[*ElPaso}– Recuerdos de la década de los ’50s: Teudis

Carlos M. Padrón

Durante muchos años, el molino de gofio más cercano a mi casa natal, en El Paso, estaba en la Cruz Grande y era de Tomás «el sordo», que así lo llamaban.

Fueron muchas las veces que hasta ese molino fui cargando un saco de trigo tostado,… que días después traía de vuelta a casa ya molido y hecho gofio.

Creo que fue a mediados de los ’50s cuando Tomás «el sordo» vendió a un tal Porfirio ese molino y la casa en cuyos predios estaba. Porfirio llegó a El Paso procedente de otro pueblo de La Palma, creo que de Las Breñas.

Uno de los hijos de Porfirio, un muchacho coetáneo mío, era Salvador Teudis, a quien todos conocían por sólo Teudis, y que era el encargado de operar el molino.

Durante mis vacaciones escolares acostumbraba yo a echar mano de mi tablero de ajedrez con sus piezas e irme a la Cruz Grande, y sentados Teudis y yo en lo alto del muro que en la propiedad de José (Pepe) Pino había entonces frente al molino, jugábamos una o dos partidas.

Ese hobby se me terminó porque yo, que había aprendido a jugar ajedrez —o al menos eso creí, y luego enseñé a Teudis lo que yo había aprendido— siguiendo las instrucciones que encontré en la enciclopedia Espasa-Calpe propiedad de don Juan Fernández, el médico del pueblo, un día, apenas salir de una enfermedad de un par de semanas de duración —no recuerdo de qué estuve enfermo—, llevado por mi obsesión de mejorar en el juego me fui a jugar ajedrez con Teudis, y fue tal el esfuerzo que hice que recaí, y de gravedad, en mi dolencia,… y el médico me dijo que no más ajedrez.

Al igual que yo, aunque antes, Teudis emigró a Venezuela, y en agosto de 1963, en uno de mis viajes de trabajo a Maracay —entonces trabajaba yo para Olivetti— fui a visitarlo y me invitó a su boda.

Hasta Maracay nos fuimos, Fernando Pino y yo, en la tarde del 31-08-1963, y con mi cámara fotográfica —la primera que tuve y que había traído yo de Canarias— tomé varias fotos de la boda, dos de las cuales, que adjunto (tengo otras pero casi iguales), me dedicaron luego él y su esposa Mary.

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En esta otra aparece también, con los novios, Fernando Pino.

Fernando Pino (q.e.p.d.), Mary y Teudis (q.e.p.d.)

Lo triste de esto es que vi a Teudis por última vez antes de 1969, y luego sólo hablé con él por teléfono. Su número lo obtuve en uno de los viajes que hice a El Paso a comienzos de los años 2000.

A mi pedido de que me diera su dirección para ir a visitarlo contestó que esperara a que él se mejorara porque estaba muy enfermo y se lo pasaba hospitalizado la mayor parte del tiempo; que él me llamaría.

Nunca me llamó, y por más que yo llamé varias veces más, nadie atendió el teléfono. Meses después, a través de El Paso supe que el amigo Teudis había muerto. También murió ya Fernando. Que en paz descansen ambos.

Amigo de Teudis y mío era también Rodrigo Sosa. Rodrigo y yo, junto a Fernando Pino, Jesús Capote (Suso «el de la Corrala») y otros, fuimos compañeros de rondallas y serenatas. Ellos tocaban —y muy bien— instrumentos de cuerda, y cantaban; yo sólo cantaba.