30 mayo 2013
En el siglo XV, el rey Juan II de Castilla impuso la obligatoriedad del sustento del ejército real a través de una aportación económica.
Tal aportación podía ser mediante «contribución de sangre», que consistía en que uno de cada cinco mozos mayor de edad se incorporase a la milicia.
Se llegó a la conclusión de que esa proporción era la adecuada para conseguir un buen número de soldados, ya que también se contaba con la incorporación voluntaria y, sobre todo, las poblaciones no quedarían desiertas de jóvenes para trabajar la tierra o realizar los diferentes oficios.
Al tratarse de un sorteo en el que se quintaba (se escogía una quinta parte), a los muchachos elegidos para incorporarse a filas, se les comenzó a llamar ‘quintos’, y de ahí que también se terminase utilizando el término para señalar a aquéllos que eran de la misma edad o que habían realizado en el mismo año el servicio militar (ser de la misma quinta).
Fuente: 20 Minutos
