AL MAR
Este canto, prueba de mi afecto
para el distinguido periodista,
Capitán de Infantería y buen amigo
mío, don Luis Méndez y Franco.
"¡Calma un momento
tus soberbias ondas,
océano inmortal…".
Quintana .
¡Oh, mar, que con tus olas no cesas un momento,
formando en tus cadencias incógnito cantar!
Tus notas me entristecen si muges turbulento,
me alegran si tranquilo te llego a contemplar.
Extático en tus playas he visto tu grandeza,
que pulsa en estos versos mi humilde y tosca lira.
Por eso estos cantares ofrezco a tu belleza,
tributo a tus encantos de un alma que te admira.
Tu seno palpitante bellezas mil encierra,
¡oh, mar! que del espacio retratas sin mesura,
los astros que sus rayos ofrecen a la Tierra,
el claro azul del cielo, del alba la blancura.
De ti salen las nubes que suben at vacío
y riegan las campiñas haciendo florecer
las plantas que alimentan al bueno y al impío,
y esparcen por la Tierra la vida a todo ser.
Por ti ya el emigrado va en barca peregrina,
vertiendo entre tus aguas sus lágrimas de amor.
Va en pos de otras regiones, cual va la golondrina
buscando otros asilos que alivien su dolor.
Yo admiro de tus conchas las perlas nacaradas
que adornan las coronas y cetros imperiales.
Y en cada nuevo día, tus aguas matizadas
de fúlgidos colores admiran los mortales.
En noches apacibles de ti los pescadores
esperan el amparo del próximo mañana.
En ti los embelesan tus mágicos rumores
y más si entre tus ondas se ve rielar a Diana.
Tus aguas cuando besan las playas arenosas
inspiran al artista que admira tu oleaje;
pues ve que se retiran y tornan presurosas
formando en tus orillas de espuma un blanco encaje.
En ti las tempestades que sufre el navegante
mirar al cielo le hacen henchido de esperanza;
y tras la luz del rayo, el trueno retumbante
le anuncia que se acerca el iris de bonanza.
En ti por su egoísmo el hombre a veces muere,
manchando con su sangre tus aguas cristalinas.
Tus notas son entonces canción de miserere
que suben al espacio cual músicas divinas.
De intensos nubarrones de tu agua desprendidos,
los rayos iracundos he visto a ti bajar:
entonces con los truenos, tus hórridos bramidos,
concierto pavoroso llegaron a formar.
Si gimes, y en las rocas se estrella tu oleaje
formando cabelleras de mágica blancura,
tus ecos en los montes imitan tu lenguaje
de notas misteriosas, de indómita bravura.
Tu elástico volumen los Andes ha inundado,
según las tradiciones de historias inmortales;
arcano misterioso de un tiempo que ha pasado
que vaga en los cerebros de todos los mortales.
Bañarse en tus orillas del día en los albores
yo he visto a las mujeres más cándidas y hermosas;
sus cuerpos tú los meces, y siempre seductores,
parecen en tus aguas sirenas primorosas.
Y un día y otro día tus aguas transformadas
producen en la Tierra copiosos manantiales;
las fuentes y los ríos, los lagos y cascadas,
las nubes vaporosas, las lluvias torrenciales;
las nieves que tapizan los montes elevados,
(gigantes de la Tierra que besan a las nubes),
las gotas de rocío que alfombran a los prados,
las nieblas blanquecinas cual trono de querubes.
Tú tienes tus lenguajes, tú tienes tus mugires
que dan a mis canciones humilde inspiración;
tú alejas de mi pecho los más tristes sentires
y negros desengaños que sangra el corazón.
Si el aire es apacible, tú muges con dulzura,
y si los huracanes te agitan turbulento,
tú estrellas en las rocas con bélica bravura,
inquieto tu oleaje, cual es mi pensamiento.
Tus seres alimentan en número incontable,
los peces en tus aguas, y en tierra al hombre mismo;
y aún guarda mil secretos tu fondo inescrutable,
que Dios sólo conoce en medio de tu abismo.
¡0h, mar, que con tus olas no cesas un momento,
formando en tus cadencias incógnito cantar!
Si cruzo por tus golfos, no gimas turbulento,
pues quiero de tus playas volverte a contemplar.
