[*Opino}– El móvil racista de la pelea

Titular en La Vanguardia (España) del 16/01/09:

Dos de los detenidos del ‘Bada Bing’ descartan el móvil racista de la pelea.

¿Significa que en esa pelea estuvo involucrado un teléfono del que en España llaman “móvil”, así a secas, como si se tratara de un nombre —y además inequívoco— y no de un adjetivo?

El llamar “móvil” al celular es, al igual que el llamar “portátil” a una computadora laptop, un buen ejemplo del esnobismo, muy común en España, de usar palabras de varios significados en vez de usar las que sólo tienen uno y, por tanto, no crean confusión o, en el peor de los casos, minimizan la posibilidad de que ésta ocurra.

Y no digamos lo de llamar “ordenador” —un galicismo inspirado en la fobia antiuseña— a lo que en realidad es un computador o computadora, palabras éstas que reconoce el DRAE.

Me permito suponer que esa ministra española archifeminista, que quiere dar sexo femenino a todas las palabras de nuestro idioma, no se lo ha dado a “ordenador” porque sería más que ridículo llamarlo también “odenadora”. Si en cambio impusiera el uso de computador/a, tendría la por ella tan deseada opción de una versión en femenino.

Carlos M. Padrón

[*Otros}– La fiesta de “Los Indianos”, Santa Cruz de La Palma

11-02-09

José G. Rodríguez Escudero

La tradición, el desembarco, los polvos de talco,…

A finales del siglo XIX y XX era tan significativo y considerable el flujo de pobladores desde La Palma a Cuba, que las comunicaciones entre la Gran Antilla y esta isla canaria eran más importantes incluso que entre ésta y el resto del Archipiélago. Como nos recuerda don W. Rodríguez Brito: “En 1900 salían regularmente desde el puerto palmero con destino a La Habana siete servicios mensuales, frente a los cuatro servicios interinsulares, o el único que unía a La Palma con Cádiz”.

Los indianos - Parejas

La pintura de J. B. Fierro —detallada en “Los Indianos”, el cuadro es, “posiblemente el icono más representativo en la pintura canaria sobre la iconografía del indiano, es decir, del emigrante isleño que, después de haber hecho fortuna en América, regresaba al terruño haciendo visible ostentación de su riqueza; y, en suma, el contraste entre el triunfo personal y el atraso secular de la sociedad campesina canaria”. Ya lo dice el Diccionario: “Indiano: Dícese del emigrante que vuelve rico de América”.

La popular parodia que, de forma tradicional, se celebra en Santa Cruz de La Palma cada Lunes de Carnaval, tiene como único y divertido fin —eso sí, de forma respetuosa, cariñosa y elegante— el caricaturizar el desembarco de los emigrantes palmeros, “señores muy conocidos, con sus esposas y sus hijos vestidos de isleños que regresaban de Cuba al son del ritmo de allí”.

El Sr. Alcalde de la capital ya lo decía en el prólogo de uno de los programas oficiales del Carnaval: “…cuando se habla del Carnaval de La Palma, se debe hacer mención expresa a su tradicional Día de Los Indianos, acto que a lo largo del tiempo ha ido calando en nuestra costumbre popular, uniendo, año tras año, a la gran mayoría de los palmeros que, con sus blancas vestimentas y sumergidos en una batalla de polvos de talco, llenan de vida y de júbilo la ciudad. Acto singular y propio que hace diferente nuestro carnaval y que ha despertado el interés y curiosidad de muchas personas…”.

Esta escena pictórica ha sido asumida, con acierto, como imagen-símbolo que mejor identifica a “Los Indianos”. Así, el cartel anunciador de ese día de las “Carnestolendas” santacruceras, publicado por el Excmo. Ayuntamiento de esta ciudad, se ha convertido en todo un símbolo de estas fiestas. Numerosos participantes también portaban un alfiler pinchado en la solapa de las chaquetas o guayaberas con esta insignia en metal.

Los Indianos - Pareja empolvada

A esta curiosa celebración se unió más tarde la ancestral costumbre de los empolvados, peculiar tradición de los carnavales de Santa Cruz de La Palma.

El contemporáneo de Fierro Van de Walle, Isaac Viera, señala cómo en los días de las fiestas lustrales en honor a Nuestra Señora de Las Nieves, discurrían por las calles numerosos “indianos con el indispensable sombrero ‘Panamá’, venidos de Cuba a gozar los festejos que el pueblo palmero consagra a la venerada imagen”, a “La Morenita”.

