Acerca del contenido del para mí muy acertado del primero de los dos artículos que copio más abajo estoy de acuerdo en todo menos en lo de la ‘ye’.
Primero, en muchos países del lado oeste del charco para la ‘i griega’ se ha usado, por años, el nombre ‘ye’. Y en ese lado hay 10 veces más hispanohablantes que en España.
Y, segundo, porque en estas lides, al igual que en muchas otras, apoyo el principio de la economía y el de evitar la confusión cuando exista riesgo de que ocurra. En este caso, decir ‘ye’ toma menos tiempo que decir ‘i griega’.
Del artículo que sigue, lo de los adverbios y pronombres interrogativos ya lo había mencionado yo, y debo destacar que me gustó mucho la denuncia de que la RAE se inclina por adaptarse a la ignorancia del pueblo. Bueno, al fin y al cabo es lo que hacen hoy muchas instituciones, sobre todo las de corte político.
En cuanto al segundo artículo, el titulado «Escritores españoles se resisten a los cambios de la nueva ortografía», llama la atención que la mayoría de los escritores cuyas opiniones se recogen rechacen el cambio de nombre de la ‘i griega’.
Uno de ellos dice que «lo de ‘i griega’ es algo «entrañable». ¿Con qué se come eso? Sin embargo, sí apoyan el que en América se obligue a dejar de la lado lo de ‘b alta’ y ‘b corta’ y ‘be larga’ y ‘be baja, y se imponga lo de ‘b’ y ‘uve’. ¡Qué democráticos!
Por lo ya dicho, estoy de acuerdo en aceptar ‘uve’ porque pronunciarlo toma menos tiempo que ‘ve corta’, aunque lo de ‘uve’ suena foráneo en este lado del charco, pero entonces que acepten como normal lo de ‘ye’, que, al fin y al cabo, es el sonido propio de esa letra, mientras que la ‘v’ no suena ‘uve’.
Carlos M. Padrón
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10 de noviembre de 2010
La Academia ye-yé
Al rebufo del Govern baler, que ha tenido a bien bajar el rasero por el que dar un «apto» a quien supere el 5 en las pruebas de catalán, cosa que antes no se conseguía con menos de un 7,2, la Real Academia Española ha decidido simplificar la gramática de la lengua de Gabriel García Márquez y Vargas Llosa.
De todas las «ayuditas» que estos cambios ortográficos vienen a prestarnos, la que más me sorprende es la de cambiarle el nombre a la «y griega». Ahora la tenemos que llamar «ye». Qué ye-yés, los académicos.
Es de lo más curioso. Una de las prestaciones del diccionario de la RAE es que te proporciona, en cada entrada, la etimología de las palabras. En la mayoría de las españolas nos topamos con raíces latinas y griegas. La grafía de la en mala hora llamada «ye» es la ípsilon, una letra griega. No vamos a eliminar la grafía, sino sólo su nombre. Pero borrarle el nombre es un atentado cultural, es un robo en toda regla.
Lo mismo sucede con el caso de «quorum», palabra que, para empezar, nunca la RAE debió acentuar gráficamente, sino constatar su uso como latinismo, acordando que palabras 100% latinas, como «curriculum», se librasen de la tilde, pues en latín no existe tal signo.
Por eso darle el visto bueno al «cuórum», con «c», es un gran paso hacia la asfixia de la vocación científica de una institución como la RAE, que se inclina por adaptarse a la ignorancia del pueblo y borrar las raíces de un patrimonio cultural sin parangón como es la lengua.
Me asquea el servilismo de un equipo de lingüistas demostrando que se ganan su sueldo de funcionarios ofreciendo un listado de modismos a los que conceder un hueco en el diccionario. «Meloncete» ya tiene el suyo; felicidades. Pero mientras no aparezca una entrada para «Barbi: dícese de la típica vividora de la política y aficionada a la ostentación hortera y pasada de moda», a mí que no me vengan con alardes de buen oído.
