Con motivo del Día Internacional de la Mujer me llegó el escrito que copio más abajo y que me parece muy sincero y realista, además de escrito por una mujer, creo que argentina o uruguaya.
Y me parece tan realista que la lista de los 16 requerimientos que la mujer exige del hombre se me antoja ideal para formularle a su autora la pregunta que las más de las mujeres no entienden: “¿A CAMBIO DE QUÉ?”. O sea, ¿qué le darías a ese hombre a cambio de que él cumpliera con los requisitos que le exiges?
Ésta es la pregunta ante la que las más de las mujeres se quedan atónitas y mudas, sobre todo las del tipo del ejemplo que puse en Análisis de Inversión.
La última vez que la formulé fue a una mujer con la que estaba yo saliendo, porque ella me endilgó una lista bastante parecida a la “hexadecimal” del artículo que sigue. La pobre se quedó atascada, me miró con expresión de profundo asombro, como sin dar crédito a que un hombre no entendiera que “tenerla” a ella era más que suficiente, y su respuesta fue: “Sopitas ricas”. ¡Qué ovarios! Simplemente patético.
Y la última conclusión del artículo es algo que todo hombre debería tener siempre presente: “Caperucita Roja siempre fue más viva que el lobo”. De ella se deduce que,
- Las mujeres se saben más vivas que los hombres, y cuando tienen mala leche o han de reaccionar al llamado del instinto materno, echan mano de esa ventaja; y que,
- Ven a los hombres como el lobo que quiere acabar con la “dulce” Caperucita Roja. Y cuando a alguien se le ve como enemigo,…
Sin embargo, lo que acerca de lo que en la Canarias de los 50 —y en muchas otras latitudes— solían ellas ofrecer a su pareja, como conté en Análisis de Inversión, parece que sigue siendo válido según se desprende del artículo «El colectivo Olé mi Koño rechaza que a las mujeres se les considere «meros culos»», publicado el pasado 08/02/2010 en Libertadad Digital.
Tal parece que las integrantes de este colectivo no han caído en cuenta de que la moneda de cambio que por siglos les dio tan buenos resultados ha quedada devaluada por ellas mismas y ya no sirve para lo que antes sirvió.
Sigo intrigado por la relación que pueda haber en España entre el aumento del feminismo a ultranza y la horrible realidad que cuenta este artículo: (En España,) 629 mujeres han muerto a manos de sus parejas en la última década. publicado por El País el 08/02/2010.
Carlos M. Padrón
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Hay que aceptar, con dignidad y resignación, que los varones escasean.
El que no está casado, es solterón, insoportable, separado deprimido, divorciado, rencoroso o gay sin asumir. Y no es que ya no haya más señores, es que las mujeres estamos cada vez más exigentes. Antes nos conformábamos con conseguir marido, pero ahora, es más difícil: ¡¡¡pretendemos encontrar un hombre!!!
Y hay que reconocer que nuestras pretensiones respecto del Príncipe Azul tienen algunos dejos de ‘gataflorismo’ porque nosotras queremos:
01.- Que esté en casa, pero no todo el día.
02.- Que sea pulcro y limpio, pero no obsesivo por el orden y la limpieza. .
03.- Que sea cariñoso, pero no cargoso.
04.- Que durmamos juntos, pero no todos los días.
05.- Que sea seductor, pero no mujeriego.
06.- Que tenga buena posición económica, pero que no trabaje todo el día.
07.- Que sea buen amante, para cuando una tenga ganas.
08.- Que respete a la familia, pero que no le de tanta bola a su vieja.
09.- Que sea romántico, pero no boludo.
10.- Que no sea amarrete, pero tampoco derrochador.
11.- Que no sea celoso, pero tampoco indiferente.
12.- Que sea protector, pero que no esté tan pendiente.
13.- Que se conmueva, pero que no llore.
14.- Que sea duro, pero flexible.
15.- Que tenga auto, pero que no lo cuide tanto.
16.- Que sea sociable, ¡¡¡pero nunca los amigos primero que una!!!
Por eso, a la hora de elegir una nueva pareja todas sabemos que:
• El Príncipe Azul destiñe en el primer lavado.
• Los más caballeros te protegen de todo, menos de sí mismos.
• Caperucita Roja siempre fue más viva que el lobo.
En resumen, que la convivencia es como en los cuentos: Tarde o temprano LA BELLA PRINCESA SE CONVIERTE EN BRUJA, Y EL PRÍNCIPE AZUL EN SAPO.
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Cortesía de Gerardo Rodríguez