“Era la época —escribe la investigadora llanense María Victoria Hernández— en que los grandes veleros surcaban el Atlántico haciendo la carrera de Indias. Tiempos de ensueño, esplendor y riqueza enfrentados a la decadencia de una España que veía desmembrarse su imperio de ultramar. El lema que atrajo a la emigración a América fue la conocida frase ‘cinco años y una fortuna’”, sugiriendo el retorno del indiano a disfrutar de la Bajada Lustral (cada cinco años).

Esta ingeniosa tradición, concebida tal y como la conocemos actualmente con la generalizada denominación del “Desembarco de Los Indianos”, una expresión festiva y una explosión de regocijo popular, una gigantesca cabalgata blanca bajo una nube inmensa de polvo que, en definitiva, es una idea “muy exportable”: es económica y no presenta dificultad alguna.

Los Indianos - Gpo. en juerga

Es una lástima que el Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma no haya patentado esta idea tan nuestra, por lo menos es lo que tenemos entendido. Posiblemente, al no tratarse de la “Negra Tomasa”, por ejemplo, que sí podría ser patentada —un símbolo físico inseparable de nuestras fiestas blancas—, sino de una costumbre multitudinaria, etc., puede que no sea esto posible.

Por este motivo, se está observando una ascendente proliferación de “indianos” fuera de las barreras insulares. «”Los Indianos” son de La Palma, ¡y punto!», como dicen los más exacerbados, dolidos por las copias que se están viendo “por ahí fuera”. Si algún avispado “patenta la idea” o “registra la propiedad”, como se ha oído estos días, se acabarían nuestras fiestas más multitudinarias y participativas. Para conseguir algo, pensamos que sería necesario que el Ministerio designara a nuestros “Indianos” como “Fiestas de Interés Turístico Nacional”, o, por qué no, “Internacional”, como algo más lógico. Son estas fiestas las que nos hacen diferentes a los otros Carnavales copiados de los de Brasil.

En cualquier lugar del territorio palmero se “corre” el Carnaval, con música y con “polvos de talco”. Auténticas batallas “incruentas y blancas” de miles de kilos de oloroso polvo de talco inundan todos los rincones, especialmente los de la capital durante este “día grande”. Es una de las máximas expresiones de alegría del palmero, a pesar de que arrojar salvados, polvos y harinas se encuentra entre los más antiguos ritos del Carnaval en España desde el siglo XIV. Actualmente no existe otro lugar conocido en el que se lleve a cabo un espectáculo de estas características asumido como propio por un pueblo orgulloso actuando al unísono, sin ningún programa que lo limite. El pueblo comienza a andar por voluntad propia y es cuando empiezan “Los Indianos”.

El arcediano José Viera y Clavijo es uno de los primeros que escriben en Canarias sobre esta costumbre carnavalera: “Todo son juegos, chanzas, diversiones / ya arrojan al cabello limpios talcos…”.

Los Indianos - Plaza de España

Hernández Pérez hace un exhaustivo y completo estudio sobre los “empolvados, huevos rellenos, agua e inmundicias y otras costumbres del carnaval canario”, en su obra, que recomendamos, titulada “La Palma. Sus Fiestas y Tradiciones”.

También allí se recoge una de las primeras manifestaciones directas de empolvados que conocemos. El periódico “El Ómnibus”, el 30 de marzo de 1867 publica una crónica fechada en Santa Cruz de La Palma que dice, entre otras cosas: “… todos los jueg
os se reducen á tirar á las ventanas huevos llenos de harina ó polvos de olor (especie de bombardeo); entrar en las casas a empolvar y bailar; máscaras y parrandas por la calle…
”.

El carnaval de las clases más adineradas se festejaba en los interiores de las sociedades y clubes de Santa Cruz de La Palma. Sin embargo, para el otro carnaval, que se celebraba simultáneamente en la calle, las autoridades no cesaban de promulgar edictos y decretos que finalmente acabaron por abolir esta costumbre en todas las islas.

En definitiva, los empolvados eran molestos y había que erradicarlos. El periódico palmero El Tiempo, de 26 de enero de 1928, publicó una nota de la Alcaldía de la capital que decía: “Relacionado con la prohibición hecha por el Sr. Delegado de arrojar polvos y harinas… antigua tradición que no está en consonancia con la cultura de esta ciudad, el Sr. Pérez González nos ha manifestado que está dispuesto a castigar con dureza y energía cualquier intento de desobediencia de esta prohibición”.

