Día: 12 de junio de 2011
[*IBM}– Del baúl de los recuerdos: Una noche en San Felipe / por Sergio Stecca
01-06-11
A continuación cuento una sabrosa anécdota (sabrosa vista desde hoy) que, cuando cumplía yo con mi trabajo en IBM, me tocó vivir junto a un llanero de corazón con el que concreté una gran amistad a pesar de que yo era un “catire”,… pero mi amigo llanero, José Manuel Padrino, probablemente sin darse cuenta, también lo era.
Ambos teníamos diferentes jefes, y ya nos había tocado que el jefe de cada uno nos asignara al mismo trabajo, como fue el caso del Aeropuerto de Maiquetía, caso en el que casi peleamos tratando cada uno de cumplir con la misión asignada.
El cuento comienza en que tuvimos que ir a la Municipalidad de San Felipe a instalar una IBM 6400, y a desarrollar todos sus programas.
Nos pusimos de acuerdo y, si mal no recuerdo, fuimos en el carro de José Manuel, y lo que contaré no tiene nada que ver con el trabajo mismo, ya que sólo recuerdo que éste lo cumplimos a cabalidad.
La primera o segunda noche en ese tradicional pueblito —donde entonces no había televisión, restaurantes ni otro medio de distracción— decidimos ir al único bar del pueblo a tomarnos unos tragos, que en ningún caso fueron presentados en la cuenta de gastos como los vasos de leche del incidente muy conocido aquellos años y que ya contó el exIBMista Leo Masina.
Llegamos al bar, nos sentamos en una mesita y pedimos una botella de Cacique (cuanto los extraño a ambos: al ron y a mi amigo).
Súbitamente, apareció un tipo con una piña debajo del brazo y un cuchillo de unos 35 centímetros de largo, en evidente estado de embriaguez o, mejor dicho, con una TREMENDA PEA.
El borrachito, agresivo, pasó por cada mesa buscando problemas y, mirando a cada uno a los ojos, le decía: «ESTA PIÑA DULCE ES DE MI MADRE. AL QUE SE LA QUIERA COMER, ¡LO MATO!».
Cuando llegó a la mesa nuestra, yo tenía claro que José Manuel iba a reaccionar ante este ataque, y también tenía claro que, ante cualquier evento, yo iba a apoyar y a luchar por mi amigo.
Si José Manuel no reaccionara, lo que era poco probable, quizá mi rabia o mi MIEDO harían que reaccionara yo.
El borrachito miró a los ojos a José Manuel y éste hizo lo mismo por unos segundos que a mí se me hicieron interminables. Mientras, ya había yo pensado en agarrar la botella de ron y reventársela en la cabeza al borracho, antes de que éste pudiera utilizar su cuchillo.
De repente, el borracho de la piña preguntó con voz traposa:
—¿Tú no eres José Manuel Padrino?
A lo que mi amigo contesto secamente:
—Ése mismo soy yo.
El borracho volvió a preguntar:
—¿Tú no eres hijo de José Manuel Padrino, de Maturín de Caicara?
Mi amigo contestó más secamente y ahora con las manos, al igual que las mías, encrespadas y listas para la pelea:
—Ése mismo soy yo.
En pocos segundos me vi preso, muerto, y vi a mi señora e hijas desvalidas, y, como había leído PAPILLON, me imaginé en la cárcel.
Entonces el borracho, ante la seca aseveración de Padrino, gritó:
—¡Tráiganme un plato grande, que esta piña la vamos a comer con mis amigos!
¡UFFF! Al borracho, de la alegría de ver a José Manuel se le pasó gran parte de la borrachera, comimos la piña y seguimos tomando amistosamente hasta la madrugada.
Este hecho ocurrió tal y como lo cuento, con algún eventual error en el diálogo, y te autorizo para que lo cuentes a quien quieras o lo reproduzcas donde quieras, excepto para sacarle provecho económico, ya que es parte de la historia de mi vida. 🙂


