LA CALDERA DE TABURIENTE
La Belleza es esencia de Dios mismo.
Cuando del caos de la nada, un día
surgieron con sus galas eternales,
los mundos que con leyes inmutables,
están dispersos en la esfera umbría;
cuando el Orbe en su rítmica armonía
presentó sus bellezas irradiables,
arcanos para el hombre inescrutables,
do se estrella su ardiente fantasía;
contempla el Hacedor la Creación,
y entonces, descendiendo desde el Cielo,
difunde las grandezas de mi suelo,
y pone por corona a mi peñón,
la patria de aquel rey noble y valiente:
¡La Caldera, sin par, de Taburiente!

Claro que tuvo que ver el supremo autor en el levantamiento de estas dos columnas de Hercules. Algo inponente para señalar, siguiendo El Camino de Santiago, que PLUS ULTRA, allende el mar grande, se encontraba la Tierra de Gracia: La Galilea de los Gentiles.
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