Los vestigios de prensa que han llegado hasta nuestros días nos relatan incansablemente los intentos del pueblo por recuperar nuevamente la tradición de los empolvados en La Palma, donde sólo se conserva con fuerza. De este auge, nos da muestra el que de las fábricas llegaban los paquetes de polvo con etiquetas que decían: “Especiales para La Palma”. La Casa Duque, incluso, llegó a traer para su venta paquetes de hasta 25 kilos.

Los Indianos - Negra Tomasa bailando

El periódico palmero el “Diario de Avisos”, el 21 de febrero de 1963 publicaba: “Es la costumbre tan conocida y tan querida por los palmeros y las palmeras de ‘tirar polvos’…”.

También el 22 de febrero de 1965 aparecía el artículo “Correr los Carnavales”, en el que un visitante sorprendido decía: “si algo pude saborear fue el contenido íntegro de un saco de polvo… que me largaron encima unos alborotadores juerguistas…”.”No hay, a lo largo de todo el calendario canario, festejos que estén más fuertemente prendidos al ánimo de la gran mayoría de los palmeros…”. “Algo está pasando con los polvos de talco que antaño nublaban la ciudad que daba gusto verla durante una semana…”.

Ya en la actualidad, concretamente de la pluma del tinerfeño Elfidio Alonso, salía un libro en 1985 titulado “Estudio sobre el folklore canario”, donde, hablando de los empolvados de la Palma dice: “Los más viejos del lugar creen que esta costumbre de lanzarse polvos de talco tuvo que ver con un hecho ocurrido en el siglo XIX, cuando un barco, que portaba sacos de harina en malas condiciones, dejó en tierra toda la partida…”. Sigue narrando cómo los lugareños usaron esa harina como divertimento del Carnaval, que se estaba celebrando por entonces en Santa Cruz de La Palma.

Se informa de cómo “la costumbre de arrojar polvo de talco sólo respetaba a la persona que tuviera luto, para ninguna más había indulgencia”.

“El Desembarco de Los Indianos” toma parte oficialmente como tal en el programa de festejos carnavaleros organizados por el Ayuntamiento de la capital palmera desde 1966, denominados entonces “Fiestas de Invierno”. Es aquí cuando se preparan formalmente, donde la comisión de fiestas del “recibimiento de los indianos también celebró asambleas y los residentes desempolvaron los trajes, les sacaron la naftalina o los hicieron”. Los indianos, con su singular vestimenta, “traen a las Fiestas el sabor de la América lejana”.

Desde las diez de la mañana del Lunes de Carnaval comienza en el Atrio del Ayuntamiento “La Espera”, con entrega de “distinciones a Ministros, Embajadores y Cónsules llegados a la isla para tan importante empolve. Se garantiza jolgorio y se requiere rigurosísima etiqueta…”. Se inicia la fiesta con recitales de música cubana, degustación de melaza y otros productos típicos, en la Plaza de España, actuaciones teatrales, etc. y, por fin, el “recibimiento oficial de La Negra Tomasa” (figura emblemática de las fiestas: Embajadora de Cuba).

Los Indianos - Calle Real repleta

Más tarde, después del almuerzo —momento mágico en el que “disfrazados de indianos”, las familias y los grupos de amigos, asociaciones, comparsas, grupos… se concentran en casas, sociedades, bodegas, etc.— se reparten gratis varias toneladas de polvos de talco en los camiones dispuestos por la corporación municipal justo antes de que dé comienzo el Gran Desfile de Indianos desde la Avenida homónima hasta la Plaza de la Alameda. Es aquí donde tiene lugar la gran Verbena del Desembarco.

En el recinto principal de las fiestas comenzarán las verbenas y el festival de música cubana hasta el día siguiente, quedando toda la ciudad blanca y resbaladiza, como después de una gran nevada.

Para concluir, nuevamente nos referimos al trabajo de María Victoria: «En un principio, los polvos de talco estaban alejados de este cortejo decimonónico. En los años ochenta se recupera, con implantación anual, para el programa oficial del Ayuntamiento “La Llegada de Los Indianos”, a la que se entremezcló la vieja tradición de los polvos; hoy, “La batalla de polvos de talco y la llegada o desembarco de los indianos” se ha convertido en el número más representativo del carnaval de La Palma».

Para ver vídeo sobre esta fiesta, clicar AQUÍ.

[*Opino}– ¿Complejo de inferioridad matizado con odio?

