[*FP}– Mi trato con la tabla Ouija (3/5): Efecto en otras personas

Carlos M. Padrón

Mis compañeros de trabajo en la Sucursal Finanzas de IBM de Venezuela supieron que yo había comprado una ouija y que estaba usándola, así que cuando en la oficina nos reuníamos todos a primera hora de la mañana, el tema obligado era la ouija.

En una misma mesa, larga y ancha, nos sentábamos cuatro vendedores: Guty, Amichi (así lo “bautizó” Juan Llorens cuando trabajó en esa Sucursal), JF y yo. Éste se sentaba justo frente a mí y era el que mayor interés mostraba por todo lo esotérico. En otra mesa vecina había otro vendedor: Angeleme.

Mis relatos sobre lo que me había ocurrido con la ouija tenían la virtud de producir en mis compañeros efectos disímiles.

Amichi no podía ocultar su fastidio porque todas esas historias le restaban la concentración que necesitaba para su trabajo y porque, además, los temas de espiritualidad, filosofía, esoterismo, etc. no le interesaban en absoluto; lo suyo era lo material y, como el tiempo se encargó de demostrar, el dinero.

JF, que era el que apenas llegar me preguntaba por la ouija, era tan sensible a lo paranormal que, sin darse cuenta, mientras absorto me prestaba atención, su cuerpo iba deslizándose poco a poco silla abajo hasta que su barbilla quedaba apoyada sobre el borde de la mesa, y él, sin percatarse de su ridícula posición, me miraba fijamente con ojos desorbitados y expresión de terror.

Y Guty, cuyo interés por el tema no llegaba a los extremos de JF, miraba de reojo a éste (lo tenía a su izquierda) mientras a duras penas contenía una sonrisa burlona.

Angeleme, sentado en la otra mesa pero de espaldas a mí, simulaba no escuchar, aunque a veces, ante alguna de las exclamaciones de JF, daba media vuelta hacia atrás para cerciorarse de que éste estaba bien, ya que a cada momento JF exclamaba:

—Coño, Charlie, ¡dime que todo eso es cierto!

Y cuando yo le aseguraba que sí, que era tal y como lo estaba contando, soltando un ahogado “¡Coooño!” con un intenso trémolo signado por el miedo, se hundía un poco más en su silla.

Un día Guty me preguntó dónde podría conseguir una ouija, le dije que no sabía si en Venezuela había, pero que, según yo había leído en el mencionado libro, era posible armar una. Sólo hacían falta,

· Una mesa de mármol liso,

· Recortar piezas de cartón, circulares o rectangulares, en las que luego se escribiría lo que viene impreso en la tabla original.

· Una copa de las de vino

· Distribuir alrededor del borde de la mesa las piezas de cartón, en la forma en que la ouija tiene organizadas las letras y palabras

· Colocar la copa boca abajo y usarla como PT, posando los usuarios sus dedos sobre la base de la copa

Pasadas las 08:30 de la mañana del día siguiente a mi explicación, Angeleme, que era tempranero, no había llegado ni había llamado. Llegó a las 08:45 am con cara de no haber dormido, lo cual nos preocupó a todos. Cuando le preguntamos qué le había pasado se dirigió a mí y me soltó sin más:

—Coño, Carlos, ¡Qué vaina me has echado!

—¿¡Yo!?—, exclamé extrañado.

—Sí, tú —respondió alterado Aneleme—, porque lo que aquí has contado de la ouija se lo he ido contando a mi mujer, y anoche me convenció de que improvisáramos una ouija en la mesa de mármol que tenemos de centro en el salón. Comenzamos a darle, y cuando esa bicha trabajó, mi mujer pegó un grito, agarró los cartoncitos y hasta la copa y lo botó todo a la basura.

Después de las risas de todos, la pregunta fue:

—Pero, ¿y por qué esa cara que traes?

—¡Porque fue tan grande el susto que luego no pudimos dormir!

***

Continuará algún martes con "[*FP}– Mi trato con la tabla Ouija (4/5): Sesión en casa ajena".

5 comentarios sobre “[*FP}– Mi trato con la tabla Ouija (3/5): Efecto en otras personas

  1. Desde hace meses soy lector de este interesante blog. Ya me he hecho un perfil del blogger: apasionado amor por su isla (La Palma), cierta sorna cuando trata temas de la madre patria (España), investigador, curioso, y analista de cualquier tema divino y humano que ose cruzarse por sus inquisidores ojillos claros…

    Ahora me pregunto ¿será acaso Ud. el señor maduro, buenmozote, que encabeza el blog?

    Tengo una hermana que se me está quedando fría y quiero que la conozca.

    Gracias

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  2. Sí, distinguido lector: soy el mismo de la foto que encabeza el blog. Y a la tan amable oferta acerca de su «fría» hermana debo contestar con la respuesta que El Catalino dio en su momento y que puede leerse aquí.

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  3. PARA FERMÍN DORTA

    Amigo Fermín:

    Agradablemente sorprendido de encontrarte por aquí (casualties of live).

    ¿Te acuerdas de aquellos días «gloriosos» en el frontón de Puerto Azul ? Me encantaría intercambiar unas letras contigo, chaval.

    Un abrazo desde la capital del mundo, o sea, Bilbao.

    Aquí me encontrarás, amigo mío: solobilbao@hotmail.com

    Un abrazo

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  4. ¡Ay, Lorencito, que época aquella! ¡qué grupo tan fantástico de gente A1!

    Algunas de tus proezas frontonéricas fueron relatadas por el suscrito en su «Botipronto».

    En Puerto Azul crié a mis hijos, y se me fueron 15 años. Y los siguientes 15 –los del frontón– fueron gloriosos.

    Un fuerte abrazo

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