La mayoría de los españoles no saben acentuar los adverbios y pronombres interrogativos indirectos. Supongo que habrán decidido eliminarlos. La mayoría no saben usar el «deber» frente al «deber de». Es de esperar que se haya eliminado uno de los dos usos.
La gente se hace un lío con «infringir» e «infligir». Esperemos que, ante la duda, hayan eliminado ambos vocablos.
Últimamente veo que nadie es capaz de escribir «si no» en dos palabras. Apuesto a que ya lo han dado por incorrecto.
Una RAE que se precia de estar al quite de los usos del pueblo, es lo que tiene que hacer. Para mí que detrás de la analfabetización que busca eliminar las huellas del español, están los regionalistas de España. Esas academias de cantón que buscan prestigiar sus gramáticas de alpargata y acequia. El valenciano del «vine pacasí» o el mallorquín de Laura Carrascosa.
Barruguets
Cortesía de José Quirantes
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2010-11-14
Escritores españoles se resisten a los cambios de la nueva ortografía (extracto)
Varios escritores españoles han expresado sus reticencias a la hora de adoptar algunos de los cambios más discutidos de la nueva Ortografía Española, como el nuevo nombre de la «i griega» o la ausencia de tilde en «truhán».
«Como escritor, lo primero es la libertad expresiva», le dice a Efe el poeta Antonio Colinas, «partidario de las normativas» y admirador de «la labor excepcional» que realizan las Academias de la Lengua Española pero que, como otros autores consultados, se acoge al «privilegio del creador» para tomarse con tranquilidad los cambios propuestos.
La Comisión Interacadémica encargada de preparar la nueva edición de la Ortografía ha aprobado ya el texto básico y, si bien su contenido no será definitivo hasta que el 28 de noviembre lo ratifiquen en Guadalajara (México) los máximos responsables de las 22 Academias, ya se conocen algunas novedades.
Aunque en esa reunión final podría haber cambios, de momento hay modificaciones que resultan llamativas, entre ellas denominar «ye» a la «i griega» y que en América deban dejar de decir «be alta», «be larga», «be baja» y «be corta» para la «be» y la «uve».
De todos los cambios, el que peor lleva Soledad Puértolas es la nueva denominación de la «i griega». «En España nos choca mucho ese cambio y no sé si va a funcionar. La ‘ye’ no la veo», asegura esta escritora, que siempre ha acentuado el adverbio «sólo» y que supone que lo seguirá haciendo, aunque tiene sus dudas
Puértolas, Premio Planeta y Anagrama de Ensayo, entre otros, se siente «un poco como Juan Ramón Jiménez». Quizá no llegaría tan lejos como el gran poeta en el uso de la «g» y la «j», pero no le importaría replantearse las distinciones entre «b» y «v», así como la utilidad de la «h». «No veo por qué el idioma no ha de evolucionar».
Otro que se resiste a decir «ye» y a suprimir la tilde del «solo» es Juan José Millás. «Ese acento del adverbio ‘sólo’ es pertinente, y hay construcciones donde es necesario», asegura. Millás considera conveniente la unidad que pretenden las Academias, aunque en su opinión «la gran riqueza de la lengua española está en la diferencia».
Antonio Muñoz Molina, nombre esencial de la literatura española de las últimas décadas, no entiende lo de suprimir la tilde en palabras como «guión» y «truhán».
Manuel de Lope seguirá poniendo el acento en el adverbio ‘sólo’ porque así se lo enseñaron «en el colegio», y seguirá diciendo «be» y «uve». Lo de llamar «ye» a la ‘i griega’ le parece «una falsa puesta al día». «A lo mejor a partir de las doce de la noche de mañana son faltas».
Antonio Colinas, Premio Nacional de Literatura, no es partidario de decir «ye», porque la «i griega» es «algo entrañable», ni de eliminar la tilde de «sólo», porque «no es lo mismo el solo de soledad, poéticamente visto, que el de solamente».
Libertad Digital