[*Otros}—La Catedral, y la tumba de Fernández de Lugo

19/sep/09

Antonio Cubillo Ferreria

Ahora que se está hablando tanto de la memoria histórica, de los nombres de calles que hay que quitar, de los monumentos a hacer desaparecer, y de los que hay que reconstruir —como el Obispado de La Laguna, que hace años se incendió, y las cúpulas de la catedral de La Laguna, en Tenerife—, hay que ver de limpiar bien, poner manos a la obra y ver de borrar muchos nombres y recuerdos que molestan a los canarios y sus descendientes, pues en muchas ciudades canarias siguen aún nombres de asesinos conquistadores españoles como Pedro de Vera (cuyos descendientes son los Cabeza de Vaca) o Alonso Fernández de Lugo.

Estos dos personajes del siglo XV vinieron desde la España medieval a conquistar un pueblo pacífico en las costas africanas, enviados por sus reyes y con patente de corso para capturar a los habitantes de estas islas y venderlos como esclavos a fin de pagar las deudas y los gastos de la escandalosa conquista.

Con la disculpa de que venían a cristianizar a este pueblo isleño, bautizaban a muchos de los bandos de paz y después los vendían en los mercados de esclavos de Sevilla o Valencia.

No se puede permitir que la ciudad de La Laguna, la Aguere de los guanches, se siga llamando en radios y TV la “Ciudad de los Adelantados”, ni tampoco que a la isla de La Gomera se la llame ahora la “Isla Colombina” por el simple hecho de que aquel marino genovés llamado Colón pasó por allí para encontrarse con su antigua querida, la Bobadilla, que compartió lecho con el rey Fernando, el cual ayudó a Colón en su viaje al otro lado del Atlántico para abrir una nueva ruta de navegación, y no para descubrir un continente, como se ha inventado.

Como Colón no encontró oro en la Española, el almirante y sus hermanos embarcaron como esclavos para los mercados españoles unos 2.000 indios, aparte de los que mandaron matar en la isla, siendo esto la causa de que en septiembre de 1500 fuera Colón reso y arrestado por el pesquisidor enviado por los reyes de España, Francisco de Bobadilla, quien lo trajo encadenado a España, junto con sus dos hermanos, Diego y Bartolomé (Revista Historia nº. 63. National Geographic).

Ahora que tantos nombres se están quitando con eso de la memoria histórica, debemos centrarnos también en los que más daño hicieron a Canarias. En estas islas tienen que desaparecer el nombre y los recuerdos, con su lápida y todo, de aquel bandolero de Alonso Fernández de Lugo, cuyos restos se encuentran tras el altar mayor de la catedral de La Laguna. En La Laguna, cuando de pequeños íbamos a dicho templo, siempre recitábamos aquellos famosos versos que decían: «Aquí yacen, según dice / Seño Juan el campanero, / los restos del bandolero / que conquistó Tenerife».

Yo nunca he comprendido cómo es que se conservan allí los restos de tal personaje, ni tampoco he comprendido cómo se siguen conservando en una capilla a la entrada de mi ciudad los restos del traidor Fernando Guanarteme, que en 1496 vino con su gente desde Las Palmas a ayudar a Fernández de Lugo en la batalla de La Laguna, donde murió en combate Quebehi Imoha Benkomo, el padre de la Patria, gracias a la ayuda que prestó el traidor Guanarteme.

Ahora que se está reformando la catedral lagunera, y ya han llegado sólo los fondos para las bóvedas nuevas, no se puede permitir que se terminen las obras y siga allí esa infamante tumba del bandolero que conquistó Tenerife.

En 1975, un comando que enviamos especialmente pasó una noche completa dentro de la catedral llenando de pinturas las paredes con consignas para que sacaran los restos de Fernández de Lugo de dicho templo, cuya lápida fue pintada de negro. La catedral se cerró una semana para reparar las pintadas, pero no se tomó en cuenta lo que decíamos, y fue una lástima.

Es hora ya de que se saquen esos restos, que avergüenzan a todos los canarios, y se los entreguen a los descendientes del citado bandolero, la familia de los Benítez de Lugo y los marqueses de Celada —que hay muchos aquí, en la isla— y que los entierren donde ellos quieran, en sus panteones o donde sea, pero que los saquen de la catedral lagunera.

Personalmente tengo mucho interés en esto, pues mi tatarabuelo, Atanasio Nóbrega, de Las Palmas, al venir a Tenerife y casar, el 21 de abril de 1840, con mi tatarabuela Severina González Rivero, de Tacoronte, fue nombrado sochantre administrador de la nueva catedral, antigua iglesia de Los Remedios, ya que Dña. Severina era sobrina del deán don Isidoro Rivero y al mismo tiempo del deán Benkomo, de la familia del último Mencey, y no pudieron hacer nada en aquel tiempo porque los descendientes del citado bandolero controlaban la Inquisición y sus tribunales.

Todos los laguneros, tinerfeños, canarios en general y patriotas de todas las islas estaríamos dispuestos a colaborar económicamente con aportaciones dinerarias para la reconstrucción de la catedral de La Laguna, a condición de que saquen de allí los restos del bandolero que conquistó Tenerife. El Obispado debe tomar en cuenta esta sugerencia y, por ahora, cuenta ya con 100 euros de mi parte. Hablé anoche con el cura Fernando Báez, de la isla de Las Palmas, buen patriota, y me dijo que para eso se podrían recoger donaciones en las iglesias de todas las islas, y que contaran con la suya y la de muchos curas amigos patriotas, dándome permiso para decirlo.

Fernández de Lugo, junto con el también bandolero Pedro de Vera, hicieron innumerables crímenes en Las Palmas y su recuerdo aún persiste en toda la isla, así como en La Gomera.

Ya va siendo hora de limpiar y adecentar nuestra historia.

Fuente: El Día

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Cortesía de Fabián Trujillo Plasencia.