Ese “complejo de inferioridad que sentimos” (aunque creo que en vez de usar el verbo ‘sentir’ debió usar ‘padecer’, o sea, que padecen los españoles), es algo que cada vez señalan más y más algunos que por su talla —Rafael Sánchez Ferlosio, Stanley Payne— pueden permitirse ese lujo, y que en muchos casos funciona al revés: que se manifiesta, no en usar la palabra inglesa en vez de una equivalente española, sino en cambiar la inglesa —ya sea sólo una palabra o todo un título o expresión— y rebuscar, más que buscar, una española, sin a veces reparar en lo ridículo, como fuera hace años “octeto” en lugar de byte, y como lo es ahora “ventana emergente” en lugar de pop-up, u “ordenador” en lugar de computador, por sólo mencionar dos ejemplos.

Creo que un detallado estudio de este fenómeno pondría en evidencia que su origen no sólo está en el complejo de inferioridad sino en la animadversión u odio manifiesto que hacia lo de origen inglés, en especial si es useño, se tiene en España… por causa de ese complejo de inferioridad.

Carlos M. Padrón

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26/01/2009

El encanto del saldo

Magí Camps

Una frase: «Muchos abuelos acaban haciendo el papel de padres». Otra: «El barrio de la Sagrada Família fue testigo de un caso singular de violencia sexista». ¿Alguien ha tenido algún problema de comprensión de estas dos secuencias? Si en lugar de papel y de violencia sexista se hubieran empleado rol y violencia de género, ¿se habrían entendido mejor las frases? ¿habrían ganado algún matiz? La respuesta, creo, es no.

En los últimos años, y en especial desde que en el 2005 las 22 academias del español publicaron el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD), las directrices lingüísticas quieren hacer valer el genio del idioma frente al extranjerismo fácil. Las normas emanan de las autoridades académicas y, por extensión, de los departamentos lingüísticos universitarios y periodísticos, pero donde se bate el cobre es, de manera especial, en los medios de comunicación, en todos sus grados de popularidad y de calidad. Así lo reconocía la flamante académica Inés Fernández-Ordóñez. Los periodistas, pues, tenemos una responsabilidad lingüística ineludible; no podemos caer en la tontería.

En el mundo del fútbol convive el córner con el saque de esquina, invento posterior a la palabra inglesa, pero que ya hace tiempo que arraigó. Por ello, ahora, el DPD no ceja en su empeño, y algunas de sus recientes propuestas, como superventas, supermodelo o sobrecontratación, conviven en buena vecindad con best seller, top model y overbooking.

El mensaje es sencillo: ya no vale el que inventen ellos, el español también puede y debe inventar. Y en muchas ocasiones no es necesario ni inventar, basta con emplear una palabra que ya existe. Así lo razonaba el presidente de la agencia Efe, Álex Grijelmo, en una entrevista reciente en el Diario de Burgos: «El complejo de inferioridad que sentimos nos hace creer más prestigiosas otras lenguas, especialmente el inglés. Y por eso usamos tantos anglicismos, porque nos parece más prestigioso hacer un planning que un plan, y nos resultan más atractivos los outlets que los saldos».

Y muchos más, claro: antiaging en lugar de antiedad; brainstorming en lugar de lluvia de ideas; full time en lugar de a tiempo completo… Al emplear esos extranjerismos, algunos piensan que impregnan su discurso de glamur. Y lo triste es que no añaden ni una gota de encanto.

Fuente: La Vanguardia

[*Otros}– “Los Indianos”, el cuadro. Santa Cruz De La Palma

11-02-09

José Guillermo Rodríguez Escudero

Esta obra de Juan Bautista Fierro Van de Walle (1841-1930) es un dibujo a tinta y acuarela de 22 x 29 cms, cuya firma aparece —junto con la fecha de su ejecución, 1911— en el ángulo inferior derecho: “J. B. Fierro”. Actualmente se custodia en una de las salas del Museo Insular de La Palma, en el Convento Real y Grande de la Inmaculada Concepción, conocido como templo de San Francisco de Santa Cruz de La Palma.

El autor, un artista aficionado, fue Capitán de las Milicias Insulares, Jefe del Partido Liberal, Diputado Provincial por La Palma, Presidente de la prestigiosa Sociedad “La Cosmológica” de la capital palmera, llegando a convertirse en su Director Honorario como reconocimiento a su labor.

