda huevos» es la versión romance del «mandat opus!» (= la necesidad obliga), que se empleaba en el ámbito jurídico.

Por encima del machismo residual que lleva consigo en ocasiones la lengua —»es la polla» para referirse a algo positivo, mientras que «menudo coñazo» se asocia a algo negativo—, Guerrier encontró que muchas expresiones utilizaban palabras vinculadas a la comida y al sexo: «estar metido en el ajo», «que te den morcilla», «joder la marrana», «echar un polvo»,…

«En Francia hay expresiones así, pero aquí son más bestias», comenta Guerrier, que aún recuerda su sorpresa cuando un compañero de Astiberri, cansado de que algunos autores se pasaran por la editorial sin avisar, gritó: «Esto parece el coño de la Bernarda».

Esta extraña frase hace referencia a una curandera granadina cuya vagina se halló intacta al desenterrarla, pero en otras, se dio por vencida ante la dificultad para convertirlas en una imagen.

«Frases como «no tengo el chichi para farolillos» y con «verdades como templos» tuvo que sacarlas de la lista porque eran demasiado complicadas», comenta sonriente.

Las explicaciones de las locuciones está traducida al inglés y al francés (tanto en su significado real como literal: «to shit in the milk», «etre fourré dans l’ail«, por citar dos ejemplos) por lo que el glosario saciará la curiosidad de los nativos y ayudará a combatir las dudas de los extranjeros que suelen «hacerse la picha un lío» cuando buscan la literalidad de algunas expresiones.

Para el escritor Pablo Martín Sánchez, la obra de Guerrier presenta «una combinación hilarante de modismos y de imágenes que producen cosquillas en el cerebro».

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