NotaCMP.- María Celia Padrón es hija de Pedro Padrón, hermano menor de mi padre y, por tanto, prima hermana mía. Y, al igual que yo, es pasense, o sea, que nació en El Paso.
Desde Padronel, mis felicitaciones para ella por una admirable labor cumplida,… y mi desilusión porque no le gustan las computadoras. 😦
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11 julio 2010
M.G., La Laguna
La más grande de la clase
María Celia Padrón se jubila después de 34 años al frente de la escuela infantil de Taco como la trabajadora más veterana de la Consejería de Bienestar Social. «Nunca dejé poner una inscripción que dijera que esto es una guardería. Aquí no se guardan niños, se les educa», afirma.
Cuando cumplió 65 años, a María Celia Padrón ni se le pasó por la cabeza jubilarse. «Me sentía como si tuviera treinta, llena de vitalidad y ganas de trabajar». Ahora han pasado unos cuantos más —ella dice que hace «un ratito» que cumplió los setenta— y sigue pareciéndole mentira que vaya a abandonar la escuela infantil Niño Jesús, en Taco (La Laguna), que ha dirigido durante 34 años.
María Celia no cree que en la Consejería de Bienestar Social, de la que dependen actualmente estos centros, quede algún otro trabajador con su edad que, movido por la vocación, continúe desarrollando su labor.
No es la pérdida de la ilusión y el entusiasmo lo que ha llevado a María Celia a tomar la decisión de retirarse. Los «culpables» son los computadores. «Para mí son un hándicap; les tengo fobia», admite. La obligación de «tenerlo todo informatizado» la ha llevado a echarse a un lado para «no molestar a los demás».
Hasta que el «enemigo» tecnológico hizo su aparición, María Celia ha tenido tiempo de ser testigo de los cambios que se han producido en las escuelas infantiles y en su entorno. Se marcha precisamente cuando se prepara el paso de estos centros de Bienestar Social a Educación, aunque ella siempre ha tenido muy claro la tarea educativa que deben cumplir.
«Nunca dejé poner una inscripción que dijera que esto era una guardería. Aquí no se guardan niños», asegura esta veterana educadora, para la que el niño «es educable desde los cero años».
De hecho, cuando en 1977 llegó el centro, éste era una guardería y cumplía una función asistencial. Todo cambió en pocos años, en parte gracias al trabajo de la Coordinadora Tenique, en cuya creación participó la propia María Celia.
«Entonces no había maestros. Reciclamos al personal, que comenzó a formarse como técnicos de jardín de infancia.
Todo ha cambiado mucho. Antes, el personal sólo tenía conocimientos sanitarios, ahora también educativos. Están preparados para trabajar con niños. En el colegio se nota cuando un niño ha estado en una escuela infantil», explica.
La actividad sindical también ha formado parte de su trayectoria. Participó en la negociación del primer convenio nacional para los trabajadores, que se firmó pocos meses después de llegar a la Niño Jesús, y supuso un espaldarazo para promover la formación del personal y su dignificación profesional.
Confiesa que ha pasado más tiempo en el centro que con su familia, y reconoce que es el momento oportuno para retirarse. Aún así, se va «con pena». «Lo sigo llevando todo muy bien: me siento valorada por la Administración, el personal, y los educadores, y los padres están muy contentos y me dicen que soy el alma de la escuela», comenta.
María Celia espera que su sucesora tenga en cuenta las directrices que ella ha establecido y que hacen que «todo funcione muy bien», y se alegra de que, al contrario de lo que le ocurrió a ella, «no tenga que empezar de cero».
Pese a que no tiene quejas de las administraciones, sí lamenta que no se haya creado ninguna otra escuela infantil en la zona o se haya ampliado la existente, pues cada año se quedan sin plaza un número importante de niños. Este curso han sido más de sesenta. «Me da pena decir que ‘no’ a los padres, pero eso depende de la Administración», argumenta.
Cuando se le pregunta por los mejores momentos de estos 34 años responde que, aunque los últimos han sido algo más problemáticos, «Todos han sido maravillosos. He sido feliz porque oigo decir a la gente que me rodea que se levantan contentos por la mañana porque vienen al centro».