Indianos - completo

Su estilo pictórico, caracterizado por la deliberada ingenuidad, tanto en la representación de la realidad como en los colores empleados —esto es, primitivo y naïf— relata, por lo general, tipos y costumbres populares, con técnica y perspectiva inocente y candorosa. A través de su mirada podemos observar cómo aflora el humor, el fino sarcasmo, la pizca de mordacidad, una suave parodia y caricaturización de las escenas costumbristas y figuras, fiestas, personajes populares, vistas urbanas…

Ejemplos de este quehacer tan personal, tan suyo, son las siguientes obras: “El ciclista de Puntallana”, “La ermita de la Concepción de Buenavista en fiestas” (1884), “Vista de Santa Cruz de La Palma desde el Barranco de los Dolores” (1884), y “Convento y plaza de Santo Domingo” (1885).

Se trata de un amplio catálogo de obras de un alto valor documental y etnográfico. Es importante la valoración que los estudiosos de las costumbres y tradiciones, folkloristas en general, han hecho sobre su más celebrada obra: la indumentaria tradicional de los diferentes municipios de La Palma, fechada en torno a 1860.

Fue también cronista y narrador de su tiempo, y representó los acontecimientos más importantes de la vida de su Santa Cruz de La Palma natal y de la Isla: “Bahía de Santa Cruz de La Palma el 2 de mayo de 1876”, “Amarre del cable telegráfico en 1883”. Como todos sabemos, la capital palmera fue la pionera en las Islas de los grandes avances del siglo XIX: alumbrado eléctrico, telégrafo, teléfono, laboratorio bacteriológico, central hidroeléctrica,… y así un largo etcétera.

Su interés por lo etnográfico y lo social se plasma en pinturas como “Los Indianos” (1911), en la que queda representada la llegada a su “terruño amado” de un matrimonio de indianos, ahora ricos, y sus dos hijos, recién desembarcados y procedentes del Caribe.

Aquí coexisten una serie de valores típicos y tópicos que J. B. Fierro, con gran sentido descriptivo y documental, se deleita en detallarnos. Son los elementos que distinguen al “indiano”: el color blanco impoluto de su impecable traje de lino, el sombrero Panamá de fina paja tejida, el distinguido pañuelo doblado en el bolsillo de su lujosa casaca. que combina con la sombrilla que porta bajo el brazo, los botines de piel, su gran anillo en el dedo medio de su mano izquierda, con la que sujeta la jaula redonda de un exótico loro verde y rojo… Su esposa e hijos llevan blondas, joyas, mantilla, encajes, mitones, abanicos, sombreros de flores, regalos, botines, quitasoles a la moda de La Habana, etc.

En contraposición a esta sugerente escena de la familia de acaudalados indianos y a las “novedades del Nuevo Mundo” que ésta representa, se exhibe ahora a los personajes de la tierra, que contemplan atónitos a los recién llegados, sorprendidos en sus labores cotidianas e identificados por su indumentaria campesina tradicional.

Detrás de ellos, el único que parece haberse dado cuenta de la llegada, y que toma parte activa de la escena, es precisamente el campesino descalzo, con mandil, chaleco y montera que, cabizbajo por el peso del gran baúl de cedro y por el del paquete blanco que porta en su brazo derecho, fuma también, no un habano, sino una cachimba. Se marca así también otra enorme diferencia, pues más que ayudarlos, parece un esclavo que soporta el gran peso del equipaje de sus amos en época colonial.

A lo lejos, los vecinos se agolpan curiosos a las puertas de las humildes casas típicas de campo palmense, ávidos por conocer y admirar el “espectáculo”. En primer término, dos mujeres de “pueblo”, vestidas a la antigua usanza: una con un gran cesto de paja sobre su cabeza, y otra con montera. Parecen haber sido extraídas de su espléndido catálogo de trajes típicos anteriormente mencionado.

En su atuendo es posible distinguir las prendas más representativas de la ropa femenina: las enaguas blancas bordadas, faldas recogidas a la cintura, sombrero de paja en la mano, justillos, toca, pañuelo sobre los hombros, etc.

Le sirve de fondo un paisaje rural, detalladamente recreado por el autor, donde no faltan las palmeras, las piteras, el campo sembrado de trigo, paredes de piedra volcánica, tan reiteradas a lo largo de nuestros campos de La Palma, techos de teja roja… Detrás, la inconfundible silueta de la montaña de Tenagua (Puntallana), que surge por el norte sobre la bahía de Santa Cruz de La Palma. “La perspectiva acientífica y la representación en perfil de las figuras situadas en primer término, rígidas y estereotipadas, acentúan el primitivismo de la composición”.

También en el magnífico y completo Museo Insular se guarda otra versión de este tema, firmado así mismo por Fierro en 1911 (23 x 16,5 cms) y simplificada con las imágenes del indiano —sin su familia—, del porteador y de una “maga”.