[Hum}– Mujer cuaima y celosa

La esposa llegó a la casa tarde en la noche, entró sin hacer ruido, y, también sin hacer ruido, abrió la puerta del dormitorio conyugal y notó que por el final de las mantas se veían cuatro pies en vez de sólo dos.

Sin más, fue a buscar un bate de béisbol y con él repartió duros y repetidos golpes sobre las mantas.

Cuando se sintió satisfecha, fue a la cocina a servirse un trago, y apenas entrar descubrió que su esposo estaba sentado a la mesa leyendo una revista.

Al verla, él le dijo:

—¡Hola, cariño! Tus padres vinieron a visitarnos, y dejé que usaran nuestro dormitorio. ¿Ya fuiste a saludarlos?

Cortesía de Esteban Zajía

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