[*Opino}– El estigma del «estado de bienestar»

Carlos M. Padrón

Me choca, y no puedo evitarlo, el tropezarme con declaraciones como la implícita en este titular aparecido en El Mundo (España) del 21/10/2009:

Una de cada tres familias no pueden irse de vacaciones más de una semana.

¿Qué desastre, verdad? Pues en mis 20 años en Canarias (décadas de los ‘40 y ’50) si se iban de vacaciones el 10% de las familias era mucho, y, al menos en mi pueblo de El Paso, no recuerdo que nadie se quejara por eso, pues nos dábamos por satisfechos con tener para comida, ropa y calzado.

¿De dónde, entonces, sale ahora eso de que no poder irse de vacaciones es una desgracia? ¡Pues de la costumbre al “bendito” estado de bienestar, que ha sido tomado como un derecho adquirido y vitalicio!

Por eso la actual crisis ha pegado tanto en España, pues, como escuché decir a alguien cuando este verano estuve en mi pueblo, “Esto no es crisis ni nada que se le parezca, ¡crisis es lo que vivimos cuando nos criamos en la década de los 40!”. ¿Alguien que conoció la vida de esa década se atrevería a contradecir tal afirmación? Entonces se trabajaba de sol a sol y la palabra ‘vacaciones’ no estaba en nuestro diccionario.

Pero, ¿¡cómo se puede vivir así¡?, se preguntarán muchos. Pues se vivía, como siguen viviendo, y mucho peor, millones de seres humanos en este mundo que, para suerte de sus descendientes, no se han sido contaminados aún por el maldito facilismo.

Un comentario sobre “[*Opino}– El estigma del «estado de bienestar»

  1. Efectivamente, Carlos.

    No se me ocurre que nadie pueda usar las vacaciones como indicador del «estado del bienestar». ¿Por que no se fijan mejor en la salud y bienestar de los trabajadores, asistencia sanitaria, educación ,también en valores y en otras muchas cosas más vitales y necesarias que las vacaciones?

    También se deberían fijar en los malos indicadores por exceso de la mal llamada, o mal entendida, «sociedad del bienestar», como,

    • La obesidad por exceso de alimentos, enfermedad que no existía en la post-guerra.

    • El exceso interesado por la protección de la salud, como la exagerada epidemia de la gripe A.

    • El exceso de la producción de vacunas innecesarias. ¡Dios me libre decir que esto ha sido por motivos interesados! Esto proviene del «altruismo» de las multinacionales que producen la vacuna y el famoso «tamiflú».

    Mis nietos, como otros muchos niños de su clase, ya la han sufrido y se cura sola en tres días; como mucho, algún antipirético. La gripe estacional es más grave y mata a mucha más gente. La población geriátrica está protegida por haberla sufrido hace muchos años.

    Una «sociedad del bienestar» bien entendida debe comenzar por el bienestar consigo mismo y con los demás, pero el consumo de violencia televisiva y periodística no ayuda a ello. Los jóvenes carentes de principios éticos, hostigados por los logros y satisfacciones inmediatas, recurren a los paraísos artificiales de la droga cuando ya casi nada les satisface en la vida.

    Creo que en la época de los 40 eramos más felices, y no sólo por ser niños.

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