Nació este inteligente hombre de espíritu mercantil en el pueblo de Hermigua, isla de La Gomera, Canarias, siendo sus honrados y laboriosos padres don José Lazo Lemus y doña Antonia Josefa Mendoza.
En 1853 se trasladó a La Habana, cuando apenas contaba 14 años de edad, abrazando desde el 57 la carrera del comercio, con notable aprovechamiento.
En 1867 regresó a su país sólo por disfrutar de la grata satisfacción de ver y de estrechar entre sus brazos a su amantísima madre.
En 1868, después de su retorno a La Habana, contrajo matrimonio con la distinguida señorita doña Úrsula Ramos Pineda, oriunda de Canarias, de la que obtuvo cuatro hijos, habiendo pasado por el acerbo dolor de perder a dos de ellos.
En el citado año formó una sociedad mercantil que giró en esta plaza bajo la razón social de «Lazo Galvidea y Cía.» hasta el año 78, en que se separó de los negocios habiendo experimentado en esta última década profundos quebrantos en sus intereses a causa del período de perturbación social por que atravesó la Isla en aquella lamentable época, y sin que, por tan rudos golpes, nuestro biografiado se acobardara para dar cumplimiento a sus obligaciones y dejar bien sentada su inquebrantable y buena reputación, que le ha merecido el cariño y el respeto de todos, así como por su actividad, honradez y virtud nunca desmentida.
Hombre emprendedor, abrazó (1880) el negocio del tabaco en rama, en el cual continúa hasta el presente, y al que debe una posición bastante desahogada, educando con esmero a sus queridos hijos, y, como buen patricio, contribuyendo con su persona a aquellos actos en que se ha hecho necesaria su cooperación.
Fue socio fundador (1872) de la Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola, habiendo desempeñado con frecuencia importantes cargos en la directiva de la misma.
Lazo pertenece al número de canarios útiles que en Cuba han contribuido al fomento de la riqueza y prosperidad, honrando tanto a su patria como a sí mismo.
En 1864 fue uno de los que con más entusiasmo contribuyeron para reunir fondos con que sostener la publicación del semanario «El Mencey», primer periódico regional canario que se imprimió en toda la América Latina.
Y, últimamente, nuestro querido comprovinciano ha sido, asimismo, uno de los generosos hijos de las Afortunadas que más se han distinguido por su amor hacia aquéllas hermosas rocas del Atlántico.
