A LA ROSA DE JERICÓ
Al dignísimo y venerable sacerdote
don Norberto Pérez Díaz.
¡Salve, salve, María Inmaculada,
divina y pura esencia de belleza,
obra la más perfecta y la grandeza
que hacer pudo el Señor más acabada!
¡Sa1ve, salve, mujer divinizada
y estrella matinal, luz, gentileza,
que al reptil quebrantaste la cabeza,
quedando, por tu amor, Eva salvada!
Y al ser hija del Padre, que es tu norte,
del Hijo, madre pura en realidad,
del Espíritu Santo, fiel consorte
y dechado supremo de bondad,
el Orbe a Ti se humilla, y, en tu Corte,
¡admírate la misma Trinidad!
***
Soneto publicado en la «Gaceta de Tenerife».
