LAS FOLÍAS
Las folias. Amalgama de nobles
sentimientos: música divina.
Siempre que escucho trovar
las inspiradas folias,
por sus gratas armonías,
ansias siento de cantar.
Es divino el sentimiento
de esa romanza canaria,
tierna como la plegaria
que traspasa el firmamento.
Alegres cual las sonrisas
de las más bellas mujeres,
que cautivan a los seres
cual las apacibles brisas.
Tristes cual fúnebres notas
de inspirado miserere;
tristes cual ¡ay! del que muere
con esperanzas remotas.
Efluvios de inspiración
que hechizan la inteligencia;
música, del Arte esencia,
que llega pasta el corazón.
Sus cadencias misteriosas,
que Dios dispersó en la Tierra,
ritmo canario que encierra
transiciones caprichosas.
Ellas evocan al alma
el susurro de los pinos,
de los canarios los trinos,
de nuestra tierra la calma,
y el mugir de nuestros mares
y el valor de nuestro suelo,
y el azul de nuestro cielo,
y nuestros tiernos hogares.
Ellas evocan amores
por la juventud cantadas,
por la ancianidad trovadas,
ecos son de sus dolores.
Ellas, cuando una mujer
las entona, y en el piano
pulsa, con su tersa mano
sus notas, llego a creer
que, aunque el Arte es infinito,
no hay música tan sensible,
porque su efecto es tangible
y su alto fin es bendito.
Se ve en ellas reflejada
el alma de una canaria;
puras como una plegaria,
y cual cándida mirada,
tienen algo de canciones
del inocente pastor;
arpegios de ruiseñor
y de grandes creaciones.
Tienen de arrorró la esencia,
puros rumores de besos,
dulces, tiernos embelesos
y una celestial cadencia.
Con sus notas saturadas
de los más tiernos amores,
ya alegrías, ya dolores,
cantan las Afortunadas.
Y no acierto a definir
el puro placer que siento,
si estudio su tierno acento,
su música al percibir.
Por eso at oír cantar
esas dulces melodías,
tengo siempre que exclamar:
¡¡Divinas son las folias!!


