[*Opino}– Regalos a fecha fija

06-02-14

Carlos M. Padrón

Es agradable dar con una opinión igual a la que uno tiene, a la que ha tenido por muchos años, y sigue teniendo, pues si sé que alguien que para mí sea especial necesita algo y yo puedo regalárselo, con gusto lo hago, pero lo de hacer regalos a fecha fija —porque sí, porque la sociedad, la costumbre, la moda o la publicidad así lo mandan—, no va conmigo. Y no sólo no me gusta, sino que me causa angustia y estrés.

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Feb 05, 2014

Ángel Antonio Herrera

Caja y cursilería

Acaso, lo peor de las fiestas de mucha reseña son sus vísperas.

Con las fiestas viene a pasar lo contrario que pasa con los viajes, donde lo mejor es el día, o los días, de antes, por su poder de fantasía, por su locura de abierta gama. No hay viaje como la víspera de un viaje. Tampoco hay fiesta mejor que la víspera de la fiesta, sólo que al revés.

Lo digo porque enseguida toca San Valentín, que es el día de los enamorados,  y ya veo que se aparejan regalos que más bien son un susto. Ahí va alguno de los que ahora se llevan: tatuarse el nombre de la pareja, contratar una serenata, o dedicar un poema del montón, porque ahora internet tiene mucho ajuar de poemas, para los tórtolos.

Naturalmente, todo esto es una bobada y un incordio, y regalarle algo así a alguien a quien quieres es casi avalar que le quieres poco, o regular.  

El regalo a fecha fija no es un regalo, y esto de San Valentín es una cursilería de la que hacen mucha caja los dueños de los escaparates.

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